Para Don Santiago Camarasa
Por Leoncio Martín
(El Adelanto, diario político de Salamanca, 2 de junio de 1932, p. 3)
En efecto, señor Camarasa este pueblo manchego que se llama Madridejos, y cuya catalogación provincial ignoran hasta algunos autores de Geografías, no ha celebrado el día de Cervantes: lo está celebrando todo el año, y la memorable fecha universitaria ha coincidido con una brillante semana infantil, organizada bajo los auspicios de un buen alcalde socialista (don Alejandro Merino), y con la entusiástica cooperación del profesorado del Instituto y de los maestros nacionales. ¿Qué mejor homenaje, que mayor devoción al
Ilustre Manco que el despertar en estos manchegos la apetencia de cultura para que puedan comprender más tarde el valor simbólico de los dos héroes cervantinos? Por aquí anduvieron; quizá hicieron escala en este pueblo que dista de Consuegra seis kilómetros,distancia que hoy acorta el magnífico edificio destinado a Instituto y que se asienta al extremo de esta villa, mirando a la polvorienta carretera y a los campos verdes que hoy, desde el magnífico torreón del edificio docente, parecen un mar herbáceo,
en cuyo fondo y como fauna pelégica habita el grillo, entonando su monorrítmico cri, cri. Desde aquí sedivisan, salpicados en la extensa llanura que tienen su límite enfrente con sierras comunales, los cuadriláteros dedicados al cultivo del azafrán y que en la segunda quincena de octubre presentan su color morado, como si fuesen el producto de un beso azul de este cielo castellano a las amapolas rojas que hoy se cobijan en los trigales exuberantes. Desde aquí también se divisan los típicos molinos de la fotografía que ilustraba su bello artículo, molinos madridejenses y no consaburenses, como se viene diciendo en la prensa erróneamente, y que yo he visitado con verdera emoción. Cerca del cementerio, no muy lejos de la carretera de Andalucía.
Estas gentes rústicas, a las que durante una gran parte del año le servimos el pan espiritual de la cultura, pan que no está falto de peso ni adulterado, reverencian ciertamente al "gran loco"; difícilmente podríamos hablarles en nuestras conferencias sin sacar a colación algún refrán de Sancho Panza o alguna hazaña de don
Alonso.
Es cierto, respetable señor Camarasa, que todos los días y a todas las horas las horas, estos manchegos, con quienes convivo hace tres años, viven en constante veneración el día de Cervantes. Yo quisiera que mis paisanos salmantinos viviesen en constante reverencia el día de Gabriel y Galán, que paseó por estos campos charros sin escudero y creó otro tipo inmortal: "El Alma".
¡Si viera usted con qué pena escuché anoche desde Unión Radio una canción salmantina, cantada por la Coral Vallisoletana! Me acordaba de nuestros Coros Charros, de don Dámaso Ledesma, de don Cándido Rodríguez Pinilla,de don Bernardo García Bernalt, y lamentaba que no estuviéramos en mi tierra en constante veneración por lo que es muy nuestro.
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