Castilla, un resurgimiento material necesario

Por un castellanismo contra la Agenda 2030

"Los que aseguran que es imposible no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo" (T. A. Edison).

viernes, 23 de junio de 2017

Relaciones de las culturas castellana y catalana

Por José Antonio Maravall Casesnoves

(Valencia, 1911-Madrid, 1986)

(Intervención en Relaciones de las culturas castellana y castellana: encuentros intelectuales, Sitges, 20-22 diciembre 1981, p. 34-39)



Muchas gracias señor Presidente por concederme la palabra. Realmente, después de las dos espléndidas intervenciones del señor Trias y antes de la del señor Barral, ha venido a resultar que me he quedado casi sin contenido sobre el que iba a decir, pero, con todo, añadiré unas cuantas cosas más aunque sean un tanto molestas. En primer lugar, yo creo que no debemos alterar el orden del programa, y puesto que para esta tarde se nos deja la parte histórica, y, además, con la intervención como moderador el Padre Batllori, que es, en fin, un historiador bien universal, y es un historiador universal que (a pesar de todos los pesimismos que a veces se lanzan) ha hecho resonar en el mundo de la cultura catalana, pienso que debemos reservar para esta tarde la meteria histórica. Entonces, volviendo, pues, de todas formas, y puesto que más que historia es tema de una actualidad, yo contestaría a lo que un eminente sociólogo, el señor Sotelo [Ignacio Sotelo], ha dicho, en términos que más que sociológicos han sido, en cambio, históricos, que no estoy tan de acuerdo con las palabras. Le admiro mucho como sociólogo, como historiador me siento un tanto discrepante, sin dejar de admirarle también por la brillantez con que ha expuesto sus tesis.

Yo observo en la intervención del señor Sotelo diría que dos cuestiones fundamentales: él ha dicho "frustración catalana", "fracaso castellano". Y me pregunto: ¿frustración catalana? Creo que hay que comparar la continuidad del pueblo catalán con los destinos de otros pueblos similares, desde el momento en que se constituyen como tales, es decir, pueblos como Baviera, Borgoña, Venecia, etc., pensemos que ha sido el porvenir para ellos, el futuro a partir de aquellos brillantísimos siglos XIV y XV de Borgoña. Por ejemplo, pensemos en lo que ha sido el resultado actual de Venecia. ¿Qué significa hoy en el mundo ser un escritor bávaro, borgoñón, véneto, galés o provenzal? ¿En qué departamentos universitarios se estudian específicamente? En este caso, yo creo que es infinitamente superior lo que ha conservado de potencia, de actualidad, de capacidad creadora, etc. Cataluña que cualquiera de tantas otras áreas europeas que tuvieron en cierto modo un destino más o menos parecido en los siglos determinados.


Por otra parte, ¿fracaso de Castilla? Si se dice que el fracaso hispánico de los Austrias es el de una fórmula castellana, pienso que todo historiador y todo sociólogo o politicólogo que escuche una afirmación en tales términos ha de estar, desde luego yo lo estoy, completamente en desacuerdo con esto. Yo estimo que la única y exclusiva fórmula castellana no tiene nada, y creo que el más triste caso que pudo suceder a Castilla fue que cayera sobre ella la fórmula austríaca del Estado, del complejo extrañamente estatal de la Casa de los Austrias; llego a creer que la que más perdió, la que en peores condiciones se vio, sería Castilla: por lo tanto, no creo que se pueda decir fracaso de la fórmula castellana de Estado, puesto que aunque hubiera personalidades en mayor número, estadísticamente, castellanas -sin dejar, por eso, de haberlas flamencas e italianas, o del Franco Condado, etc.- no se podría hablar propiamente, para nada, de Estado castellano. Respecto a mencionar aquí el Estado francés, ningún historiador sigue atribuyendo al francés los caracteres históricos que se le atribuían. Pero, además, quizá en una reunión como ésta, pues es mejor no recordarlo, porque claro está que los procedimientos del Estado francés no ya de unidad, sino de uniformidad -a partir de la Revolución- no son precisamente los que venimos aquí a postular, supongo yo, puesto que el resultado sería que esto no se podría haber producido.

Volviendo, pues, al planteamiento inicial de la sesión, yo diría que, efectivamente, aquí se nos abre una interesante perspectiva para en adelante, un planteamiento de la relaciones (ni siquiera se les lama conflictivos enfrentamientos).

Yo creo que no debemos ser tampoco demasiado pesimistas en el sentido de que una relación así tenga aspectos conflictivos, y que se produzcan, digamos, enfrentamientos, como entre todas las relaciones de dualidad de culturas, en cualquier plano, se producen. Recuerdo sobre esto el libro de Snow sobre las dos culturas; se producen situaciones problemáticas entre científicos y literarios, se producen entre técnicos y científicos, entre los diferentes estados sociales y profesionales, se producen entre los que escriben en una lengua o escriben en otra, en una religión y en otra religión, o la ausencia de religión, es decir, siempre la dualidad engendra una cierta dosis de conflicto que hay que conllevar -y conllevar (me atrevo a emplear la denostada palabra) no quiere decir soportar de mala gana, sino reconocer y esforzarse en superar, pero con el ánimo liberal de saber que no hay que prentender (porque vitalmente sería inalcanzable) suprimirla. Lo que sí quisiera recalcar es que la hablar de las dos culturas, sin perjucio de la enorme y de la decisiva importancia como puede enfocar nunca solamente.

viernes, 16 de junio de 2017

Cola de león

Por Daniel Gallejones Prieto, Ex-Consejero de la Comunidad Autónoma de Cantabria

(Diario Montañes
, 17 de diciembre de 2000)

Es posible que yo concite los anónimos, lo cierto es que los recibo con frecuencia y observo que todos son similares, tanto, que sus zafios insultos casi siempre coinciden. Cuando llegan a mis manos, van directamente a la papelera. 


Con el recibido días pasados haré una excepción, le voy a contestar. Antes debo informar que quien lo escribe utilizó un trozo de papel de propaganda rasgado y sucio. Del contenido no opino, lo dejo para el lector.

Dice así: «Gallejones: No te pongas más en ridículo, bastante lo has hecho ya. La integración de Cantabria en Castilla es ya imposible. No sigas haciendo más el payaso. Además estás provocando a los cántabros que no se quedan callados. ¿No quieres ahora a Cantabria porque ya no estás en el Gobierno regional? ¿Antes sí y ahora no?.»

Quien recurre al anónimo siempre es el cobarde. Nacido así, nada podemos hacer para aliviarle el mal. En cuanto a lo que dice, incluyendo los insultos, le contestaré con una frase de Voltaire: «Detesto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo».

Defender una opinión no es caer en el ridículo. En un sistema democrático se trata de un derecho que no se puede negar a ningún ciudadano. Los partidarios de la autonomía uniprovincial, al negar este derecho, se dejan llevar por ideas nacionalistas que siempre tienen un fondo racista y antidemocrático.

En el segundo punto se muestra tajante al decir: «La integración de Cantabria en Castilla es ya imposible». Esta afirmación es falsa, dándose la circunstancia de que la hacen casi todos cuantos defienden la autonomía uniprovincial, lo que induce a sospechar que se trata de una consigna. La unión con Castilla carece de impedimentos legales, si bien es cierto que una vez suprimido el artículo 58 del Estatuto, los trámites se han dificultado.

En el tercer punto manifiesta: «No sigas más haciendo el payaso». El consejo es inoportuno. Demuestra que está convencido de poseer la verdad absoluta, en lo que coincide con demócratas tan acreditados como Lenin, Stalin, Hitler, Fidel Castro. En cuanto al punto cuarto, escribe una frase desagradablemente amenazadora. Disentir de lo que usted y algunos otros piensan ¿Es una provocación? Afirmaba George Orwell que «libertad significa el derecho a decir a la gente lo que no quiere oír».

Cuantos ante la autonomía uniprovincial piensan como el anónimo comunicante, deben conocer las razones que me mueven a colaborar en el proyecto de unirnos con Castilla y León. Sepan que siempre fui partidario de las autonomías y cuando se habló de convertir a la provincia de Santander en autonomía uniprovincial, me sentí ilusionado.

Mis recelos se iniciaron al conocer la forma en que se planeaba. Ciertamente se respetó la Ley, pero olvidaron la democracia.

Yo deseo, no por interés personal, pues dada la edad que tengo las ambiciones se han agostado, la unión con Castilla. Mi tesón en continuar trabajando en este proyecto tiene por finalidad librar a las jóvenes generaciones de cántabros, entre los cuales figuran mis nietos, de verse obligados a servir de camareros a los vascos u obligados a coger la mochila y emigrar de su tierra.

Hoy, desafortunadamente, podemos afirmar que la autonomía de Cantabria ha fracasado, como lo demuestra el hecho de que Santander provincia, ocupaba el número seis por su renta per cápita. Actualmente estamos en el número veinticuatro, con tendencia al retroceso.

También debo decir que las autonomías me han decepcionado debido al pésimo planteamiento de las mismas. Hay autonomías de primera: País Vasco y Cataluña; de segunda: Andalucía, Galicia; de tercera: las dos Castillas, Asturias; de cuarta: Cantabria.


Estas diferencias dan ocasión a profundos desequilibrios económicos y sociales y a romperse la solidaridad entre las regiones. Los catalanes desean más poder y dinero. Los vascos, que ya lograron el máximo poder y el dinero, reclaman la independencia. Estos privilegios son pagados por las autonomías más pobres.

En Cantabria algunos sectores han echado las campanas a vuelo cuando el ministro de Fomento prometió dar un puñado de calderilla a nuestra autonomía. Afirmó que se invertirán 176.309 millones de pesetas en siete años que se distribuyen así: 78.030 en carreteras de alta capacidad; 69.680 en ferrocarriles (23.180 destinado al FEVE); 2.104 al aeropuerto; 26.585 al puerto. ¿Y el ministro de Fomento pretende hacernos creer que con 46.500 millones de pesetas se puede construir un ferrocarril de alta velocidad desde Aguilar de Campoo a Santander? En Asturias para salvar el puerto de Pajares se proyecta un túnel de 25 km. y un nuevo tendido de línea férrea adecuada para soportar trenes de alta velocidad. El tiempo Madrid-Oviedo será de 3 horas y el de Madrid-Santander, 3 horas y 20 minutos teniendo en cuenta que la distancia de Madrid-Oviedo es superior en más de 50 km. que desde Santander.

El trayecto Bilbao-Madrid se realizará en 2 horas y 10 minutos, es decir, 1 hora y 10 minutos menos que desde Santander. Estos datos indican que a Asturias y Vizcaya se las dotará de tren de alta velocidad, mientras que a Cantabria desde Palencia se viajará a 100 km. por hora.

En cuanto a los accesos por autovía a la Meseta, el proyecto no deja de ser otra mala chapuza. Actualmente la distancia por carretera con Burgos es de 145 km., con la proyectada autovía estaremos a 210 km. La autovía Santander-Palencia, que absorbe el tráfico de Galicia, León, Zamora, en Aguilar de Campoo recibirá el flujo de la autovía Burgos-Aguilar de Campoo. No es preciso ser técnico en circulación para poder afirmar que el trayecto Aguilar-Santander quedará congestionado desde el mismo día de la inauguración.


Cantabria precisa dos autovías, la proyectada Santander-Palencia y la segunda Santander-Burgos. Ambas obras debe exigirse que se inicien inmediatamente. Toda la cornisa del Cantábrico tiene este problema resuelto desde hace más de 15 años. Son muchos años marginados que han retrasado la industrialización en la Montaña y no puede admitirse que esta situación se prolongue.

Un diputado de Cantabria, lleno de euforia, decía días pasados en la prensa que «valoro positivamente el presupuesto, que aumenta un 42 %» y afirmaba que la autovía a la Meseta estaría finalizada en el año 2005. Deseo que esté en lo cierto, mas no se puede evitar, analizando los presupuestos y la actividad que dan al proyecto, pensar en que si está en servicio en el año 2008 podemos darnos por muy satisfechos.

Observamos que quienes gobiernan Cantabria han asumido el hecho de que seamos siempre postergados y cuando les ofrecen un caramelo envenenado como este, se sienten felices. Y la razón de este estado de ánimo de nuestros gobernantes está en la impotencia, en conocer que en Madrid les oyen, pero no les escuchan. Carecemos de fuerza, y de no reaccionar a tiempo, Cantabria se convertirá en zona de recreo de los vascos y los descendientes de los indomables cántabros quedarán convertidos en sus humildes servidores.

Por todo cuanto se ha dicho deseamos la unión con Castilla y León, lo que nos proporcionará fuerza para obtener lo que en derecho nos corresponde del Gobierno central. Esta unión no significa que vayamos a perder nuestra identidad, historia, costumbres, tradiciones y forma de entender la vida.

Nos duele el conformismo de las autoridades autonómicas de Cantabria que muestran diariamente con esas desmedidas loas a los ministros del Gobierno central, cuando nos ofrecen unas inversiones que debieron materializar hace veinte años. Lo prometido por el ministro de Fomento ahora viene a incrementar la injusticia mantenida con esta región durante tantos años.

Nuestras autoridades no se movilizan, no protestan contra tanto abandono, es la resignación de la impotencia nacida del fracaso de esta autonomía… Estas son las razones de desear unir a Cantabria con Castilla y León. Preferimos ser cola de león a cabeza de ratón.