Castilla, un resurgimiento material necesario

Por un castellanismo contra la Agenda 2030

"Los que aseguran que es imposible no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo" (T. A. Edison).

miércoles, 12 de agosto de 2015

Castilla, región estatutaria

(Artículo en Heraldo de Zamora, 12 de junio de 1936, p. 1)


Por Francisco de la Iglesia Pinilla


He leído en este mismo diario, la noble repulsa que hace el señor Royo Villanova de la tendencia ya muy fortalecida, de pretender ya para Castilla, un estatuto que la individualice en España, como región autónoma.

Esa repulsa es muy favorable. Sin embargo, no será obstáculo para impedir esa iniciativa jubilosa, ni su conveniente realización.

La unidad nacional está ya quebrantada. Constitucionalmente, no; pero sí la unidad, al menos en el orden espiritual, ha de ser
homogeneidad sentimental, Cataluña, Euskadi, no son fracciones de identidad emocional patriótica, especialmente desde que la excusas y perforaciones abiertas por los geniales arbitristas e innovadores de la mentalidad multitudinaria (Relativa), les permitió el chorro hirviendo del cauterio nacionalista y separatista (Pacto de Donostia).

Ni "Els Segadors", ni el "Gernikako arbola", se originaron, ni se cantan para honrar y solidarizarse con el interior español. No es lírica de simbiosis, sino cantos litúrgicos de centripetismo local, a juro fonético de diversidad racial.

Pero ya pasó la hora de estos análisis; es más oportuno y menos cándido contemplar el espectáculo creciente de dos regiones españolas (histórica, geográfica, política e internacionalmente españolas) que se automizan para caracterizarse como zonas territoriales de vida colectiva propia, de poder público independizado, con leyes y hacienda de su singularidad y... provecho.

No es bastante con ser algo la disidencia del señor Royo y Villanova para que olvidemos totalmente las prerrogativas de nuestra dignidad castellana. Con muy elemental esfuerzo, podemos poner a nuestro estatuto letras jurídicas consaguíneas de la literatura de Las Partidas, páginas de codificación tan virtuales, como la de otros cuadernos estatutarios. Es decir, que sabremos elevar sobre le solar ibérico, un edificio de tantos pisos y servicios regionales y autonómicos, como el de nuestros aventajados convecinos.

La presbicia de muchos viajeros por tierras de Castilla, ven páramos, donde hay barbechos y a pesar de la diafanidad del cielo, que ilumina lejanías, no advierte que van igualando las chimeneas al número de campanarios y que unas aguas canalizadas en el retazo terminal de la cuenca de un solo río castellano, acumula tanta energía industrial, como el carbón de todo el continente. Bastan los granos de una espiga para imponer solidaridades ingentes, que obligan a postular el abastecimiento, si la espiga adiestra su administración y circulación, pues solo sabiendo y controlando lo que cada cual tiene y vale, se realizan las solidaridades ofensiva y defensivas, pero antes hay que construirse y Castilla mientras se fundió en la unidad nacional, se olvidó de sí misma, y hoy se ve obligada a reconstruirse y a ponderarse.

No le queda otro camino, que hacer y reclamar un estatuto.