Castilla, un resurgimiento material necesario

Por un castellanismo contra la Agenda 2030

"Los que aseguran que es imposible no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo" (T. A. Edison).

martes, 27 de febrero de 2018

Debate sobre el regionalismo en Toledo

Por Gamero [¿Celestino Gamero Bejarano?]

(El Eco toledano, 2 de febrero de 1918, p. 1).

“El verdadero regionalismo, éste hay que dilatarle a toda Castilla, según ejemplo de otras regiones”.

domingo, 25 de febrero de 2018

Por tierras de Castilla


Por José Aguilera 



(La Acción, 27 de marzo de 1920, p. 3)

A medida que el tren avanzaba hacia Mora, la salve de Ricardo León de "El amor de los amores", acudía sin cesar a mi memoria ante el hermoso y rico panorama de la fértil llanura manchega, a media legua de la estación férrea, en el fondo lejano de la lozana campiña, compacta de robustos y copiosos olivares, se destaca el pueblo con sus calles rectas y sus casas blaquecinas de pulquérrimo aspecto.

El pueblo moracho, con Almonacid, Villaminaya y otros, fue entregado por el rey moro como regalo de bodas cuando su hija Zaida contrajo matrimonio con Alfonso VI.

El desarrollo agrícola e industrial alcanzado por Mora ha dado margen a que sus habitantes puedan ser propietarios en una proporción de un 85 por 100, y este repartimiento ejemplar de la riqueza, fruto de sacrificio, trabajo y celo persistente da al pueblo una caraterística de independencia conservadora que desafía a todos los tópicos manidos sobre le reparto de las tierras.

No faltan en esta población del jabón, del aceite y del vino, producciones artísticas de valía, atesoradas por el origen moracho de sus inspirados autores.

En tal sentido, merece detenido examen, que lamento no encaje en la brevedad de estas líneas, la magnífica cúpula de la iglesia de la Antigua, pintada por el famoso Benedito, a quien ayudó brillantemente el marqués de Victoria de las Tunas, autor también de un cuadro representativo de la aparición de la Virgen a los pastores, de valioso y reconocido mérito. 

También visité el estudio del pintor don Aquilino M. Maestro, en el que vimos obras de arte, como un retrato natural de una monja, copias de Velázquez y Goya, de Juan de Juanes, etc., tan acertadas como vistosas.

Simpáticos elementos de la población, objeto de estas líneas, me acompañaron animosamente en mi tarea de estudiar y reseñar industrias y comercios, usos y costumbres.

Mucho me honró la amistad del prestigioso acaudalado y eminentemente popular juez municipal don Juan Laveissieve, cuyas orientaciones iluminaron brillantemente mis caminos de lucha en aquel ambiente laberíntico de sordo y apacible vivir.

Tuve el gusto de hablar con mi querido amigo don Manuel Cañaveral, médico que goza de acrisolada fama en esta comarca, y que acaba de instalar su clínica con arreglo a los más notables adelantos de la moderna Cirugía.

Juntamente con la solícita complacencia de nuestros acompañantes hemos disfrutado de un tiempo espléndido.

Por fin, el sol, sin hipocresías, sin tapujos se ha asomado a este pueblo caliguroso y constante, como un anticipo bienhechor de la inmediata primavera.

Me acompaña en esta excursión mi íntimo amigo el culto almeriense Rafael Rumí, y al pergeñar estas cuartillas estamos rodeados de amigos tan amenos y simpáticos como Zalabardo y Cañaveral, Larrazabal y Abad, que con sus gratísima compañía hen hecho deliciosa nuestra estancia en este magnífico pueblo, espejo de costumbres y pletórico de nobles e intensos anhelos de resurgimiento.

sábado, 17 de febrero de 2018

Palabras al pueblo castellano

(Palabras al pueblo castellano (1981) (Cuadernos comuneros))


Palabras al pueblo castellano es un vehículo de transmisión de la palabra de unos poetas inmensos que aman a Castilla y a su pueblo con enorme emoción, con visceral angustia y porque aman y porque sufren, hablan y transmiten su sentir a un pueblo que no habla. Esta palabra del pueblo es la que falta para llegar a un solo criterio de unidad y para marchar con el gran peso ligero de todo nuestro bagaje cultural, de toda nuestra extraordinaria historia, sólo digna de los pueblos que se saben sacrificar, que saben unir los esfuerzos, saben obedecer y saben mandar.

Son palabras que merecen respuesta de otros castellanos para aumentar la piña que necesita nuestra situación de servidumbre actual y la situación española. Con respeto y solidaridad.

El León de ayer, el de hoy y el de mañana

Por Caballero Mier


(Castilla gráfica, revista semanal (Madrid), nº 22, 14 de julio de 1924, p. 20)

De nuestro corresponsal Sr. Caballero Mier.


Existe un general desconocimiento de lo que son y lo que representan muchas ciudades españolas, si estas dencansan sobre la amplia y parda meseta castellano-leonesa. 

Para el artista, para el poeta, que viven fuera del mundo, de la burda realidad, estas ciudades con sus egregias catedrales, sus vetustos muros, sus suntuosos monasterios, su imponderable tesoro artístico, son como una vasta sepultura donde duerme todo lo grande; ün inmenso museo donde la generación presente puede admirar las reliquias de un pasado de gloria y de esplendor. Y este concepto, trascendiendo a la masa general, hace que se crea que estas viejas ciudades son simples reminiscencias del pasudo,.ciudades muertas como no ha mucho decía un consagrado escritor, refiriéndose precisamente a nuestra capital. 


Si nos remontásemos en alas de la Historia a contemplar el León de hace varias centurias, veríamos en él una de las más poderosas capitales, señora de uno de los reinos más gloriosos, pero hemos de ceñirnos a lo presente, que es lo positivo. De la famosa Séptima Legio Augusta, de los Romanos, apenas queda recuerdo, así como tampoco de los más cercanos tiempos de sus famosos reyes; únicamente unas cuantas reliquillas, cantando aquel pasado... 


Hoy, León puede ufanarse de su modernidad, del desarrollo de su industria, de la inmensa riqueza que las entrañas dé su suelo atesora, de la teracidad de sus vegas, de sus vastas extensiones plantadas de viñedo, de su incomparable situación geográfica, de su no igualada posición estratégica, que, en determinado e infausto momento, sería forzosamente un insustituible centro militar. 

León ha sabido como muy pocas de sus hermanas confraternizar el respeto y la veneración que merecen las reliquias de su pasado, con las imperiosas necesidades de su presente; como las mujeres inteligentes y coquetas, sabe ser moderna sin dejar de ser antigua.

Junto al severo monasterio milenario, el suntuoso edificio moderno de cemento armado y vistosa fachada; la sombra de su gentil catedral, cruzada por el elegante auto de paseo o la potente camioneta; el majestuoso silencio de los claustros monacales, turbado por el trepidar de la máquina industrial, férreos latidos de un corazón que vivirá tiempos de prosperidad ya felizmente iniciados.

viernes, 9 de febrero de 2018

De nuestro tiempo

Por Aviceo [Isaac Antonio Vicente]

(Vida manchega, nº 14, 4 de julio de 1912, p. 1)


Regionalismo sobre el tapete de la actualidad, de entre todos los temas de interés el de las mancomunidades es el que triunfa. Y triunfa de tal modo, que hasta quiere traspasar la linde de nuestro campo, especie de coto en el que se niega la entrada a la política. Pero bien mirado, fácilmente nos explicamos la tentación, y aún la flaqueza nuestra de levantar el veto; el proyecto de las mancomunidades es al modo de una satisfacción a las aspiraciones regionales. Y aunque poco es bastante. La historia, la Naturaleza, el clima, las costumbres, el dialecto trazaron una línea divisoria entre una y otra región; y esto, que no es labor de los hombres, sino obra de los siglos, en las generaciones pasadas despertó cierto número de anhelos, más intensos a medida que la descendencia natural, siempre progresiva, de las razas ha evolucionado en sentido de paz,para reconcentrar todas las energías en la obra meritísima de la reconstitución de la industria y la hacienda patrias, base del bienestar social. Cierto que durante algún tiempo la palabra regionalismo fue escuchada en Castilla con prevención; verdad que hasta llegamos a confundirla con aquella otra, rebelde y antipatriótica, importada de las viejas Antillas a Cataluña. Esto motivó lo otro, aunque para ninguno de los dos casos hallemos justificación; la inconsciencia de los unos marchó a la par con la impresionabilidad de los otros, y eso fue todo. Luego pasó la nube, se agotaron las torrenteras, y en los cauces serenos, otra vez cristalizados, nuevamente resplandeció la verdad. Y la verdad decía imperativa; ¡Regionalismo! Pero ya esta vez se nos mostraba en forma de programa político, cuyo lema era ése, y cuya bandera podría tremolar en la montaña y en el llano, en las tierras del Pelayo y en las de Guzmán el Bueno, en Aragón como en Castilla... Se serenaron los espíritus, se despejaron las inteligencias, hubo un paréntesis de sosiego, y luego de parlamentar largo y tendido, la fe y la esperanza revolaron por sobre el país hispano... ¿Quién realizó el milagro? Permitidme que refresque vuestra memoria. 
 


En Marzo de 1907 el gobierno de Maura presentó a las Cortes, suscrito por el tantas veces execrado ministro de la Gobernación D. Juan Lacierva, el concienzudo y amplísimo proyecto de administración local, en cuyo articulado se trazaban valientemente los jalones de la autonomía regional, e incluido en él este proyecto de ahora sobre las mancomunidades, entonces rechazado por los que ahora lo apadrinan; comprendía además toda la organización y régimen de los municipios, entidades representativas, de gobierno y administración, de las provincias, y cuanto con su vida autonómica pudiera tener relación. El solo anuncio del proyecto ahuyentó, más bien extinguió, la fatídica sombra del separatismo, y de rechazo hizo que se entibiaran los odios al centralismo, siempre absorbente y estéril siempre. La política de desatinos, errores y privilegios, vaciada en los viejos moldes, aplicada para todos los casos de todos los pueblos con igual pauta, como si no los diferenciara entre sí todo lo que hemos enumerado al comienzo, mediante el proyecto de administración local cambiaría de rumbo, respondiendo al crónico clamor de las regiones. Se aprobó el dictamen y sobrevino la caída del partido conservador. Pero al cambiar la situación política, la influencia de Cataluña hizo también cambiar de opinión a los que entonces combatieran las nuevas orientaciones autonómicas, y consecuencia de ello es este otro proyecto. ¿Es bueno? ¿Es malo? Resulta laberíntico en algunos casos, peligroso en determinadas ocasiones; se echa de ver la falta de seguridad, o de confianza, de su autor, acaso por ser contrario a sus convicciones, quien sabe si ante la incertidumbre de no contar con el voto de una mayoría afín, disciplinada y convencida, de espíritu amplio, verdaderamente liberal. En la parte orgánica adolece de aquella elevación de miras que animara al proyecto del ¡gobierno conservador; hay pobreza de ánimo en la concesión de atribuciones, se regate a la libertad autonómica con verdadera tacañería, hasta el punto de hacer de la Mancomunidad un organismo enclenque, sujeto a la tiranía política, a la imposición de partido, a la influencia caciquil en último término; y lo que no deja lugar a dudas es que, limitando las atribuciones de la Mancomunidad a cierto número de cosas, y habiendo de solicitar del gobierno la autorización para entender en otras, este hecho, por si sólo, implica trabazón enojosa sino un peligro; todos estamos al tanto de cómo se tramita un expediente en las dependencias del Estado, y más aún en los ministerios. 
Pues con todo, la oposición sistemática al proyecto no nos parecerá bien. Como tampoco nos lo parece la afirmación que alguien tiene interés en repetir respecto al supuesto retroceso del régimen autonómico. Las regiones pueden desenvolverse tanto más cuanto menores trabas se opongan a sus iniciativas. Y tanto más ganará la nacionalidad cuanto mayor sea el progreso regional. Podrá discutirse esta afirmación; acaso sea rechazada por algunos —también las minorías se imponen—, que creen ver, o que les conviene ver en peligro la integridad de la patria; pero al fin se impondrá el régimen autonómico. ¡No veis que ya se disputan los partidos turnantes! Todo es cuestión de tiempo.

Castilla en el pensamiento de Francisco de Vitoria

Por José Antonio González Casanova 


(Teoría del Estado y Derecho Constitucional (1986), p. 71)


Francisco de Vitoria, entre los juristas del siglo XVI, identifica "comunidad perfecta" o política con República y Estado, siendo aquella "que es por sí todo, o sea que no es parte de otra República, sino que tiene leyes propias". En su obra De Indis (1539) cita como "estados" a los reinos de Castilla y Aragón y a la ciudad de Venecia.