Castilla, un resurgimiento material necesario

Por un castellanismo contra la Agenda 2030

"Los que aseguran que es imposible no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo" (T. A. Edison).

viernes, 16 de noviembre de 2018

Desde la altura


Por Andrés Torre Ruiz


(nació en Munilla, 1882)

(La Rioja, diario político, 6 de octubre de 1908, p. 1) 

He subido a la cumbre bien amada / y he pisado la nieve inmaculada / que besa el sol cuando despunta el día / con temblor palpitante,/ como un recién nacido besaría / la patriarcal melena de un gigante.

Aquí es donde las águilas veloces / cruzan el cielo con las alas combas,/ y son murmullo las airadas voces,/ y son susurro ls revueltas trombas.

Aquí en la altura se arrodilla el alma,/ y escucha el hombre con fervor contrito,/ el ritmo eterno, la implacable calma,/ y la sublime voz de lo infinito.

He subido a la cumbre./ El Padre Sol en el cenit se inflama,/ y son sus hebras de dorada lumbre / inmenso mar de creadora llama.

Cuando su luz desciende,/ pone un fulgor sobre las pardas rocas,/ y la tierra fecunda se abre y hiende / en grietas mil como anhelantes bocas.

En la falda del monte que se eleva,/ como un misal abierto / sobre el augusto altar de la llanura,/ corre por las encinas savia nueva,/ y hay un confuso temblador concierto / entre los pliegues de su sombra oscura. 

En cada verde rama florecida,/ todo nido es un cáliz milagroso,/ donde se obra el misterio prodigioso / y el amor se hace carne y se hace vida. / El monte guarda amor: en su penumbra / rompe la plenitud de tod germen,/ y el polvo de oro de la luz alumbra / secretas ansias que en los seres duermen. 

Cada tronco jugoso,/ cada insecto que vuela rumoroso,/ cada brote fecundo, cada extendida fibra,/ es la cuerda de un arpa donde vibra / el alma universal madre del mundo.

Desde las altas cumbres de la tierra / y desde la granítica y segura / cumbre del pensamiento,/ todo se modifica y transfigura:/ la muerte es la sombra que no aterra / todo luchar una armonía
encierra,/ y todo tiene vida y movimiento.

Ante mis mudos ojos asombrados, / las azules montañas se aparecen / como tropel de monstruos encantados / los verdes montes que en su falda crecen,/ son cámara fecunda y recatada,/ por el amor bendita,/ y la parda llanura dilatada,/ por los surcos cruzada,/ ¡es una frente inmensa que medita!

¡Hosca llanura de mi tierra hidalga! / ¡Solemne panteón de glorias viejas! / ¡Dejad que a su recuento el verso salga como un enjambre zumbador de abejas!

¡Ay! ¡Cuántas veces al morir la tarde,/ cuando la última luz palpita y arde / con rojizo fulgor de oro fundido,/ tu voz severa, paternal y augusta,/ ha puesto sus palabras en mi oído,/ y la fe de mi poder ha revivido / amplia, triunfante, juvenil, robusta!

Porque tú eres la cuna de los fuertes,/ y en tus canciones viertes / como una llamarada de consuelo,/ la contextura recia de tu suelo,/ el severo rumor de tus crepúsculos,/ y el callar de tus noches bien serenas...

¡Eres la madre de las almas buenas,/ de los hombres austeros todo músculos,/ y de las hembras arrogantes, plenas!

El torbellino de la lucha, atrajo / tu espíritu en pretéritas edades.

¡Hoy eres un inmenso Tiberiades / calmado por el Cristo del Trabajo!

¡Página que recuerda eterna gloria! / ¡Manantial de purísima belleza! / ¡Eres un yunque!¿Sobre ti la Historia / fundió 
el alma española en una pieza.

Al arrancar en el cordaje tenso / de la lira, mi canto a lalla nura,/ vigoroso e inmenso,/ no, no es de más si la pasión fulgura,/ si la voz tiembla y la mirada brilla,/ porque ella es la mansión de mis amores,/ y el vetusto solar de mis mayores donde quiero morir ¡Ella es Castilla!

Castilla, sí. Cuando su nombre brota / como vibrante nota / hay un fuerte temor de orgullo sano, y en comunión altruista y secreta / se abrazaban mis ensueños de poeta / con mi austero pensar castellano 

¡Hogar de profundas rebeliones! / ¡Cuna de las arraigadas convicciones! / ¡Vestal de las sublimes libertades guardadas a través de las edades por su espíritu audaz, noble y entero!... / 

¿Qué césar osaría esclavizarte,/ si cada castellano por guardarte,/ lleva en su corazón un comunero?

En el glorioso y secular camino / que recorriste con segura planta,/ con palio de laurel te ornó el destino,/y fuiste en el ayer tres veces santa.

Madre de un pueblo enérgico y valiente,/ fundiste a España en un brazo ardiente;/ y tu entereza, que jamás se doma,/ llevó a un virgen remoto continente,/ el fuego de tu Dios y el de tu idioma.

Hoy, nuevo Prometeo encadenado,/ encuéntrese tu espíritu enclavado / en la meseta, corazón de España,/ y no te falta un hijo que te ofenda / y como buitre mísero pretenda hundir su pico en tu sangrienta entraña.

Pero no te acobardes ni te asombres,/ y sobre las miserias de los hombres,/ vierte el agua lustral de tu cariño / que purifica y que redime todo... 

¡Tu nombre pasa sobre el sucio lodo / impoluto y trunfal, como el armiño!

Piensa en lo porvenir, descorre el velo / que en su eterna labor forman las horas; / ¡en el ancho horizonte de tu cielo aun brillan para ti muchas auroras!

Oidme, peregrinos soñadores,/ los que traéis al mundo la sagrada / misión de convertir en gayas flores / todas las inquietudes y dolores / que cruzan vuestra frente atormentada;/ los que adoréis en la belleza pura,/ y a su armoniosa desnudez eurítmica,/ ponéis como flotante vestidura / el gran tesoro de la forma rítmica; / los que sabéis sondar en los futuro / con ojos de condores o profetas:/ ¡Escuchad mi consejo y mi conjuro!/¡A vosotros os hablo!¡Oid, poetas!:

No rindais parias a la musa exótica / que cruza los jardines autumnales / como una sombra pálida y clorótica rememorando ensueños virginales.

Sea vuestra rotunda poesía / como el acero vibrador y terso / y poned en la médula del verso / restallidos y chispas de energía.

¡Que haya en ella pasión! ¡Ritmar la estrofa / al compás de la sangre en vuestras venas; / y despierte doquier placeres, penas,/
odio, alegría, compasión y mofa!

¡Para los gritos que en el mundo oísteis / tened siempre una nota de consuelo,/ y alentad la esperanza y el anhelo / en la tierra bendita en que nacisteis!

Fundid el alma de Castilla entera, / y cincelada con martillos de oro,/ como Dios creador quiso que fuera:/ noble, meditativa, amplia y severa,/ todo arrogancia y material decoro.

Y aunque su historia es grande y ensalzada,/ no la orienteis hacia la edad pasada,/ -siempre todo pasado es algo muerto / -ni la dejéis vivir petrificada / como la muda Esfinge del desierto.

¡Ponedla cara al sol! Que haya en su frente / esa luz increada,/ a cuyo resplandor tiembla el creyente,/ y el ansia de avanzar en su
mirada,/ que todo lo adivina y lo presiente.

¡Orientadla hacia mundos ideales / donde todos los hombres son iguales,/ y la justicia en maternal abrazo / duerme a la humanidad
en su regazo;/ donde libre y tranquila la conciencia / bebe en las puras aguas de la Ciencia / la Verdad que la ensalza y la redime,/ donde nadie tiene hambre y nadie gime,/ donde la luz del bien crece y se aviva,/ donde el amor, excelso soberano,/ teje una universal guirnalda viva / con los hombres cogidos de la mano!

¿Hipótesis o ensueño? ¡quien lo sabe! / Acostumbraos a guiar la nave,/ como Colón hacia inseguros puertos;/ sed como nuestro padre don Quijote,/ y para desfacer torpes entuertos / llevad siempre la lanza en estricote.

¡Luchad, que nunca lucharéis en vano!/ y pensad en el vate castellano,/ que nos dejó al morir la rica ofrenda / de sus más adoradas ilusones; / pensad que aún vive y sin cesar os grita:

¡Sursum corda! Elevad los corazones / hijos nacidos de mujer.La senda / es escabrosa, pero no infinita.

sábado, 3 de noviembre de 2018

Mensaje

(Castilla, revista regional ilustrada (Toledo), nº 23 (25 de febrero de 1919), p. 27)



Al Excmo. Sr. Presidente del Consejo de Ministros y a las Cámaras de Comercio e Industria de Castilla la Nueva, Castilla la Vieja y León.




La Cámara de Comercio de Toledo, reanudando la historia de las reivindicaciones castellanas, aspira a preparar un movimiento de opinión, distinto del de las Comunidades y de la Unión Nacional, dos intentos malogrados, por falta de conciencia colectiva. El primero tuvo tres mártires y el segundo uno, que murió sólo, porque los apóstoles, que hace 20 años le seguían, hipotecaron el credo castellano a la corrupción, que anatematizaban. Esos apóstoles viven. ¡Y cómo viven!. Con escarnio, con vilipendio del propio decoro y del decoro nacional; en comandita de publicidad y de orgía, para frustrar los movimientos sanos de opinión, incorporándose a ellos con las más impuras intenciones.


Las colectividades, que en Castilla defienden intereses tan santos como los de la cultura y de la riqueza del pueblo castellano, no deben consentir, ni un minuto más, que los falsos redentores, que
llevan en la conciencia salpicaduras de lodo y en sangre impuros mestizajes, se arrogan la representación de Castilla, después de haberla entregado de pies y manos atada, a quien le impuso nuevamente el yugo.

Nuestra misión es pedirle al Poder cuáles son sus deberes, para con la Nación y para Cataluña, y hacer un examen de conciencia pública de los derechos y fueros castellanos. Para eso pedimos una Asamblea magna, con la colaboración de las Cámaras de Comercio de las tres Regiones castellanas y con la representación del Gobierno, convocada en esta ciudad de los Concilios, en esta ciudad, cuyo escudo, hay un águila, cuyas alas simbolizan el ideal para volar por el cielo, y en cuyas garras está la fuerza, para defender su derecho a la vida, base y condición de todos los derechos y deberes cívicos. En la plaza de Padilla, de la ciudad de Toledo, sembrada de sal, retoñaron estos brotes de espíritu castellano.

La Cámara de Comercio de la Imperial ciudad se cree obligada a esparcir por la tierra y por la conciencia castellana, esta simiente de libertad, santificada con la sangre del pueblo y de sus caudillos
en Villalar.

Venimos, pues, a continuar la historia de las reivindicaciones castellanas, ante el Poder central, recogiendo las necesidades, los problemas vivos del pueblo castellano. Queremos reivindicar nuestra
libertad plena; pero puesto que España y la Nación son hijas del esfuerzo de nuestros padres, no hemos de consentir, que se despedace un patrimonio espiritual y territorial, común, del cual, por espacio de cinco siglos, nos alimentamos todos como hermanos, cobijados al amparo de una madre única y de una tradición idéntica. (...)

viernes, 2 de noviembre de 2018

Asociación de Escritores Regionalistas Castellanos

(La Región (Santander), 29 de mayo de 1936, p. 8)


Se ha celebrado la asamblea para constituir la Asociación de Escritores Regionalistas Castellanos, asistiendo un número escogido de escritores, además de valiosas representaciones.

Se acordaron los Estatutos por los que se ha de regir la Asociación y quedó constituida con gran entusiasmo la Asociación de Escritores Regionalistas Castellanos, con domicilio en Madrid, calle Don Felipe, 10, tercero, la cual ha de proporcionar días de explendor a los valores de Castilla, y ha de cooperar a formar una conciencia regionalista castellanoleonesa.

Se nombró la Junta directiva, que quedó compuesta por don Gregorio Fernández Díez, presidente; don Manuel de la Parra y de la Cruz, vicepresidente; don Albino Sanz, secretario general; don Nicomedes Sanz y Ruiz de la Peña, vicesecretario; don Carlos Alonso Sánchez, tesorero; don Fausto González Hermosa, vocal representante de Castilla la Nueva; don Felipe de las Heras, vocal de Castilla la Vieja; y don José Antonio G. Santalices [sic], vocal representante de León.

Se establecieron normas para la labor a desarrollar por los asociados destacándose las de propaganda oral y escrita, actuación de todos los asociados en cuantas manifestaciones económicas, artísticas y de otra índole, siempre que no fueran políticas y apoyo de la Asociación para todo lo que redundara en beneficio de Castilla, como región y como parte integrante del país.

Se acordó iniciar las gestiones y trabajos pertinentes para la organización de una revista que fuese órgano de la Asociación.

Se levantó la asamblea en medio del mayor entusiasmo.

domingo, 28 de octubre de 2018

Ecos de Haro


(La Rioja, diario político, 10 de julio de 1920, p. 2)

Queda enterada la Corporación municipal de una carta suscrita por el alcalde de Villalar invitando al Ayuntamiento de Haro a asociarse a todos los de Castilla para erigir un monumento dedicado a honrar la memoria de los comuneros Padilla, Bravo, Maldonado y doña María de Pacheco, para cuyo fin solicitan la concesión de una subvención. Se acuerda que sea informada la Comisión de Hacienda, haciendo resaltar la Presidencia la simpatía con que el Ayuntamiento ha visto la idea del de Villalar.

viernes, 26 de octubre de 2018

¿Y el Estatuto de Castilla?

Por Juan de Torezano

(El Adelanto (Salamanca), 21 de julio de 1931, p. 3)



Todas las regiones españolas han reivindicado su personalidad, han redactado sus proyectos de Estatuto y, a estas horas, trabajan ahincadamente para verlos hechos realidad.



La cuestión es, en efecto, única. Quien no haga valer ante las Cortes Constituyentes, en esta hora de revisión, sus derechos
históricos y peculiares, sus intereses de raza y de geografía, sus libertades particulares y sus hechos diferenciales, será porque no los tenga o porque no los merezca.

Una constitución no se hace todas las semanas; un estudio jurídico no se estructura todos los días. Si alguien pierde tan oportuno momento, habrá de quedarse durante mucho tiempo, tal vez para siempre, condenado a la esclavitud y silencio.

Y me estoy temiendo que ese alguien sea la Cenicienta eterna: Castilla.

Mientras España ha sido una entidad homogénea, una persona jurídica unitaria e indisoluble, bien estaba el que los castellanos sacrificásemos nuestros hechos diferenciales por la armonía común.

Pero ya se ha visto demasiado que cuatro siglos de centralismo no han bastado para borrar los particularismos regionales, ni siquiera para atenuarlos. El sacrificio de Castilla entregando su personalidad ética e histórica para ser fundida en el crisol
de la España unitaria, sobre ser estéril; ha sido desagradecido. Nuestra nacionalidad, la más fuerte antes de la unión, la más diluida de la actualidad, la hemos perdido a cambio de un rencor de nuestros consocios, de una acusación injusta de opresión.

He aquí a Castilla pobre, y a los demás países españoles, ricos. He ahí a todos redactando su pliego de cargos y a Castilla muda e indecisa, dispuesta tan solo a escuchar y callar.

¿Qué hemos ido ganando ganando en la larga era del centralismo? Nada.

¿Qué sacaremos de la próxima estructura federal? De seguir en nuestra apatía, no obtendremos otra cosa que el diploma de vencido,
el papel del tirano caído, a quien no se agradece la libertad que otorga, pues que la entrega por la fuerza.

Y la verdad es muy otra, Castilla es el único ejemplo en la tierra de la nacionalidad que se entrega espontáneamente para fundirse
con otras menos potentes que ella. Castilla es la única nación descubridora y conquistadora de mundos que, lejos de imponer sus 
ambiciones imperialistas, se abandona, se borra, se autoexcluye para intentar la creación de un algo grande y superior así misma. Si
la genialidad política de Castilla no hubiese concebido el quijotesco disparate de suicidio para dar vida al mito de la nación 
centralizada, si hubiera procedido con el imperialismo vulgar de las demás naciones vencedoras de la historia, a estas horas no 
redactarían sus estatutos las regiones que fueron antaño más o menos libres, porque a estas horas, en el solar de España, no habría más 
edificio que Castilla.

¿Cuáles son las causas? ¿Incapacidad? ¿Inferioridad? No, Castilla es víctima de su misma grandeza. Tan alto soñó, que creyó poder 
sustraerse a las leyes perpetuas de la historia humana. Pensó que la sería factible sobreponerse al dictado de "dominar o ser dominados". Supuso a los demás tan altruistas como ella e imaginó que del sacrificio de todos en abdicar de lo suyo iba a alumbrarse un conjunto soberano de protección nacional.

Y al desvanecerse el sublime error, no tiene Castilla, a pesar de sus muchos intelectuales, una intelectualidad castellana, genuina, 
que redacte su estatuto, que haga revivir sus derechos históricos, que sepa reclamar sus libertades tradicionales.

Mientras de todos los extremos de la península surgen las demandas de derechos y las afirmaciones particularistas, los partidos centralistas siguen enviando a las provincias de Castilla sus candidatos cuneros y nuestros periódicos sigan explotando (todavía) 
la nota unitaria y del llamado interés general.

Los instantes apremian, el tiempo vuela y dentro de unas semanas la gran Asamblea discutirá los derechos de todos los pueblos 
hispanos.

Es preciso que discutan los nuestros igualmente, pero no de un modo general, sino esencial.

Quisiera tener una autoridad de que, por desgracia, carezco, para encararme con todos los intelectuales de Castilla y gritarles
el apóstrofe sublime de Castelar:

-¡Levantáos, esclavos, que tenéis Patria! 

La Diputación y los ayuntamientos de la provincia


(Diario de Burgos, 23 de mayo de 1931, p. 2)


En la última sesión celebrada por la Diputación Provincial, se dio cuenta de un escrito del alcalde de La Horra pidiendo a la Corporación que convoque una asamblea de muncipios burgaleses para estudiar y resolver lo que proceda con respecto al proyecto de estructuración federal de España.

En tal sentimiento están inspiradas dos cartas que el mismo día publicábamos en estas columnas, de los alcaldes deVillovela de Esgueva y Villafruela.

A continuación insertamos copia de la solicitud del Ayuntamiento de Palacios de la Sierra abundando en las mismas apreciaciones. A ésta seguirán otras.

Es de sumo interés y merece especial atención este despertar de los pueblos ante el problema nacional, cuando hasta ahora las masas rurales han vivido al margen de tales cuestiones. 

Sin embargo, la Comisión gestora de nuestra Diputación no lo ha comprendido así, considerando prematuro este asunto, toda vez que corresponde a las Cortes fijar la estructuración de España.

Indudablemente se trata de una confusíón, pues no queremos creer que nuestros diputados tengan la vista tan apartada de los anhelos y de la trascendencia de los momentos actuales.

En todas las provincias se nota el natural movimiento precursor de la lucha que se avecina. Cada una se preocupa de buscar la postura que debe adoptar para no resultar arrollada en el marco que mejor encaje. Sólo faltan dos meses escasos para que el debate del que puede resultar la ruina de unas comarcas y el florecimiento de otras, se desarrolle en toda su amplitud.

Y en estas circunstancias nuestra Diputación se encoge de hombros se desentiende del problema y cree que es prematuro tratar de él. Cree que son las Cortes las que deben decidir de nuestro porvenir, sin la menor intervención nuestra. Y esto cuando Cataluña se dispone a redactar el estatuto del estado catalán y otro tanto hacen Galicia, las Vascongadas, Navarra, Valencia y otras.

Repetimos que no creemos en una ofuscación semejante y que indudablemente se trata de un error que los mismos diputados se apresurarían a deshacer.

Burgos debe en esta hora crítica, estudiar lo que más conviene y después de bien definida su actitud y sus aspiraciones, buscar el contacto con las provincias hermanas para establecer el acuerdo.

Pero al decir Burgos no nos referimos a la capital, sino a la provincia, pues de sus intereses se trata y la más elemental idea democrática, exige tener en cuenta la opinión de los ayuntamientos especialmente cuando de ellos parte la iniciación.

Esto hace la Diputación de Navarra, la de Logroño, la de Valladolid, por no citar más que las próximas, y esto debe hacer la de Burgos y seguramente lo hará en cuanto a sus manos lleguen las instancias anunciadas de los pueblos.

Es una obligación que no puede delegar pues su responsabilidad sería inmensa si por omisión resultase nuestra provincia arrollada y su porvenir destruido. Puede perdonarse un error, pero no una deserción.

Seguramente son inútiles estas excitaciones y en el ánimo de los diputados está el abordar este magno problema en toda su extensión.

Por el Ayuntamiento de Palacios de la Sierra, ha sido dirigida la siguiente instancia: 

"Excmo. Sr. Presidente de la Diputación Provincial de Burgos.

Excmo. Señor:

El que suscribe, alcalde presidente del Ayuntamiento de Palacios de la Sierra, en nombre y representación del mismo, ante V.E. respetuosamente como mejor proceda expone:

Hace muchísimos años que entre la región catalana y el Gobierno español constituido, ha existido una tirantez de relaciones de la que siempre pagó los vidrios rotos la desdichada Castilla: aquélla 
interesada porque se resolviera el pleito de su autonomía que constantemente solicitaba; el Gobierno Central sin salir de su vida rutinaria, sacrificando quizá todo el comercio del resto de la Nación para contentar en parte a los catalanes que amenazaban con independizarse, así las cosas hasta que la corrompida y carcomida Monarquía ha sucumbido.

Los intereses de Castilla no son iguales que los de otras regiones y menos que los de Cataluña, y con la República ha llegado el momento de trazar la forma en que ha de regirse ésta. Por otra parte vemos 
la República de los Estados Unidos y la de Suiza, en que cada Estado y cada Cantón, no sólo son distintos sus intereses, sino sus costumbres, su religión y en la última, inclusive su idioma, y a pesar de todo ello con el sistema de República Federal en conjunto y los Estados o Cantones soberanos e independientes entre sí, en el que cada uno tiene sus limitaciones que se ha impuesto a su favor y en beneficio de la comunidad gozan de una independencia modelo de democracia. Este alcalde rural, basado en estos modelos y toscos argumentos, con fecha 16 de mayo actual, entre otros acuerdos, ha tomado un particular que dice:


"Hace presente el señor alcalde a sus compañeros la hora histórica que hoy atraviesa España, que aun cuando felizmente la República ha dado el paso gigantesco que anhelaban la mayoría de los españoles, hasta que las Cortes constituyentes digan la última palabra sobre la forma de en que ha de regirse dicha República, y teniendo en cuenta lo ha hech la región catalana, que adelantándose a las demás regiones se le ha concedido la autonomía federal, sería muy conveniente que nuestra región se ponga alerta para la defensa de sus intereses.

Quedan enterados y acuerdan que teniendo en cuenta las atinadas razones expuestas por el señor alcalde, que por dicha autoridad , se eleve respetuosa instancia a la Excma. Diputación para que convoque a una asamblea de municipios burgaleses y aún más factible a toda la región castellana, para regular la autonomía federativa de Castilla, que por derecho se nos debe conceder.

En méritos de todo lo expuesto no dudo que V.E. con su elevado criterio, sabrá interpretar mejor las necesidades y aspiraciones que a Castilla corresponden.

Viva V.E. muchos años.

Palacios de la Sierra a 19 de mayo de 1931.- El alcalde, Pedro Simón.- P.S.M., el secretario, Tomás Medrano."

miércoles, 24 de octubre de 2018

Los mil y un días: Castilla y Madrid

S.f.

(El Porvenir Castellano (Soria), 4 de setiembre de 1930, p. 2)


Este pequeño grupo de catalanes herméticos incionados e irreflexivamente impulsivos que en una confusión muy peligrosa hablan indistintamente de Castilla y de Madrid constituyen el escollo perturbador en todos los caminos de concordia nacional. Es necesario pues destruirlo. Realmente el empeño no es nada difícil. Basta con manejar el verdadero ariete contra el reductor de la incompresión fanática de este grupito.

No, no... Castilla no es Madrid. Y no solo Castilla es Madrid, si no que tiene en un feroz como Barcelona. En realidad Madrid lo es de toda España. Pero ni el tiempo cabe inculparle de alguna responsabilidad.

Madrid ha incurrido en el desdén contra el resto del territorio en que incurren inevitablemente las ciudades capitalizadas que personifican la centralización.

Ese desdén de Madrid hacia las provincias españolas es el mismo de París hacia las propias francesas. A lo que parece la absurda actutud es una mácula de nuestro latinismo porque en realidad no se produce en las nacionalidades de otros orígenes y es evidente que tuvo en Roma su exaltación más inflamada. Pero es latinidad nuestra es entre nosotros muy poco visible y solo conserva Madrid unos de sus aspectos. El más irritante. El que pudiéramos llamar "metropolitanismo".

Pero Castilla por su propia condición de pueblo con raíces en la tierra es opuesto a él. Castilla oh, amigos catalanes! es la víctima inmediata de Madrid, que no es un trozo de Castilla, pero es de la Mancha.

A Valladolid, que no tiene otra mácula en su historia que la de ser cuna de Felipe II, el rey más tristemente célebre le despojó Madrid de su capitalidad a virtud de un capricho de un versátil. A Alcalá de Henares de la que el Cardenal Cisneros anticipándose a una visión que es hoy universal, hizo la primera Ciudad Universitaria lo despojó de lo mejor de la historia. Estos desafueros no 
han sido nunca comentados, constituyen dos ofensas fundamentales que ha recibido Castilla de Madrid. En cuanto a los políticos no deben olvidar Cataluña y más concretamente Barcelona, que si frente a los derechos catalanes hubo un Felipe IV frente a los castellanos hubo un Carlos I y un verdugo en Villalar.

El campo germinará la renovación, pan de nuestro espíritu como germina el trigo, pan de nuestros manteles. El arado y la hoz y sus hombres, es lo único que conserva incorrumptible [sic]. Si los gobernantes viejos se hubiesen ocupado de enseñar a los campesinos a leer y a escribir, otra hubiera sido la linea de nuestra ruta.

Pero hacían lo contrario, porque es más fácil gobernar a gente analfabeta que a gente iniciada en el saber elemental. En Rusia fueron posibles los autócratas porque los campesinos lo ignoran todo. Y en España es posible por la misma razón la impureza del sufragio nuestro, modo nacional de autocracia.

Hay un escritor reciamente castellano y aún castellanista que como escribe bajo la finaza que le da su cultura y su vocación, pasaría naturalmente en Madrid por un desconido. Se llama D. Gregorio Fernández Díez. Yo, aun sin participar de algunos de sus puntos de vista, sigo la huella de su pluma con mucho interés. Me parece por otra parte un escritor representativo de los modos de Castilla "que crea a los hombres y los desgasta".

Posiblemente no hay tierra en el mundo con gentes más individualizadas, es decir con menos tendencia al contacto. Yo que soy de Valladolid, crecí en Segovia y seré enterrado en Alcalá de Henares, no tengo en Valladolid más lector que un ahijado mío (espiritualmente, mi hijo único) en Segovia algún compañero de mi adolescencia y en Alcalá algún cura que tenga prisa por dejar caer sobre mí su responso. Mi ferviente amor a Castilla, mi inflamado amor a Castilla se consume en la soledad, pero es más fuerte que el desdén y la ausencia.

domingo, 21 de octubre de 2018

Los intelectuales castellanos


Por Gregorio Fernández Díez

(El avisador numantino (Soria), 2 de abril de 1930, p. 1)

El acto de confraternidad celebrado días pasados en Barcelona, entre intelectuales catalanes y castellanos, podemos juzgarle como un episodio más, acaso un tanto lírico ya que en verdad, ninguna transcendencia ha tenido ni del mismo han de derivarse consecuencias efusivas ni prácticas.

Antes de seguir adelante y verter nuestro sincero y crítico pensamiento respecto del acto y de los actores, séanos permitido, sin altisonancias de intelectual, manifestar, no solo nuestro respeto hacia la lengua catalana, que nos es familiar, que hablamos y escribimos, sino el reconocimiento más explícito del derecho, por parte de Cataluña para hablarla y cultivarla libremente y en fin, en otro orden de cosas, que no nos asusta, antes bien en provecho común deseamos la solución del pleito catalán, dentro de un régimen federal de un sistema en que no haya privilegios, sino la igualdad más absoluta para todas las regiones; y para terminar, consignamos que ni los intelectuales llamados castellanos que han ido a Barcelona son los únicos representantes de nuestra cultura.

La cultura castellana, ni los únicos hombres comprensivos de las inquietudes de Cataluña, aunque sea más exacto que sean los únicos que no comprenden nuestro problema, el problema castellano que es también otra realidad.

Pero volviendo al acto hemos de reputar que ha carecido de trascendencia por un nuevo error político de los catalanes invitantes, más políticos que intelectuales y por otro error de jactanciosa vanidad por parte de los invitados que no han representado a Castilla, por la sencillísima razón de que ésta, no les ha delegado ni conferido su representación y además porque no han interpretado sino parcialmente el sentir de Castilla.

Pero antes de seguir adelante en los comentarios por propia cuenta, no queremos dejar de transcribir las manifestaciones de "El Liberal", de Madrid, a este respecto que son del siguiente tenor: "Conviene aclarar un equívoco en bien de todos. ¿Qué elementos han sido invitados por la representación de Cataluña? Los comentaristas de periódicos relacionados con aquélla por una reciprocidad de colaboraciones interesantes desde luego; un sector de derechas que ha tratado con simpatía el problema de Cataluña; cuatro o cinco personalidades indiscutibles y dos o tres que hubieran tenido un gran disgusto si no se les hubiese incluido en el requerimiento". Y luego dice "El Liberal": "¿Más basta con los requeridos para dar una idea exacta del acercamiento de la intelectualidad madrileña a la catalana? Creemos que no basta, sino que puede representar andando el tiempo un exclusivismo perjudicial" y para terminar añade un este párrafo: "Lo mejor de Madrid y lo mejor de Barcelona"
intitula un periódico barcelonés, y esto es mucho decir. Cataluña y Madrid. Tampoco así está bien: "unos cuantos intelectuales y otros tanto residentes en Madrid". 

Como verá el lector, la expresión de "El Liberal" es de un acierto rotundo hasta en el menor detalle, porque decir residentes en Madrid significa que no todos aquellos intelectuales son madrileños; decir Cataluña y Madrid no basta; significa que la aproximación que se ha de buscar es, no la de Cataluña con la Corte, sino con Castilla, con todaCastilla, lo que en definitiva equivale a decir que Madrid no es, ni mucho menos, ni el corazón, ni el único valor de Castilla, ni de la histórica región, aspecto que para lo sucesivo es conveniente que no olvide Cataluña. Pero aún hay más; una mitad de aquellos intelectuales son muy secundones: en Madrid hay centenares, millares de valores más positivos; luego la inmensa mayoría de los hombres no son castellanos: son gallegos, valencianos, aragoneses,
catalanes residentes en Madrid o vascos y no es lo mismo, ¡qué va a ser lo mismo! Castellanos han ido pocos y de ellos aun deberíamos en justicia prescindir de los madrileños, frívolos, oscilantes en sus gestos, insinceros y desde luego desconocedores de los problemas de Castilla que tan cerca tienen, y en fin, desinteresados en absoluto de los problemas regionales de nuestra vieja Castilla, cuya mayor desgracia es que cuente con hijos que la olvidan.

Menguada estaría Castilla si esos hombres fuesen los único o simplemente lo mejor de su representación intelectual. Hay que convenir en que los invitados por Cataluña lo han sido más a título de gratitud política que en otra significación y hay que señalar que haber hecho la recluta solo en Madrid, prescindiendo de las quince restantes provincias castellanas, de esas provincias que cuentan cada una con Ateneo, con prensa, con literatos, con hombres que están en relaciones comerciales con Cataluña, que tienen, en fin, una gran reserva de intelectuales en sus gloriosas universidades de Salamanca y Valladolid, es, repetimos, una lamentable equivocación.

Barcelona, amigos catalanes, por su población, por su intelectualidad, por su riqueza, pesa más sola que el resto de la provincia y de Cataluña; Madrid, no; porque aunque parezca paradógico, los castellanos, menos centralistas que lo que se cree, con un sentido individualista extremado, no vamos a remolque de Madrid, de ese Madrid cuyo ambiente frívolo y oportunista será resultado de un temperamento elaborado por la colmena de audaces, de arribistas, de eclépticos, de figurones que allí
llegan procedentes de todas partes, pero que no son castellanos.

Castilla, catalanes, no va remolque del Madrid político del que está disociada. A este efecto quiero recordar que a fines de 1918, el Madrid político, el Parlamento iba ya a otorgarnos la autonomía integral, cuando las Diputaciones castellanas se levantaron proclamando que Castilla necesitaba al mismo tiempo, ni antes ni después, otro Estatuto para su autonomía.

Por nuestra parte, nosotros castellanos, regionalistas castellanos, castellanistas, federales propicios a toda inteligencia, protestamos enérgicamente de que un puñado de hombres, por muy intelectuales que sean, por el mero hecho de escribir en castellano o de residir en Madrid, se abrogan la represntación de Castilla, los unos porque no son castellanos, sino aragoneses, gallegos, valencianos, catalanes residentes en Madrid o vascos o aun bizkaitarras como Urgoiti; los otros porque aun siendo
castellanos jamás hemos visto que hayan defendido ni el espíritu, ni la personalidad, ni los intereses castellanos.

Cataluña a estas horas les debe a esos hombres la gratitud de un gesto o de unas alabanzas, aunque sean merecidas; Castilla no les debe nada; de los que no son castellanos no ha recibido una caricia, de los que lo son, tampoco; y si así se portan con su tierra cuna; si no han demostrado sus afectos del alma a Castilla, séanos permitido advertir a Cataluña para que no se engañe, que nosotros abrigamos la duda de la sinceridad de su adhesión y aun más, no creemos ni siquiera en los deseos de hacer cultura, ni de dar a España una estructura federal, porque jamás se les ha visto expandirse por Castilla, ni enseñando ni predicando. ¿Es porque residen en Madrid, donde la frivilidad y  eleclepticismo acomodaticio han infestado el ambiente? Allí cada cual va a su negocio. La intelectualidad e Madrid suele ser un negocio más.

sábado, 29 de septiembre de 2018

El porvenir de Castilla y de su industria


Guerra al señoritismo


Por Mariano de Santiago Cividades


(El Adelanto (Salamanca), 24 de setiembre de 1932, p. 3)


Si Cataluña y otros pueblos del Norte con la aprobación de Estatutos y mercedes, consiguen mejoras en su economía y adelantos industriales, ¿qué papel queda a los habitantes de las mesetas castellanas, donde el trigo y productos agrícolas, cuestan tanto producirlos como ellos valen, las ganaderías están depauperadas, hay pocas industrias y aumentan los sin trabajo?

¿Tendrán que emigrar a las costas? ¿Acaso cambiar de rumbo y trabajar con afán? Como esto es una verdad, aunque no sea agradable,
es preciso hablar claro.

Se van terminando los tiempos en que se podía vivir de la renta y apellidos; los hijos de los propietarios, después de recibir instrucción adecuada, deben ponerse al frente de sus dehesas y plantaciones; la agricultura no quiere nobleza.

Si la aristocracia española hibiera vivido cerca de los colonos, y hubiera mejorado sus fincas, y atendido a sus míserias, no tendría que lamentarse de la Reforma agraria. Los kuloc o hacendados rusos que vivían en el campo, siguen explotando sus fincas a pesar del comunismo. Pero esos señores salían algo más de sus fincas, que los conejos y perdices que se matan en un ojeo.

Felizmente, son bastantes en Salamanca los que explotan sus dehesas y saben los sinsabores del laboreo.

¿No se podrá transformar la explotación?

En los campos donde el tractor ha hecho la labor más profunda, la cosecha ha sido mejor.

Los rusos, según sus publicaciones, han encontrado una variedad de trigos de 500 especies; las Secciones agronómicas de aquí y de Ávila, venden una clase de trigo que da de 45 a 50 fanegas.

La necesidad apremiante es la conversión en terreno de regadío el terreno de secano; con esto aumentaría varias veces su riqueza; así que urge construir los caneles del pantano del Águeda y activar los proyectos de los del Barco de Ávila y Hoyos del Espino, que regulen el régimen del Tormes con su gran embalse de La Maya.

A esto debe seguir la vigilancia en el desmoche y tala de los montes, que si desaparecen, morirá la gallina de los huevos de oro, y la repoblación de vides en la Sierra de Francia, con los pinos y castaños de Japón, inmunes a la plaga llamada "tinta".

La hulla blanca o energía eléctrica de los saltos del Tormes y del Duero, tienen que favorecer las industrias. Antes de crear las nuevas, fomentar las existentes, como los telares bejaranos.

El abastecimiento de otras nuevas, tiene que ser sin duda de las que abunden las primeras materias. 

¿Dónde se fabrica la suela con exceso y abundan las pieles, no se podrá poner fábrica de calzado?

Así ocurrirá con las industrias derivadas de la agricultura.

Y en vez de gravarlas con nuevos tributos, fomentar con premios a los carroceros, rejeros, ebanistas, a los obreros que se distingan en el mérito de la obra.

Hoy el trabajo manual se paga tanto como el intelectual.

Puesto que sobran médicos, abogados, ¿qué rumbo tomarán los jóvenes?

Hace poco presencié en Béjar cómo los telares de más trabajo eran aquellos que, como el de los hermanos Izard, eran regidos por sus dueños los primeros obreros. 

También supe después que los Hijos de Gómez Rodulfo, habían aprendido el oficio en Cataluña y en el extranjero.

No hay cosa como el ejemplo. Se puede vestir la blusa del obrero durante las horas de trabajo y luego mostranse como individuo de educación esmerada.

Todos menos pasarse la vida en la holganza.

El trabajo es dura ley que alivia otros sinsabores de la vida.

viernes, 28 de septiembre de 2018

Horizontes castellanos

Por Ángel Ledesma

(+1919)


(Castilla, revista regional ilustrada (Toledo), 10 de mayo de 1918, p. 45)



(Noticiero de Soria, 31 de mayo de 1923, p. 1)
 


Una tarde de invierno benigno, cabalgaba acariciado por el sol. En torno mío el silencio del campo este silencio amigo -rumoreaba sones múltiples, de referencias imprecisas. En la ancha plana del paisaje, poseídos de la fervorosa contemplación de la tierra callada y desnuda, atendían mis ojos toda esta silueta austera del horizonte castellano. Por la asociación inevitable de recuerdos, dentro del pecho martilleaba el corazón gozoso. Y marchaba con él, midiendo sus latidos, el compás infatigable del tiempo, que hacía declinar el sol tras la sierra.

Cuando iba a adentrarme bajo los encinares, al ahuyentar su vuelo una bandada, fui madurando estas meditaciones que después he trascrito.

La tierra

Al hablar de la tierra, tomada aquí en el sentido de patria chica, y apego al terruño nativo, no podemos menos de pensar eso que pudiera calificarse de amor geográfico, tan desatendido por los españoles. Los sentimientos de todas estas patrias chicas forman, aunados, el sentimiento nacional, que corre a lo largo de la Historia extensa y se posa, principalmente en la literatura erudita, que ha contribuido a forjar el celo patriótico. Pero otro sector, más importante y representativo, la llamada literatura clásica apenas si refleja ese conocimiento y ese amor de la tierra, de la geografía, cuya falta hoy notamos. 

Nuestros clásicos -excepción de Santillana, de Fray Luis, de Cervantes, de Lope, de Góngora y algún otro muy contado- hicieron pocas o ninguna vez alusión a lugares y parajes realmente conocidos por ellos. De aquí que hoy se diga, como hasta ahora no se había creado el sentimiento artístico del paisaje. Y otras cosas por el estilo. 

Todo esto, para concluir, que hemos sido poco amantes de nuestras cosas con conciencia de amor, es decir, con reflexión de hombre. Por esto, el nombre de Castilla, como el hombre de casi toda España, ha sido y seguirá siendo, ¡sabe Dios hasta cuándo!, de la tierra, y no de la tierra del hombre. En ciertas condiciones de libertad -le parecía a Ibsen- el hombre puede ser, no mucho más feliz, pero sí más noble. Condición primera de libertad es el conocimiento de la tierra sobre la que se vive; sin ese conocimiento, que es amor, el hombre sigue amarrado a ella.

Porque ligado a este problema de sentimiento, que parece sencillo, siendo en realidad muy complejo, marcha a su paso el problema económico de la tierra misma. Ambos caminan por idénticas rodadas. La carencia de sentido estimativo, el desconocimiento de las cosas de casa, de nuestro valer propio, nos ha traído horrendos males. Mejor dicho, un solo mal: la desconfianza en nosotros mismos. Y desconfianza en desamor, cualidad de negación que desliga y aísla, que engendra dolores y odios. Es preciso y urgente conocer nuestra tierra para atizar el rescoldo de nuestro cariño hacia ella. Conseguir esto, es trabajar por ella. 


Salamanca, 1918

lunes, 24 de septiembre de 2018

Regionalismo castellano


(El Imparcial (Madrid), 15 de junio de 1916, p. 5)

Esta tarde, a las siete, en el Centro Castellano, disertaba su presidente D. Valero Díaz acerca de la necesidad de organizar y fomentar un sano regionalismo leonés-castellano, que sirva de contrapeso a otros regionalismos. A la conclusión se celebrará junta general.

domingo, 23 de septiembre de 2018

La Fiesta de Castilla


Un artículo del "Diario de León"

(El Día de Palencia, 14 de junio de 1930, p. 8)

En nuestro estimado colega "Diario de León" se inserta un artículo que con el título de "Regionalismo mal entendido", firma C. Aral.

No hemos de dejar nosotros sin contestar ciertos extremos equivocados que se mantienen en el referido artículo, sin duda por concepto erróneo de lo que será esta fiesta de exaltación y aproximación regional.

No es la primera vez -justo es reconocerlo- que se plantea esta misma cuestión, quizá por un concepto demasiado restringido y estrecho sobre si el reino de León está considerado como un añadido a Castilla, o mejor dicho, como una división meramente histórica o administrativa, pero que no puede tener otra realidad que la de una tradición gloriosa, de la que nosotros -los hijos de la región castellano-leonesa- nos enorgullecemos justamente.

Lejos de lo que el señor Aral cree, la fiesta de Castilla será una exteriorización de un "bien entendido regionalismo" para intensificar el amor a la tierra que nos vio nacer, exaltando lo que más rectamente llega a lo íntimo de todos los corazones, estos elementos típicos que, como nacidos y arrancados de las entrañas del pueblo, tienen la virtud de conmover el espíritu popular.

Con orgullo de hijos, confesamos los palentinos nuestro leonesismo, pero no en sentido angosto y exclusivista que deja entrever este artículo, sino con la amplitud que da una comunidad de historia, de raza, de costumbres, de paisaje sobretodo, pues no hay que que olvidar que una misma es la configuración del terreno en todas las provincias castellano-leonesas, con los mismos inmensos trigales, con idénticos páramos resecos, con las mismas llanuras infinitas.

Y no hay que olvidar tampoco que en la misma provincia de Palencia y de León, los páramos y las montañas se tocan y confunden en los trigales de Grajal y de Villada y en las montañas de Guardo...

Y porque no se pueden establecer fronteras y diferenciaciones caprichosas, donde no existe más que una entidad espiritual y de raza indiscutible, es por lo que se pretende hacer de la fiesta de Castilla una fiesta de fraternidad, de estrechamiento de lazos y de supresión de arbitrarias fronterillas, tan endebles e inseguras que se desmoronan el más débil razonamiento.

Quisiéramos nosotros que el señor Aral (dejando a un lado prejuicios ridículos y absurdos) asistiese a la fiesta que ha de celebrarse en Palencia, comprobando en ella que Castilla es León y León es Castilla, que es una misma y única región que, unida en la Historia y en el paisaje, en raza y en las costumbres...

Y bajo el pendón morado de Castilla quisiéramos cobijar a las once provincias castellano-leonesas.

No importa que la Historia estableciese el reino de León, tan lleno de gestos heroicos y tradiciones gloriosas; pero basta una ligera ojeada a la Historia para ver que el mismo espíritu animaba al reino de León y de Castilla, y que si íntimamente juntos fueron en la larga caminata de los siglos, resulto absurdo y suicida pretender en este momento establecer unas fronteras que jamás existieron, sembrando menudas inquietudes, que sólo pueden disculparse por un concepto erróneo y exclusivamente restringido.

He aquí por qué se reclama para la Fiesta de Castilla el recurso de León. En esta fiesta queremos los palentinos hacer un alarde de solidaridad y completa y absoluta identificación regional de Castilla y León, siempre indisolublemente unidas.

Llamémosla, si queremos, "Fiesta de Castilla y de León" pero no pretendamos encontrar unas fronteras que no han existido jamás, porque las arrollaron los impulsos y los efectos de una misma raza única y gloriosa.

sábado, 22 de septiembre de 2018

Acción castellana

Las relaciones palentino-burgalesas, solidaridad regional, del modo de llegar al beneficio práctico 


Por Gregorio Fernández Díez

(Quintanamanvirgo, 1891-Barcelona, 1954)


(El Día de Palencia, 14 de setiembre de 1929, p. 1) 

El estrechamiento de las relaciones palentino-burgalesas es ciertamente, para mí, motivo de honda y sincera satisfacción. Me bastaría para ello el sentimiento de mi arraigada castellanidad, que se inunda de inefable alegría cada vez que entre dos provincias cualquiera de la madre Castilla surge la más mínima corriente de aproximación, porque entonces, en mi deseo, en mi sentimiento se enciende la esperanza de un general movimiento de solidaridad entre todas las comarcas de esta sagrada tierra menospreciada por los demás, pero en realidad olvidada de sus propios hijos, en los de arriba por indiferencia, en los de abajo porque desconocen toda la grandeza de sus pasado.

Pero tratándose de las relaciones entre burgaleses y palentinos mi alegría se multiplica. Incluyen en ello, de un lado, circunstancias de nacimiento y de otro el ya lejano recuerdo dela infancia en tierras bañadas por el Carrión y la simpatía devota por Palencia, donde la estancia me fue grata y en donde me entregué más de una vez a la meditación, contemplando desde lo alto del Cerro del Santo Cristo del Otero los altozanos desnudos de vegetación, ya la llanura que semeja verde tapiz en primavera; ya la vega, con sus huertas y sus frutales, deliciosísimo oasis, demostración evidente de que nuestro labriego se adapta al medio; oasis que pasa inadvertido para el espectador viajero, que a Palencia como a Castilla entera les juzga con evidente ligereza por engañosas apariencias...

No, el Pisuerga no es la frontera. Pese a quien pese, la racialidad y el factor geográfico, la castellanidad de Palencia y Burgos es tan patente y tan diáfana que hay que afirmarla por encima de algo más ficticio y más moderno: la provincia.

La provincia es una organización administrativa sin verdadero contenido geográfico. Podría ensancharse o reducirse sin que ello conmoviese sentimiento alguno, salvo la inevitable explosión de celos de estas capitales de provincias nuestras, con frecuencia meros centros burocráticos, sin vida propia, sin fuerza de expansión.

La región, la antigua nacionalidad, es algo más trascendente, algo más real, porque es el idioma, la raza, la historia, es la geografía de los usos, las tradiciones: es Castilla.

El sentimiento regional, el sentimiento de castellanidad está adormecido y es forzoso encenderle de nuevo, porque todavía queda bajo las cenizas, bajo los escombros de nuestra ruina, rescoldo inextinguible que espera que alguien le remueva conscientemente.

Nuestro aislamiento, el feroz provincialismo que padecemos en Castilla, es nuestra ruina, mientras que la solidaridad regional, la estimación de los propio, de lo peculiar, que no es poco, nos haría más fuertes y más dignos del respeto de los extraños.

La unidad española, se dice, la hizo Castilla, cuando la verdad es que la hicieron Castilla y Aragón. Lo que no hizo Castilla fue centralizar, ni arrebatar a nadie sus fueros. Eso fue cosa de Carlos V y de Felipe II, porque bajo los Reyes Católicos, Castilla era todavía Nación y España una federación de naciones. Nuestra preponderancia acabó, como ya he dicho en mi obra "El Valor de Castilla" cuando invadieron Castilla y Madrid los medradores de todo el reino, cuando Castilla no pudo gobernarse
a sí misma, cuando el genio político austero y cauteloso de nuestra raza se izó anudado por los medradores de todos los ámbitos de la nación.

Y siendo ello así, la castellanofobia de ese geógrafo portugués, de Gonzalo de Reparaz, todavía se atreve a estas fechas y desde las calumnias de "El Sol" a achacar a Castilla la construcción radial de nuestras líneas férreas...

De modo que si Segovia y Ávila, Soria y Logroño, Palencia y Zamora, Segovia y Burgos no tienen comunicación ferroviaria directa entre sí es porque Castilla, la directora, la centralizadora, no ha querido.

Pero ciñéndonos ya al tema que justifica estas líneas, hablemos de Burgos y Palencia.

La inconsistencia es sin disputa uno de los más graves defectos raciales del castellano y por ello mucho tememos que el iniciado movimiento de aproximación entre ambas ciudades, entre estas dos ciudades de la vieja Castilla, no sea duradero, sino como esporádico, circunstancial.

Lejos de nuestro propósito el enfriar los sentimientos, pero como no es cosa de engañarse; como la unión, la fraternidad no puede cimentarse sobre ningún lirismo ni siquiera por el recíproco elogio en las columnas de la prensa, es por lo que consideramos, que el movimiento debe encauzarse y seguir una trayectoria conducente al logro de algún propósito material concreto.

Difundir y exaltar el sentimiento de nuestra castellanidad como motivo ideal es un efecto algo, más para que no se malogre un sentimiento afectivo, tan sincero como espontáneo, hay que buscar o hay que promover, repetimos, un problema que puede interesar a ambas provincias a la vez, quizás algunos ferrocarriles.

¿Interesa a Palencia ciudad, el de Burgos por Carrión a Sahagún?

¿Interesa a Burgos, capital, la realización del de Palencia a Aranda?

Nosotros hemos dicho con claridad en la prensa de Burgos y lo repetimos aquí, que ambas provincias cuando los proyectos ferroviarios no afectan a la capital, los distritos rurales, los intereses provinciales se ven con frecuencia sacrificados.

Estos ferrocarriles es preciso que se hagan: Logroño-Burgos-Carrión, Sahagún y prolongaciones; el de Guardo-Palencia-Aranda también debe resucitarse con mayor motivo ahora que aquella importante villa ribereña del Duero está en vías de convertirseen importante empalme ferroviario y acrecerá su importancia con la realización del de Aranda a Segovia que circunstancias de tráfico requerirían que solo fuese de vía estrecha.

Todo esto parece, a primera vista, un poco complicado, y sin embargo la consecución de tales proyectos está en razón directa de la fuerza, de la presión que la solidaridad interprovincial de Castilla sepa originar, porque es preciso que los problemas económicos de Castilla nos acostumbremos a contemplarlos desde un punto de mira elevado y regional, si queremos en verdad fortalecer nuestra vida, que bien lo necesita.

En resumen: nos parece de perlas esa confraternidad de burgaleses y palentinos que es preciso estimular, con recíprocas excursiones de sus clubs deportivos, con el intercambio de sus orfeones y bandas o de los mejores oradores de sus ateneos, con mutuas visitas de caravanas de automovilistas o de profesores y alumnos de sus centros docentes o en fin como quiera que sea, pero es necesario que de todo ello se deduzca no solo un más íntimo conocimiento, sino algún beneficio rcíproco, práctico y tangible y la oportunidad nos depara el que ambas provincias laboren juntas en pro de la consecución de aquellos ferrocarriles. No olvidemos que creando intereses se crean arraigados afectos.

sábado, 16 de junio de 2018

¿Castilla, tendida al sol?

Por Feijoo y Torres


(La Calle, revista gráfica de las izquierdas (Barcelona), 17 de julio de 1931, p. 6)



Entonces -1924, primer trimestre- no era Castilla solamente lo que dormía en España. Era España entera. La mitad, un sueño histórico, hereditario. La otra mitad, dividida a su vez en dos grupos de durmientes: el primero de durmientes a la fuerza magnetizados por la voz eléctrica del dictador, que aún no se había hecho bastante machacón para dejar de ser sugestionante; el segundo grupo, de durmientes voluntarios, espontáneos; ciudadanos acostumbrados a no serlo, que en aquellas horas en que un solo hombre, un solo audaz, les hizo creer que venía a cambiarlo todo, de arriba abajo, se pusieron a ayudarle, comenzando por colorear al revés los versos de Manrique, exclamando: "cualquiera tiempo pasado fue peor" y concluyendo por tenderse tripa arriba en la llanura como el can, cuya más grande satisfacción está en sentir cómo su dueño le busca suavemente las cosquillas.



Y fue entonces cuando dos muchachos (poco más de veinticinco años 

cada uno), dos poetas, para más señas, pensaron en la manera de que
Castilla despertara. En realidad, era el monumento más oportuno para
pronunciar el "ahora hablo yo", que conservan siempre en el fondo
del alma los grandes silenciosos, o sea, los grandes perseguidos.


Aquellos dos muchachos se llamaban Ángel Lera de Isla y Florentino H. Girbal.



Pero no se trata de ellos.



Sino de aquello en que pudo haber consistido el despertar de Castilla.



Estos jóvenes, estos poetas, son castellanos. Y amaban a Castilla tanto como este otro poeta, Ventura Gassol, pueda amar a Cataluña.



Muchas veces, en nuestros pastos vespertinos (inevitabilidad provincial), por la Acera de San Francisco de Valladolid, hablábamos de castilla. Conveníamos en que el mal, todos los males de Castilla, radicaban en el exceso de amor a ella. Y es verdad hoy esto que decíamos ayer. Los castellanos, a fuerza de amar a Castilla, han dejado de amarla, porque su amor ha llegado más allá de los límites de un buen amor humano. Y la adoran. A consecuencia de esto, parece como si Castilla fuese un Dios. Y ya se sabe lo que trae consigo el ver a Dios donde está el ser humano. Los dioses tienen su historia terminada. No le quedan páginas en blanco. Los dioses, por otra parte, no necesitan comer. Se alimentan de incienso y de oraciones. Y he aquí con lo que los castellanos hemos dejado a Castilla medio muerta de hambre y con la historia a medias.



Cada vez que un catalán pedía una carretera, el castellano escribía un tópico en loor de su amada, indiscutible, pero excesivamente amada Castilla. O sea que, cada vez que un catalán a Cataluña, un castellano quemaba en loor del terruño unos granos de incienso.



Yo he observado, viviendo entre catalanes, que también ellos adoran a Cataluña; pero solamente a ciertas horas; el resto del día se limitan a amarla, es decir, a procurar por ella, en vez de cantar sus glorias. Cuando, por ejemplo, media docena de catalanes bailan sardanas en el Paralelo, es por ser sardanas y por ser en el Paralelo- que adoran a Cataluña.



Ahora bien; esto no lo hacen más que por la noche, un par de horas. Es una oración laica (o no laica, en ocasiones) que elevan a Cataluña, después de haber invertido en obrar el día En símil, el símbolo, Castilla ha gastado su tiempo al revés; casi todo el día, en ensalzar su gloria, y solo un poquito en mirar hacia adentro.



También, en aquellos paseos vespertinos, hablábamos del exceso de maternidad de nuestra Castilla. Galicia habrá surtido a América de hombres, de brazos, de corazones; pero Castilla ha surtido al mundo. Castilla ha sido madre para todos, para hijos y para hermanos; para éstos, como hermana mayor, que hace de madre cuando la madre ha mmuerto. Esto es amor; pero el amor no ha de comenzar fuera de nosotros mismos; hay leyes biológicas de donde ha saludo un refrán -porque los refranes no son otra cosa que "órganos" creados por la "función"- que dice que la caridad empieza por uno mismo.



Ciertamente. Y todo lo que no sea esto, o es suicidio o es inconsciencia, que, a su vez, es casi siempre una de las muchas formas del suicidio.



En definitiva (pensábamos entonces y pienso ahora), Castilla ha interrumpido su historia un día en que, extenuada, se halló sin fuerzas para seguir escribiéndola. Y ya no volvió a tomar la pluma, porque las fuerzas que le iban renaciendo, íbalas agotando en leer lo escrito una y otra vez, porque le parecía -y lo es en realidad-

hermoso. Así, lo que primero eran lecciones de hsitoria civil, acabaron por ser algo así como lecciones de historia sagrada, que sirven para rezar, pero no sirven para vivir.


Todo esto, mis dos amigos quisieron decirlo en público.



A poco, los dos nombres aparecían en los periódicos, como de los iniciadores de una idea inspirada en el anhelo castellano de resurgimiento.



La iniciativa consistía en la implantación de "El día de Castilla". Lera de Isla y Girbal habían concebido una cosa buena. Conmemorar cada año la fecha en que Padilla, Bravo y Maldonado dieron su sangre por las libertades castellanas. Pero no se iba a tratar de un día solo. Esta fecha gloriosa y casi olvidada tendría, en fechas anteriores y posteriores sus prolegómenos y su epílogo. Y esos varios días de castellanismo en acción significaban muchas cosas; significaban industria y comercio; arte y turismo; historia y poesía; poesía recia (castellana)...; significaban, pues, unos días al año de riqueza y de cultura.



¿Qué sucedió? 



Pues sucedió que sus iniciadores eran lo que se ha dicho: dos muchachos ¡y poetas! Y las gentes serias, a cuya clase, por una de tantas inexplicables ironías del proceso humano, pertenecen siempre los que organizan fiestas, se miraron unos a otros, acariciándose las barbas y prorrumpieron en un ¡bah! unánime, que pareció el más 

fiel eco de un ronquido en el Senado, en aquellos tiempos en que ya no se iba al Senado a dormir, no por otra cosa, sino porque no se iba.


Ahora bien; si aquellas gentes; serias no hubieran pronunciado aquel ¡bah!, "El Día de Castilla" tampoco se habría celebrado por las mismas razones (sinrazones) por las que Bilbao dejó de conmemorar los fueros, Cataluña de izar la bandera barrada y Valencia de pasear la señera.



Pero yo recuerdo la iniciativa de mis amigos, precisamente, por eso; porque vivimos días nuevos en que Bilbao, Cataluña y Valencia, desaparecido el mar revuelto de las recientes ignonimias, vuelven a acercarse a las rocas, trepando a las cúspides, para atalayar su futuro, sirviendo a la perspectiva de puntos de enlace entre "mañana" y "ayer". Galicia no les va a la zaga. Andalucía palpita, se retuerce, se estremece en generosos estremecimientos, como madre próxima a parir.



Entretanto, Castilla no grita; bien es verdad que no ha gritado nunca, porque la voz de Castilla no da estridencias, lo mismo que su suelo. Pero, ¿tampoco habla?



Yo no quiero creer que tengan razón los que hablan de una Castilla tendida al sol; es más: yo sé que no la tienen.



Pero en estas horas, eminentemente laicas, hemos de hacerlo sin oraciones, sin quemar incienso; hemos de hacerlo pidiendo la autonomía de Castilla y ofreciendo el Estatuto de Castilla.



¿Que no está capacitada políticamente, administrativamente? Castilla es rica, con la riqueza que no se lleva de un lado para otro. Unos altos hornos producen donde se instalen, una fábrica de paños también. Lo que no se puede llevar a Vizcaya ni a Cataluña son los campos fértiles de Castilla, que son la riqueza de Castilla. Castilla, además, está capacitada políticamente. Sobre esto, nada tengo que decir.



No; Castilla no está tendida al sol; puede que esté tendida, pero es para trabajar su tierra. Y ha llegado la hora en que el cavador se endereza, seca el sudor de su frente y mira al sol, para ver cuánto le falta de su cotidiano cautiverio.