Castilla, un resurgimiento material necesario

Por un castellanismo contra la Agenda 2030

"Los que aseguran que es imposible no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo" (T. A. Edison).

miércoles, 30 de noviembre de 2016

La Asociación de Escritores Regionalistas Castellanos

(Heraldo segoviano, 31 de mayo de 1936, p. 4)

La Asociación de Escritores Regionalistas Castellanos, recientemente constituida en Madrid, se propone desarrollar las relaciones entre los miembros y defender los intereses de las provincias castellano-leonesas, a base de:

a) Estudio de los problemas regionales y nacionales en cuanto afecten éstos a aquéllos.

b) Gestiones cerca de las administraciones públicas y particulares en defensa de aquellos problemas.

c) Organización de servicios comunes, reportajes, documentación e informaciones regionales.

d) Elaboración eventual periódica de un programa de acción tendiendo a la defensa sistemática de las regiones matrices de la Asociación.

e) Viajes de estudio colectivo por las dos Castilla y León, resto de España y cuando sea posible el Extranjero, participación en asambleas, conferencias y Congresos donde se traten asuntos regionales, bien como miembros activos o como observadores.

f) Publicación de un órgano informativo relatando noticias, exponiendo programas, peticiones, etc., que sean interesantes para nuestro regionalismo.

g) Encuestas diversas.

h) Estímulos e iniciativas para celebrar asambleas, exposiciones, concursos de cualquier índole, reuniones de carácter artístico-literario, etc.

j) Intensificación de las casas regionales en todas las provincias españolas.

La adhesiones a la La Asociación de Escritores Regionalistas Castellanos pueden dirigirse a nombre de su presidente: Centro Segoviano, Mayor 1, Madrid.

Teléfono 94.

Asociación de Escritores Regionalistas Castellanos

(Heraldo segoviano, 24 de mayo de 1936, p. 6)

Se ha celebrado la Asamblea para constituir la Asociación de Escritores Regionalistas Castellanos, asistiendo un número escogido de escritores, además de valiosas representaciones.

Se acordaron los Estatutos, por los que se ha de regir la Asociación y quedó constituida con gran entusiasmo la Asociación de Escritores Regionalistas Castellanos, lo cual ha de proporcionar días de esplendor a los valores de Castilla y ha de cooperar a formar una consciencia regionalista en las regiones castellano-leonesas.

Se nombró la Junta Directiva, que quedó compuesta por don Gregorio Fernández Díez, presidente, don Manuel de la Parra y de la Cruz, vicepresidente, don Albino Sanz, secretario; don Nicomedes Sanz y Ruiz de la Peña, vicesecretario; don Carlos Alonso Sánchez, tesorero; don Fausto González Hermosa, vocal representante de Castilla la Nueva; don Felipe de las Heras, vocal representante de Castilla la Vieja y don José Antonio G. Santelices, vocal representante de León.

Se establecieron las normas para la labor a desarrollar por los asociados, destacándose las de propaganda, oral y escrita; actuación de todos los asociados en cuantas manifestaciones económicas, artísticas y de otra índole, siempre que no fueran políticas y apoyo de la Asociación para todo lo que redundará en beneficio de Castilla, como región y como parte integrante del país.

A propuesta del asociado señor Alonso, de Palencia, se acordó iniciar las gestiones y trabajos pertinentes para la publicación de una revista, que fuese órgano de la Asociación.

Se levantó la Asamblea en medio del mayor entusiasmo.

martes, 29 de noviembre de 2016

El libro de hoy: obra interesante

(El Día de Palencia: defensor de los intereses de Castilla, 3 de diciembre de 1929, p. 8) 

Por J. Enríquez de la Rúa
del "Grupo Crítica"

"El Valor de Castilla", estudio económico y casi-político, por Gregorio Fernández Díez.

Obra magna, labor titánica es la que realiza Fernández Díez, con el libro cuyo título va a la cabeza de estas líneas, al contribuir con él a que en España se conozca a Castilla, mejor dicho "El Valor de Castilla", y que Castilla se conozca a sí misma.

Porque efectivamente, de Castilla, dentro y fuera de ella, se tiene un concepto más que vago o impreciso, cruel e injusto... unas veces porque se la conoce y otras porque no se la quiere
conocer o porque no se la deja conocer.

Y, como muy bien dice el autor de la obra, tiene la culpa de que esto suceda, los mismos castellanos del conjunto y sus grandes hombres que, a más de no estudiarla como es debido para su rápido resurgimiento, dejan que enloden su amplio y bello concepto de morriñosas frases hueras y con "literatura funesta" poetas y escritores y políticos de tres al cuarto.

Por los unos, apunta atinadamente, Castilla no está hoy a la cabeza, y por los otros pasa, la siempre noble y acaso demasiado buena Castilla, grande ayer por sus muchas páginas gloriosas, grande hoy en su resurgimiento -grande siempre- por una cosa triste, caduca muerta... "incapaz de redención".

La labor, pues, realizada por Fernández Díez, además de grandiosa, es una labor patriótica en grado superlativo, digna de encomios, de calurosos aplausos y de franca acogida por parte de todos, especialemente, de aquellos a quienes atañe más directamente la cuestión, que es a los mismos castellanos... y su estudio tan completo de todos los aspectos..., aporta juicios tan notoriamente admirables, recoge datos, anota cifras, apunta, saca a la luz cosas tan interesantes que no puede menos por ello, Castilla "la toda Castilla", la tierra madre que empieza a progresar, a despecho de unos y otros... la tierra buena que había quedado rezagada y no por culpa suya, sino por olvido o desprecio de los que tenían la obligación de velar por los intereses, de sentir alegría inmensa y honda gratitud por el autor, que, como otro don Quijote, sano y cuerdo, noble y grande, ha roto valientemente lanzas en su beneficio y en su provecho.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Propaganda castellanista

(El Liberal, 21 de setiembre de 1908, p. 3)


En el teatro Principal de Soria, con enorme gentío, se ha celebrado el "meeting" organizado por la Junta de defensa de las provincias.

A él han acudido representantes de los pueblos y Juntas locales, que representan en junto 20.000 personas. El presidente provisional, Sr. Morales Esteras, expuso el programa castellanista, que fue aprobado en su totalidad en medio de formidable ovación. Habló después elocuentemente el comisionado por la zona vitícola de la provincia, D. Luis Boas de la Torre, precediéndose luego a nombrar un Directorio que en definitiva encauce el movimiento.

Compónenlo cinco personas de gran prestigio. La Comisión de propaganda ha quedado nombrada, formando parte de ella los directores de la Prensa local. Además del Consejo provincial, se constituirá uno en cada partido judicial, compuestos de representantes del comercio, industria, agricultura y de las Sociedades obreras.

D. Mariano Granados, en nombre del Directorio designado, pronunció un patriótico discurso, que fue aplaudidísimo.

Las Comisiones de los pueblos, al desfilar, han sido también objeto de expresar, han sido también objeto de expresivas demostraciones de afecto.

El orden en el acto fue completo.

sábado, 26 de noviembre de 2016

La impotencia de Castilla

(El Día de Palencia: defensor de los intereses de Castilla, 5 de junio de 1930, p. 4)

Sin firma


Confesaré que mi castellanidad se exalta de día en día, aunque probablemente algo semejante ocurrirá a todos los buenos castellanos si observan y cuentan las...

Saber -según se dice- que ejerce una hegemonía tiránica; que le absorbe y atropella todo en fin, porque es unitarista, desasimila todo lo vario peculiar de otras regiones...

¿Se puede tolerar ya tanta monserga, tanta falsedad y tanta injusticia? ¿Se puede escuchar con calma tales afirmaciones? ¿Qué hegemonía es esa que trae a Castilla empobrecida? ¿Dónde está ese espíritu absorbente cuando los hechos proclaman que no le quedan fuerzas ni para defenderse? ¿Qué cuento es ese del asimilismo castellano que por tolerancia y fraternidad no han intentado, a consecuencia de lo cual ve hoy alzarse contra insolentes y artificiosas diferenciaciones... económicas?

Pues, lector; la hegemonía de Castilla, por lo visto, consiste en que tolera que se hiera de muerte la vida de sus capitales, restándoles academias y otros medios, cuando por razón de tutela nacional el Estado debería proceder a la inversa, con las pequeñas ciudades interiores.

La hegemonía de Castilla debe estribar en que todavía capitales de provincia castellanas, como Soria y Cuenca, carecen de guarnición, aunque den disciplinados y valientes soldados al Ejército.

A Castilla hay que considerarla absorbente, sin duda, porque con humildad tolera que el Patrimonio de Turismo derrame sus prodigalidades sin acordarse del Monasterio de San Millán de la Cogolla, de Numancia, de Zamora o de la Ruta de Don Quijote, volcando en cambio millones en obsequio de privilegiadas urbes y regiones.

Castilla -habrá que convenir- en que en verdad es absorbente. En el presupuesto extraordinario de la Dictadura se incluyeron 600 millones para obras en los puertos periféricos que generosamente solicitan que no se concluyan los ferrocarriles que han de atravesar la paramera castellana. Se odia tanto a Castilla, que ni siquiera comprenden que sin los ferrocarriles que aboquen a los puertos, éstos son inútiles.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Castilla "Terra incógnita"

(El Radical, 17 de mayo de 1932, p. 4)

Por Consuelo Berges Rábago

Parece que hubiera por ahí la fatalidad arcana empeñada en confundir, primero, y anular, después, el contorno concreto de Castilla como entidad geográfica. Quizás esta supuesta fatalidad arcana sea simplemente una niveladora intervención de la, también supuesta, ley de compensaciones. Tanto creció Castilla en lo espiritual, que se hizo necesario tender al equilibrio limitando su realidad geográfica.

Primero a Castilla le fue quitado el mar. Se le quitó la literatura, y lo que la literatura quita no hay en el mundo juez que lo restituya. A bordo de una magnífica literatura del paisaje-, la literatura española es, como ninguna otra, literatura de paisaje-, el nombre y el concepto de Castilla van paseando por el mundo su estampa de aridez irremediable, tierra adentro nunca dulcificada por el efluvio húmedo de la brisa marina, nunca mordida por el roce áspero y fresco de la ola. Y, así, desde el Quijote a nuestros días -y tal vez antes del Quijote-, Castilla con su borde marinero es una absurda verdad geográfica, mientras Castilla mediterránea y árida, continental y enjuta, es en el mundo y aún en España misma un error literario lleno de verosimilitud y lógica. El error se hizo ya inapelable en una estrofa -porque una estrofa afortunada será siempre una sentencia inapelable-. Cuando Maragall compuso su famoso himno Ibérico, le fue preciso que Castilla estuviera triste y le fue necesario hallar una bonita explicación a esta tristeza. Y ya no hubo remedio. Ya es en vano que algunos montañeses, siempre que hay ocasión, reivindiquemos, más que la gran ventana costanera de Castilla, la gran castellanía de Cantabría.

Ya no tiene remedio.

"Terra endins ampla és Castella i està trista, que sols ella no pot veure els mars llunyans".

Hasta aquí, solo hay amputación y confusión del contorno geográfico de Castilla. Pero la cosa no para en esto. Lo tremendo es que, saliendo de España, nos encontramos con la desaparición total de Castilla como entidad geográfica. ES decir, nos encontramos con un caso estupendo -en sentido físico-químico de la palabra-. A medida que Castilla fue difundiéndose y ascendiendo como concepto histórico, como fuerza generadora de pueblos y de historia, ha ido perdiendo realidad concreta, y hoy, fuera de España, a penas sabe nadie si Castilla es una realidad geográfica o un mito histórico literario.

Este inaudito hecho es patente en América. Y más que en otra cualquiera latitd del Nuevo Continente, en la República Argentina, donde la rica geografía regional de España está vivificada y ramificada por la distribución regional de los emigrantes españoles.

Si uno dice en Buenos Aires -y es frecuente el decirlo porque es corriente el preguntarlo- que es gallego, andaluz, vasco o catalán, la gente queda satisfecha y convencida de que uno pertenece a un pedazo de tierra española efectivo y actual, y, la poca cultura geográfica que posee el argentino preguntante, sabe situar aproximadamente en el mapa español la personalidad regional del que dice ser vasco, catalán, andaluz o gallego. Pero si contestamos la pregunta habitual diciendo que somos de Santander, de Soria, de Burgos, de Valladolid o de Ciudad Real, a nuestro americano se le enreda la imaginación en el mapa peninsular que conoce de oídas, y vacila: -"¡Ah..., de Santander!... ¿Vasco, no?..."

Cuando nos arriesgamos a aclarar que somos castellanos, la confusión llega al extremo. Si nuestro americano no es letrado en absoluto, se queda totalmente en ayunas respecto a nuestra regionalidad española. Si es un poco letrado sin ser muy fuerte en Geografía, lo más que hace es situarnos en los áridos dominios del Romancero, del Quijote, del teatro clásico español o de las crónicas de Azorín. Y no falta quien piensa que nuestra declaración de castellanía es una fanfarronada heráldica.

Ser castellano en la Argentina es querer ser demasiado y no ser nada; porque Castilla en la Argentina, o se ha difundido con el más soberano orgullo en cada región de España, o se ha inhibido con la más insólita modestia. Galicia, Cataluña, Vasconia, Asturias, Aragón, Valencia, son entidades regionales de España, con nombre, espíritu y cuerpo en las diversas agrupaciones que allí las representan. Castilla, no; Castilla es solo espíritu. Y el nombre de Castilla Madre, tan repetido como abstracción racial e histórica y como síntesis esencial de España, rara vez es pronunciado allí rotulando una concreta personalidad, un contenido concreto, un concreto programa. Castilla y lo castellano poseen, como Dios, el don de la ubicuidad; están en todas partes... y en ninguna... La colonia española, que tantos edificios levantó en Buenos Aires para distintos fines rotulados bajo un nombre regional de España, no tiene un solo recinto sobre cuyo dintel campee el nombre de Castilla. Castilla Madre no tiene hogar en Buenos Aires; se conforma con vagar, como espectro difuso y glorioso, por las altas regiones de la Historia, la Literatura y la Leyenda.

De vez en cuando la recia voz de un cántabro que siente en vivo el destino preclaro de Castilla y la castellanía, pronuncia el nombre de la región central de España y titula con él alguna empresa de alto rango. Tal el proyecto de la "Cultura Castellana" que el doctor Avelino Gutiérrez, una vez puesta en marcha la magnífica "Cultura Española" y la Cultural Montañesa -"Caja de Becas Menéndez Pelayo"-, propuso a varias agrupaciones provinciales de tronco castellano existentes allí. Confiamos en que llegue a ser éste el origen de un cuerpo para el espíritu de Castilla en América. En que llegue a ser éste el nexo que dé a los hoy asociados bajo las denominaciones de riojanos, montañeses, sorianos, burgaleses, etc., la sensación de su castellanía común. En que llegue a ser éste un motivo para que suene allí el nombre de Castilla fuera del Romancero, del Quijote y de la prosa de Azorín, y para que en Buenos Aires -y más tarde en América... y después en España- se aprenda un poco más de Geografía al difundirse que burgaleses, sorianos, montañeses, riojanos, toledanos, etc., pertenecen todavía a una famosa región española que, aunque no ha presentado su Estatuto, se llama y es Castilla. Región famosa que es todo lo que cuentan las crónicas, la literatura y la leyenda y que, además de todo eso, es una de las regiones permanentes de España: la región por donde corre eternamente el Duero y eternamente nace el verbo que canta su canción a lo largo del mundo.

lunes, 21 de noviembre de 2016

Castilla: no hay resurgimiento sin conocimiento

(La Prensa alcarreña, 29 de abril de 1983, p. 6)

Por Amador Álvarez Mateo

El día 22 del corriente tuvo lugar en los salones del Hogar Castellano Leonés de Valencia, la segunda del Ciclo de Conferencias organizadas por el mismo a cargo del Profesor, Octavio Uña Juárez, ilustre conferenciante doctor en Ciencias Políticas y Sociología, catedrático de Filosofía y profesor del Real Colegio Universitario Mª Cristina del Escorial sobre el tema:

"Castilla en la generación de los escritores del 98", acto con el que se quiso honrar la memoria de don José Ortega y Gasset con motivo del veinticinco aniversario de su muerte, autor de dos obras tan importantes para Castilla como "La España invertebrada" y la "Redención de las provincias". El profesor Octavio Uña disertó sobre el temario orteguiano y unamuniano en torno a Castilla. El
conferenciante puso de manifiesto que es obligado hacer nuestra la invitación de la generación del 98 a encararse con el problema de España y con el problema de Castilla, tan unidos. Ortega valoró la tesis de la centralidad de Castilla en la formación de España y también la tesis, que Octavio no compartió, la centralidad de Castilla, en la decadencia de España.

De Unamuno analizó, igualmente, sus planteamientos, en torno al problema de España, centró su análisis en las relaciones Europeísmo-casticismo y trajo a presencia lo más consonante con la hora presente de las reflexiones del profesor de Salamanca sobre le espíritu castellano y la "Casta Castilla". Paisaje y paisanaje son dos ámbitos de obligada recurrencia para comprender el discurso unamuniano sobre Castilla: Naturaleza y cultura que son releídas por la generación del 98 y sus figuras procedentes de la periferia nacional.

El conferenciante recordó que Castilla fue la primera nación de occidente y la primera que organizó la libertad y cuestionó sobre su abandono actual, su mansedumbre e ignorante indiferencia de sus 
gentes y preguntó quién le impuso esa ignorancia a Castilla "¿Quién saca usufructo de esa ignorancia?". Invitó a meditar sobre la recomendación de Unamuno para que tomemos la Historia de Castilla a "sorbos lentos" modo eficaz para alcanzar el "hondo" de su esencia. Hay que superar -dijo- esa indiferencia e ignorancia de nuestra propia identidad, actitud que don Miguel bautizó con una palabra extraída del alma de la propia tierra "la MODORRA", estado anímico que impide conocer y asumir la propia identidad, "converger al adentro de Castilla", necesidad advertida por don Miguel.

Argumentó sobre la falacia del centralismo: "¿Qué tendrá que ver la Administración Central con la mujer que va tras el arado romano en mi pueblo, o en Soria?". Se refirió al declive de Castilla y preguntó sobre el hecho de que agotada ella ya, no hubiera tenido sustituto en ningún otro pueblo de España en el quehacer común del Estado.

El profesor Octavio Uña terminó su amplia exposición diciendo: "Villalar significa, ante todo, una llamada a la meditación, al descubrimiento de causas propio del ser castellano, de tan diversos modos entendido y desde la realidad social, tan largamente postergado. Castilla como Comunidad Histórica solamente podrá su propio y más caraterístico pulso desde este redescubrimiento, desde esta conciencia de sí misma. No habrá resurgimiento sin conocimiento."  

miércoles, 2 de noviembre de 2016

El castellanismo de Unamuno

(Heraldo de Zamora, 10 de abril de 1930. p. 4)

Por Gregorio Fernández Díez

Me propongo trazar un breve y sencillo trabajo dedicado a expresar con efusivo elogio, mi admiración y simpatía hacia un grupo numeroso de intelectuales vascos que a su vez tienen a Castilla devoción, que la quieren y comprenden, cosa excepcional en los intelectuales catalanes a pesar de los líricos actos de estos días y de cuya eficacia hay que dudar en razón a que los actores especialmente los barceloneses más tenían de políticos que de intelectuales.

Mas, hoy, deseo solamente hacer un comentario en relación al título con que encabezo este breve artículo; quiero hacer constar la satisfacción que me produjo el hecho de que el Maestro Unamuno en su discurso de Irún a la vuelta de su expatriación proclamase que comparte el maor a Vizcaya que le vio nacer con el amor a Castilla; quiero poner de relieve el contento que me invadió al conocer sus nostalgias al verse lejos de la austera Castilla, de las riberas del Tormes, sin poder prodigar sus excursiones a Gredos, a Ávila de los Caballeros, que con Larreta ha exaltado como nadie en las páginas de su libro Por tierras de España y Portugal, a Segovia, a Zamora, en fin a todos los rincones donde la historia y el arte invitan a filosofar, porque las nostalgias son un puro amor a Castilla, a nuestra humilde tierra.

Sí; Unamuno ama a Castilla. En uno de sus libros nos lo dice él mismo. "En el aspecto íntimo del arte para el que busca sensaciones profundas, para el que tiene el espíritu preparado, os digo que lo mejor de España es Castilla".

En su "En torno al casticismo", aprendí yo mucho a parar atención en esta mi tierra cuna, como en su "Vida de Don Quijote y Sancho Panza", me penetré de las virtudes y defectos de la raza y en sus poesías se ha confortado mi espíritu castellano, mi acendrado amor a Castilla madre, a la gloriosa nacionalidad que perdió su libertad en Villalar a manos de un emperador extranjero y tirano.

No pretendo ahora hacer méritos de sus obras o escritos, ni siquiera de aquellas en que aborda el inagotable tema de Castilla; solo quiero patentizar dos casos del momento en que la personalidad del maestro, es olvidada voluntariamente y discutida precisamente por la vivacidad de sus sentimientos hacia Castilla.

Uno es éste; "La Gaceta literaria", de Madrid, semanario vanguardista de ecléctica y pésima literatura, ha dedicado un extraordinario al vasco, al gran castellano; allí desfila su personalidad; Unamuno filósofo; Unamuno políglota; Unamuno orador; Unamuno y Vizcaya; Unamuno y América...No recuerdo los títulos exactos, pero es igual, todos son por ese tenor; diez, doce, quince artículos.

Más falta uno, uno que no ha debido faltar y cuya omisión hacemos recaer en el deliberado propósito del intelectualista director del semanario: falta el siguiente: Unamuno y Castilla. Cuidado que hay motivos para el tema! Seguramente que el Maestro lo habrá advertido y lo habrá sentido. No obstante el agravio, en tal caso no es para él; es para Castilla. Hay que reconocer el periódico.

Pero el caso, hasta cierto punto se explica, "La Gaceta Literaria", puede decirse que se edita para Barcelona y en Barcelona, el maestro no es precisamente donde cuenta ni con amigos ni con admiradores. Allí se le discute como se discutía al Dictador. Y se le discute por su castellanismo precisamente, vamos a verlo.

Un escritor de los más ponderados e inteligentes de allí "Gaziel", director de "La Vanguardia", aun siendo de los pocos que guardan respeto a Castilla, a la que en nuestro concepto no interpreta a fondo, nos decía pocos días hace en el referido periódico al desaire del tema relativo al estrechamiento de las relaciones entre los intelectuales catalanes y los castellanos (la inmensa mayoría no lo son), nos dice, repito, refiriéndose al maestro, "que el problema general hispánico no hay que considerarlo con el corazón, sino con la cabeza; por no haberlo hecho con el entendimiento, sino con su sentimiento, Unamuno nunca ha entendido nada del problema catalán, como el catalanismo exclusivista tampoco entendió la otra faceta que es la posición de Castilla. Pero el gran maestro de castellanismo, de españolismo a la manera radical castellana no ha sido nunca una inteligencia lúcida con un alto y apasionado corazón".

Es posible que Unamuno sea apasionado, pero también y en ello no cabe duda, es un profundo observador, un analítico que suele acertar en los juicios. mas la defensa contra ese juicio de "Gaziel", apasionado a su vez, voy a contestar con palabras del propio ilustre profesor vertidas muchos años hace en "La Nación", de Buenos Aires, y luego reproducido en uno de sus libros.

Hablaba en él del problema catalán, desmentía lo del carácter absorbente de Castilla y decía al terminar "sé que si estas líneas caen poder de cualquier catalán dirá que no lo entiende", "no se ha enterado". "Son -decía- frases que dicta la jactancia y el ensimismamiento colectivo, Cataluña padece megalomanía colectiva". Y ahora preguntamos nosotros: ¿No es verdad? Vea el lector cómo el Maestro, por conocer el paño se curó en salud.

Y vamos a terminar. Si el castellanismo del vasco Unamuno y de otros vascos molesta en Cataluña, el catalanismo de algunos intelectuales no catalanes quizá sea también molesto en Castilla por principio de reciprocidad y por lo mismo que "Gaziel" puede decir que tampoco esos intelectuales, no saben nada de Castilla, que también tiene su problema.

Maestro; sírvale de consuelo de consuelo saber que Castilla le admira y le quiere de corazón.

martes, 1 de noviembre de 2016

Disección necesaria de un idearium moderno

(El Porvenir castellano, 9 de mayo de 1918)

Por Juan López Alonso (Ambrona (Soria))

Cuando escribí mi artículo anterior todavía ignoraba que en una provincia castellana se había creado un partido que enarbola la enseña mil veces gloriosa del regionalismo castellano. Castilla, que por un heroísmo, por sus virtudes cívicas por su laboriosidad y claras dotes de intelectualidad y saber logró conquistarse el aprecio y sano y pacífico predominio sobre las demás regiones, no puede presenciar indiferente a movilización de huestes políticas y sociales que aun sin quererlo esgrimen la espada del regionalismo para herir en el rostro a esta madre patria de arrugada frente, pero de corazón rejuvenecido, de gloriosísima historia y risueño porvenir.

Corresponderá al gobierno, a la nación entera la defensa del ideal de una patria común, con idénticos fines, con comunes destinos, con un solo corazón y una sola alma que expresen sus patrióticos sentimientos en un solo lenguaje; pero tiene el regionalismo otros muchos aspectos que no son ni el nacionalismo ni el separatismo. Hay intereses opuestos entre varias regiones, cuyo pleito no ha de resolverse con las manifestaciones patrióticas de centralización.

Es forzosamente necesaria e inaplazable la formación de un gran partido regionalista castellano que condense las nobles aspiraciones que se encuentran diseminadas en todos los amantes de la hidalga tierra, que refleje el agradecido cariño de las demás regiones hacia la Patria común, simbolizada en estos momentos por Castilla; que rechace toda afirmación insidiosa de embozado separatismo, que impulse las corrientes de vida de la región y lleve como enseña la defensa de los intereses vitales de las clases sociales en ella más numerosas, que llegue, en fin a fijar en su suelo el desarrollo de todo progreso que hasta ahora parece ha sido monopolio de las regiones audaces y egoístas.

Pero alguien dirá que sería suficiente la afirción centralista para contrastar las antipatrióticas exposiciones del nacionalismo conque matizan de color separatista su bandera varias regiones de España, orgullosas por un despertar tal vez funesto, aunque para ellas parezca risueño como coloreado con el carmín y grana de la libertad. Más no debemos olvidar que si por un impulso patriótico se nos defiende en la inmensa mayoría de las regiones españolas como a un simbolismo histórico, como a un ideal de unificación nacional, esa defensa sin embargo, no abarca todas las aspiraciones legítimas que debe sintetizar en su programa un sano regionalismo castellano. Esa defensa por ser algún tanto egoísta, es insuficiente para la total reivindicación de los derechos de Castilla como región.

Por otra parte no es el centralismo un sistema político incontrovertible y racional que podamos sin avergonzarnos acogernos a él para la vindicación de las justas aspiraciones de Castilla frente a las audaces pretensiones de otros organismos regionalistas. Hagamos la disección harto sutiles de que forma el programa regionalista, y nos encontramos con el espectro imponente de un campo de operaciones en el que un sano regionalismo castellano ha de conseguir gloriosas victorias para el resurgimiento de la región y de la Patria.

Ambrona y abril de 1918.