Castilla, un resurgimiento material necesario

Por un castellanismo contra la Agenda 2030

"Los que aseguran que es imposible no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo" (T. A. Edison).

sábado, 26 de noviembre de 2016

La impotencia de Castilla

(El Día de Palencia: defensor de los intereses de Castilla, 5 de junio de 1930, p. 4)

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Confesaré que mi castellanidad se exalta de día en día, aunque probablemente algo semejante ocurrirá a todos los buenos castellanos si observan y cuentan las...

Saber -según se dice- que ejerce una hegemonía tiránica; que le absorbe y atropella todo en fin, porque es unitarista, desasimila todo lo vario peculiar de otras regiones...

¿Se puede tolerar ya tanta monserga, tanta falsedad y tanta injusticia? ¿Se puede escuchar con calma tales afirmaciones? ¿Qué hegemonía es esa que trae a Castilla empobrecida? ¿Dónde está ese espíritu absorbente cuando los hechos proclaman que no le quedan fuerzas ni para defenderse? ¿Qué cuento es ese del asimilismo castellano que por tolerancia y fraternidad no han intentado, a consecuencia de lo cual ve hoy alzarse contra insolentes y artificiosas diferenciaciones... económicas?

Pues, lector; la hegemonía de Castilla, por lo visto, consiste en que tolera que se hiera de muerte la vida de sus capitales, restándoles academias y otros medios, cuando por razón de tutela nacional el Estado debería proceder a la inversa, con las pequeñas ciudades interiores.

La hegemonía de Castilla debe estribar en que todavía capitales de provincia castellanas, como Soria y Cuenca, carecen de guarnición, aunque den disciplinados y valientes soldados al Ejército.

A Castilla hay que considerarla absorbente, sin duda, porque con humildad tolera que el Patrimonio de Turismo derrame sus prodigalidades sin acordarse del Monasterio de San Millán de la Cogolla, de Numancia, de Zamora o de la Ruta de Don Quijote, volcando en cambio millones en obsequio de privilegiadas urbes y regiones.

Castilla -habrá que convenir- en que en verdad es absorbente. En el presupuesto extraordinario de la Dictadura se incluyeron 600 millones para obras en los puertos periféricos que generosamente solicitan que no se concluyan los ferrocarriles que han de atravesar la paramera castellana. Se odia tanto a Castilla, que ni siquiera comprenden que sin los ferrocarriles que aboquen a los puertos, éstos son inútiles.

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