Castilla, un resurgimiento material necesario

Por un castellanismo contra la Agenda 2030

"Los que aseguran que es imposible no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo" (T. A. Edison).

viernes, 16 de junio de 2017

Cola de león

Por Daniel Gallejones Prieto, Ex-Consejero de la Comunidad Autónoma de Cantabria

(Diario Montañes
, 17 de diciembre de 2000)

Es posible que yo concite los anónimos, lo cierto es que los recibo con frecuencia y observo que todos son similares, tanto, que sus zafios insultos casi siempre coinciden. Cuando llegan a mis manos, van directamente a la papelera. 


Con el recibido días pasados haré una excepción, le voy a contestar. Antes debo informar que quien lo escribe utilizó un trozo de papel de propaganda rasgado y sucio. Del contenido no opino, lo dejo para el lector.

Dice así: «Gallejones: No te pongas más en ridículo, bastante lo has hecho ya. La integración de Cantabria en Castilla es ya imposible. No sigas haciendo más el payaso. Además estás provocando a los cántabros que no se quedan callados. ¿No quieres ahora a Cantabria porque ya no estás en el Gobierno regional? ¿Antes sí y ahora no?.»

Quien recurre al anónimo siempre es el cobarde. Nacido así, nada podemos hacer para aliviarle el mal. En cuanto a lo que dice, incluyendo los insultos, le contestaré con una frase de Voltaire: «Detesto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo».

Defender una opinión no es caer en el ridículo. En un sistema democrático se trata de un derecho que no se puede negar a ningún ciudadano. Los partidarios de la autonomía uniprovincial, al negar este derecho, se dejan llevar por ideas nacionalistas que siempre tienen un fondo racista y antidemocrático.

En el segundo punto se muestra tajante al decir: «La integración de Cantabria en Castilla es ya imposible». Esta afirmación es falsa, dándose la circunstancia de que la hacen casi todos cuantos defienden la autonomía uniprovincial, lo que induce a sospechar que se trata de una consigna. La unión con Castilla carece de impedimentos legales, si bien es cierto que una vez suprimido el artículo 58 del Estatuto, los trámites se han dificultado.

En el tercer punto manifiesta: «No sigas más haciendo el payaso». El consejo es inoportuno. Demuestra que está convencido de poseer la verdad absoluta, en lo que coincide con demócratas tan acreditados como Lenin, Stalin, Hitler, Fidel Castro. En cuanto al punto cuarto, escribe una frase desagradablemente amenazadora. Disentir de lo que usted y algunos otros piensan ¿Es una provocación? Afirmaba George Orwell que «libertad significa el derecho a decir a la gente lo que no quiere oír».

Cuantos ante la autonomía uniprovincial piensan como el anónimo comunicante, deben conocer las razones que me mueven a colaborar en el proyecto de unirnos con Castilla y León. Sepan que siempre fui partidario de las autonomías y cuando se habló de convertir a la provincia de Santander en autonomía uniprovincial, me sentí ilusionado.

Mis recelos se iniciaron al conocer la forma en que se planeaba. Ciertamente se respetó la Ley, pero olvidaron la democracia.

Yo deseo, no por interés personal, pues dada la edad que tengo las ambiciones se han agostado, la unión con Castilla. Mi tesón en continuar trabajando en este proyecto tiene por finalidad librar a las jóvenes generaciones de cántabros, entre los cuales figuran mis nietos, de verse obligados a servir de camareros a los vascos u obligados a coger la mochila y emigrar de su tierra.

Hoy, desafortunadamente, podemos afirmar que la autonomía de Cantabria ha fracasado, como lo demuestra el hecho de que Santander provincia, ocupaba el número seis por su renta per cápita. Actualmente estamos en el número veinticuatro, con tendencia al retroceso.

También debo decir que las autonomías me han decepcionado debido al pésimo planteamiento de las mismas. Hay autonomías de primera: País Vasco y Cataluña; de segunda: Andalucía, Galicia; de tercera: las dos Castillas, Asturias; de cuarta: Cantabria.


Estas diferencias dan ocasión a profundos desequilibrios económicos y sociales y a romperse la solidaridad entre las regiones. Los catalanes desean más poder y dinero. Los vascos, que ya lograron el máximo poder y el dinero, reclaman la independencia. Estos privilegios son pagados por las autonomías más pobres.

En Cantabria algunos sectores han echado las campanas a vuelo cuando el ministro de Fomento prometió dar un puñado de calderilla a nuestra autonomía. Afirmó que se invertirán 176.309 millones de pesetas en siete años que se distribuyen así: 78.030 en carreteras de alta capacidad; 69.680 en ferrocarriles (23.180 destinado al FEVE); 2.104 al aeropuerto; 26.585 al puerto. ¿Y el ministro de Fomento pretende hacernos creer que con 46.500 millones de pesetas se puede construir un ferrocarril de alta velocidad desde Aguilar de Campoo a Santander? En Asturias para salvar el puerto de Pajares se proyecta un túnel de 25 km. y un nuevo tendido de línea férrea adecuada para soportar trenes de alta velocidad. El tiempo Madrid-Oviedo será de 3 horas y el de Madrid-Santander, 3 horas y 20 minutos teniendo en cuenta que la distancia de Madrid-Oviedo es superior en más de 50 km. que desde Santander.

El trayecto Bilbao-Madrid se realizará en 2 horas y 10 minutos, es decir, 1 hora y 10 minutos menos que desde Santander. Estos datos indican que a Asturias y Vizcaya se las dotará de tren de alta velocidad, mientras que a Cantabria desde Palencia se viajará a 100 km. por hora.

En cuanto a los accesos por autovía a la Meseta, el proyecto no deja de ser otra mala chapuza. Actualmente la distancia por carretera con Burgos es de 145 km., con la proyectada autovía estaremos a 210 km. La autovía Santander-Palencia, que absorbe el tráfico de Galicia, León, Zamora, en Aguilar de Campoo recibirá el flujo de la autovía Burgos-Aguilar de Campoo. No es preciso ser técnico en circulación para poder afirmar que el trayecto Aguilar-Santander quedará congestionado desde el mismo día de la inauguración.


Cantabria precisa dos autovías, la proyectada Santander-Palencia y la segunda Santander-Burgos. Ambas obras debe exigirse que se inicien inmediatamente. Toda la cornisa del Cantábrico tiene este problema resuelto desde hace más de 15 años. Son muchos años marginados que han retrasado la industrialización en la Montaña y no puede admitirse que esta situación se prolongue.

Un diputado de Cantabria, lleno de euforia, decía días pasados en la prensa que «valoro positivamente el presupuesto, que aumenta un 42 %» y afirmaba que la autovía a la Meseta estaría finalizada en el año 2005. Deseo que esté en lo cierto, mas no se puede evitar, analizando los presupuestos y la actividad que dan al proyecto, pensar en que si está en servicio en el año 2008 podemos darnos por muy satisfechos.

Observamos que quienes gobiernan Cantabria han asumido el hecho de que seamos siempre postergados y cuando les ofrecen un caramelo envenenado como este, se sienten felices. Y la razón de este estado de ánimo de nuestros gobernantes está en la impotencia, en conocer que en Madrid les oyen, pero no les escuchan. Carecemos de fuerza, y de no reaccionar a tiempo, Cantabria se convertirá en zona de recreo de los vascos y los descendientes de los indomables cántabros quedarán convertidos en sus humildes servidores.

Por todo cuanto se ha dicho deseamos la unión con Castilla y León, lo que nos proporcionará fuerza para obtener lo que en derecho nos corresponde del Gobierno central. Esta unión no significa que vayamos a perder nuestra identidad, historia, costumbres, tradiciones y forma de entender la vida.

Nos duele el conformismo de las autoridades autonómicas de Cantabria que muestran diariamente con esas desmedidas loas a los ministros del Gobierno central, cuando nos ofrecen unas inversiones que debieron materializar hace veinte años. Lo prometido por el ministro de Fomento ahora viene a incrementar la injusticia mantenida con esta región durante tantos años.

Nuestras autoridades no se movilizan, no protestan contra tanto abandono, es la resignación de la impotencia nacida del fracaso de esta autonomía… Estas son las razones de desear unir a Cantabria con Castilla y León. Preferimos ser cola de león a cabeza de ratón.

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