Castilla, un resurgimiento material necesario

Por un castellanismo contra la Agenda 2030

"Los que aseguran que es imposible no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo" (T. A. Edison).

martes, 22 de mayo de 2018

El porvenir de Castilla

(El Cantábrico, diario de la mañana (Santander), 12 de mayo de 1934, p. 2)


Se trata también de la prosperidad de nuestro puerto.

Hemos dicho, y no nos cansaremos de repetirlo, que, por ser castellanos viejos, estamos obligados los montañeses a unir nuestra
actividad a la de que se está desarrollando Castilla para revalorizarse. Esa revalorización, ya lo hemos dicho también, favorece a Santander extraordinariamente, cuando se haya terminado la construcción del ferrocarril Santander-Mediterráneo. Con la natural impaciencia esperamos alguna noticia satisfactoria relativa al estado del trazado del séptimo trozo. Esto nos interesa muchísimo
más que las complicadas tramitaciones de las crisis políticas.

¿Cuándo se logrará que deje de ser Castilla la Cenicienta de España?... En la campaña emprendida en pro de la revalorización, ha 
expresado elocuentemente sus esperanzas, sus entusiasmos, el ilustre defensor de los intereses castellanos y, por tanto, del puerto
de Castilla, don Gregorio Fernández Díez. En "El Norte de Castilla" dice dicho señor: "sí, yo quiero riegos; quiero que se fertilice 
nuestra tierra castellana; que se aumente su producción agraria; que se implante nuevos cultivos, y que con ello los medios de vida, 
hoy pobres y limitados, de Castilla, sean motivos de acrecimiento del factor humano y el bienestar y la riqueza lleguen a imponer a 
sus habitantes el orgullo de ser castellanos; hios, en fin, de esta Cuenca del Duero, que para mí es más que una pura acepción geográfica,
porque es un territorio donde el "etnos", la historia, la tradición, el clima, los cultivos, el paisaje y tantas otras cosas están demandando una solidaridad en pro de grandes ideales morales y materiales de resurgimiento colectivo. La generación de este sentimiento se hubiera logrado a la postre mediante asambleas periódicas en que los hombres de nueve provincias, rompeindo su aislamiento un poco soberbio, solidarizasen su esfuerzo pensando en la realidad de Castilla. Pero la limitación vejatoria y humillante que a los impulsos de nuestra región van a oponerse en el llamado Plan nacional de obras hidráulicas, puede dar al traste, no solo con las ilusiones de los buenos castellanos, sino lo que es más grave, con el porvenir definitivo de Castilla, si ésta no alza su voz y no adopta resueltas actitudes para que no prosperen unos proyectos trazados con arbitraria falta de equidad".

En el Plan nacional de obras hidráulicas, se atiende con preferencia a las cuencas que vierten al Mediterráneo y no hay la debida protección para las que vierten al Atlántico. Al valle del Guadalquivir se le antepone a las Castillas, y la máxima postergación es para la cuenca castellano-leonesa del Duero. Esto, ¿qué es? ¿Una lamentable incomprensión o "el rencor contra Castilla"?. "En el Plan nacional, la posibilidad de regadío de las cuencas del Guadalquivir, del Segura y del Júcar, reunidas, representa el 28'2 del total nacional; el de la del Ebro, el 25'5, y el de la del Duero, el 33'5. Pues bien: la distribución de la superficie a transformar en relación con los créditos a conceder, se hace otorgando para aquellas tres cuencas el 35'36; para la del Ebro, el 29'5; y para la del Duero, el 9'07". Y para que no quede duda, lo diremos de otro modo: de 778.000 hectáreas regables en la del Ebro, se transformarán 380.000; pero de 1.022.000 en la del Duero, se concede la merced de transformar "124.000, para que no se queje. Si esto subleva o no el ánimo, el buen lector castellano lo dirá". Así se expresa el señor Fernández Díez, que dice también: "El caso se repite, escandalosamente, cuando se trata de la repoblación forestal. Así, a la cuenca del Júcar se le asignan 430.000 hectáreas; a la del Guadiana, ¡pobre Mancha castellana!, 10.000; a la del Ebro, 874.000, y a la del Duero, 300.000, aunque Gómez Redondo nos dice que deberían repoblarse 700.000".

El gran sistema de riegos que se pide, originaría una gran cantidad de energía en los saltos de pie de presa de muchos de los futuros
pantanos. En la cuenca del Duero se puede lograr mil quinientos dieciséis millones de pesetas de aumento de la riqueza agrícola. Esas obras y esos reigos harán que en Castilla surjan diversas industrias, nuevas fuentes de vida y de transformación social y econonómica de las provincias castellanas. ¡Todo un espléndido porvenir, de activo tráfico, para el puerto de Castilla, para la capital de la Montaña!

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