Castilla, un resurgimiento material necesario

Por un castellanismo contra la Agenda 2030

"Los que aseguran que es imposible no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo" (T. A. Edison).

miércoles, 24 de octubre de 2018

Los mil y un días: Castilla y Madrid

S.f.

(El Porvenir Castellano (Soria), 4 de setiembre de 1930, p. 2)


Este pequeño grupo de catalanes herméticos incionados e irreflexivamente impulsivos que en una confusión muy peligrosa hablan indistintamente de Castilla y de Madrid constituyen el escollo perturbador en todos los caminos de concordia nacional. Es necesario pues destruirlo. Realmente el empeño no es nada difícil. Basta con manejar el verdadero ariete contra el reductor de la incompresión fanática de este grupito.

No, no... Castilla no es Madrid. Y no solo Castilla es Madrid, si no que tiene en un feroz como Barcelona. En realidad Madrid lo es de toda España. Pero ni el tiempo cabe inculparle de alguna responsabilidad.

Madrid ha incurrido en el desdén contra el resto del territorio en que incurren inevitablemente las ciudades capitalizadas que personifican la centralización.

Ese desdén de Madrid hacia las provincias españolas es el mismo de París hacia las propias francesas. A lo que parece la absurda actutud es una mácula de nuestro latinismo porque en realidad no se produce en las nacionalidades de otros orígenes y es evidente que tuvo en Roma su exaltación más inflamada. Pero es latinidad nuestra es entre nosotros muy poco visible y solo conserva Madrid unos de sus aspectos. El más irritante. El que pudiéramos llamar "metropolitanismo".

Pero Castilla por su propia condición de pueblo con raíces en la tierra es opuesto a él. Castilla oh, amigos catalanes! es la víctima inmediata de Madrid, que no es un trozo de Castilla, pero es de la Mancha.

A Valladolid, que no tiene otra mácula en su historia que la de ser cuna de Felipe II, el rey más tristemente célebre le despojó Madrid de su capitalidad a virtud de un capricho de un versátil. A Alcalá de Henares de la que el Cardenal Cisneros anticipándose a una visión que es hoy universal, hizo la primera Ciudad Universitaria lo despojó de lo mejor de la historia. Estos desafueros no 
han sido nunca comentados, constituyen dos ofensas fundamentales que ha recibido Castilla de Madrid. En cuanto a los políticos no deben olvidar Cataluña y más concretamente Barcelona, que si frente a los derechos catalanes hubo un Felipe IV frente a los castellanos hubo un Carlos I y un verdugo en Villalar.

El campo germinará la renovación, pan de nuestro espíritu como germina el trigo, pan de nuestros manteles. El arado y la hoz y sus hombres, es lo único que conserva incorrumptible [sic]. Si los gobernantes viejos se hubiesen ocupado de enseñar a los campesinos a leer y a escribir, otra hubiera sido la linea de nuestra ruta.

Pero hacían lo contrario, porque es más fácil gobernar a gente analfabeta que a gente iniciada en el saber elemental. En Rusia fueron posibles los autócratas porque los campesinos lo ignoran todo. Y en España es posible por la misma razón la impureza del sufragio nuestro, modo nacional de autocracia.

Hay un escritor reciamente castellano y aún castellanista que como escribe bajo la finaza que le da su cultura y su vocación, pasaría naturalmente en Madrid por un desconido. Se llama D. Gregorio Fernández Díez. Yo, aun sin participar de algunos de sus puntos de vista, sigo la huella de su pluma con mucho interés. Me parece por otra parte un escritor representativo de los modos de Castilla "que crea a los hombres y los desgasta".

Posiblemente no hay tierra en el mundo con gentes más individualizadas, es decir con menos tendencia al contacto. Yo que soy de Valladolid, crecí en Segovia y seré enterrado en Alcalá de Henares, no tengo en Valladolid más lector que un ahijado mío (espiritualmente, mi hijo único) en Segovia algún compañero de mi adolescencia y en Alcalá algún cura que tenga prisa por dejar caer sobre mí su responso. Mi ferviente amor a Castilla, mi inflamado amor a Castilla se consume en la soledad, pero es más fuerte que el desdén y la ausencia.

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