(El avisador numantino, 24 julio 1926, p. 1)
Con amable dedicatoria, que mucho agradecemos, por que mucho nos honra, recibimos un ejemplar de la magnífica obra "El valor de Castilla". - (Estudio económico y semipolítico)- que ha publicado
el ilustre escritor don Gregorio Fernández Díez.
Es un trabajo meritísimo el que ha llevado a cabo nuestro querido amigo, complemento digno del que realizaron Picavea, Costa, Carretero, Represa, De la Serna y H. del Villar al estudiar problemas interesantes de la vida de España y de la actuación de Castilla.
Campea en la obra del señor Fernández Díez el optimismo redentor de los hombres que se enfrenten con los prejuicios de las gentes sin fe, sin arrestos y sin dignidad ciudadana, hábiles solo para injuriar a Castilla aplicándole defectos y dicterios, muy gastados en lucubraciones de los pseudo-intelectuales que aspiran a distinguirse lanzando falsedades deprimentes contra la región que fue la cuna de la nacionalidad española.
Castilla, la del "pardo sayal" la "silente plaza" la de la "sombra de Caín", la que ha consentido que en las paredes de su mansión señorial pegasen carteles infamantes algunos excéntricos literatos, de pobre ingenio y de mísera contextura espiritual, esta Castilla noble, generosa y mártir, tiene en el recio escritor señor Fernández Díez un defensor, que con razones, con números y con realidades, demuestra lo que es nuestra tierra, lo que significa, cuáles son sus virtudes y cuáles sus efectos.
Hace pocos días, leíamos en un periódico manchego, causándonos, no indignación, sino asco, entre otras majaderías, las siguientes:
Y Castilla es un ruinoso, y gigante Camposanto;
en Castilla todo es muerte, todo es luto, todo es llanto.
En Castilla ya no queda un espíritu con fe.
En sus llanos no germina ni fecunda la semilla;
es estéril el barbecho de las almas de Castilla
y en sus campos y en sus hombres, el Destino ha escrito: ¡fue!
Contra esta laya de poetastros simiescos, que usan un diccionario de voces, las cuales todas caben en la palma de la mano, aprendidas en la escuela decadentista; contra el egoísmo fanfarrón de catalanes
y vascongados, contra los castellanos que no tienen confianza en sus propios medios se alza el autor de "El valor de Castilla" abrumándolos con la lógica de los asertos y con el patriotismo de sus razones.
Expone el señor Fernández Díez en brillantes páginas, con prosa correctísima y viril, el inventario de la riqueza moral y material que atesora Castilla; fórmula acertados juicios, en los capítulos dedicados a la reconstrucción castellana, a los ferrocarriles; a la riqueza hidráulica, a la minería, a la repoblación forestal, a los riegos, a la agricultura y a la industria. Señala, por último, las normas que los castellanos han de seguir para exaltar su personalidad y hacer que sea respetada por propios y extraños, y para que la riqueza, mediante el útil empleo de la actividad, de la inteligencia y del capital, surja en las provincias castellanas esplendorosamente.
Coinciden las doctrinas y las ideas del autor de "El valor de Castilla", con las que nosotros, con menos destreza literaria, venimos divulgando y son fiel reflejo de las aspiraciones que sienten los buenos castellanos.
Hemos de solicitar del Sr. Fernández Díez que nos permita transcribir algunos capítulos de su transcendental obra, a fin de que nuestros lectores la conozcan.
Reciba el querido amigo, el ilustre escritor castellano, la expresión de nuestra gratitud por la justiciera defensa que hace del solar de nuestros amores.
Con amable dedicatoria, que mucho agradecemos, por que mucho nos honra, recibimos un ejemplar de la magnífica obra "El valor de Castilla". - (Estudio económico y semipolítico)- que ha publicado
el ilustre escritor don Gregorio Fernández Díez.
Es un trabajo meritísimo el que ha llevado a cabo nuestro querido amigo, complemento digno del que realizaron Picavea, Costa, Carretero, Represa, De la Serna y H. del Villar al estudiar problemas interesantes de la vida de España y de la actuación de Castilla.
Campea en la obra del señor Fernández Díez el optimismo redentor de los hombres que se enfrenten con los prejuicios de las gentes sin fe, sin arrestos y sin dignidad ciudadana, hábiles solo para injuriar a Castilla aplicándole defectos y dicterios, muy gastados en lucubraciones de los pseudo-intelectuales que aspiran a distinguirse lanzando falsedades deprimentes contra la región que fue la cuna de la nacionalidad española.
Castilla, la del "pardo sayal" la "silente plaza" la de la "sombra de Caín", la que ha consentido que en las paredes de su mansión señorial pegasen carteles infamantes algunos excéntricos literatos, de pobre ingenio y de mísera contextura espiritual, esta Castilla noble, generosa y mártir, tiene en el recio escritor señor Fernández Díez un defensor, que con razones, con números y con realidades, demuestra lo que es nuestra tierra, lo que significa, cuáles son sus virtudes y cuáles sus efectos.
Hace pocos días, leíamos en un periódico manchego, causándonos, no indignación, sino asco, entre otras majaderías, las siguientes:
Y Castilla es un ruinoso, y gigante Camposanto;
en Castilla todo es muerte, todo es luto, todo es llanto.
En Castilla ya no queda un espíritu con fe.
En sus llanos no germina ni fecunda la semilla;
es estéril el barbecho de las almas de Castilla
y en sus campos y en sus hombres, el Destino ha escrito: ¡fue!
Contra esta laya de poetastros simiescos, que usan un diccionario de voces, las cuales todas caben en la palma de la mano, aprendidas en la escuela decadentista; contra el egoísmo fanfarrón de catalanes
y vascongados, contra los castellanos que no tienen confianza en sus propios medios se alza el autor de "El valor de Castilla" abrumándolos con la lógica de los asertos y con el patriotismo de sus razones.
Expone el señor Fernández Díez en brillantes páginas, con prosa correctísima y viril, el inventario de la riqueza moral y material que atesora Castilla; fórmula acertados juicios, en los capítulos dedicados a la reconstrucción castellana, a los ferrocarriles; a la riqueza hidráulica, a la minería, a la repoblación forestal, a los riegos, a la agricultura y a la industria. Señala, por último, las normas que los castellanos han de seguir para exaltar su personalidad y hacer que sea respetada por propios y extraños, y para que la riqueza, mediante el útil empleo de la actividad, de la inteligencia y del capital, surja en las provincias castellanas esplendorosamente.
Coinciden las doctrinas y las ideas del autor de "El valor de Castilla", con las que nosotros, con menos destreza literaria, venimos divulgando y son fiel reflejo de las aspiraciones que sienten los buenos castellanos.
Hemos de solicitar del Sr. Fernández Díez que nos permita transcribir algunos capítulos de su transcendental obra, a fin de que nuestros lectores la conozcan.
Reciba el querido amigo, el ilustre escritor castellano, la expresión de nuestra gratitud por la justiciera defensa que hace del solar de nuestros amores.
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