Por Andrés Torre Ruiz
(nació en Munilla, 1882)
(La Rioja, diario político, 6 de octubre de 1908, p. 1)
He subido a la cumbre bien amada / y he pisado la nieve inmaculada / que besa el sol cuando despunta el día / con temblor palpitante,/ como un recién nacido besaría / la patriarcal melena de un gigante.
Aquí es donde las águilas veloces / cruzan el cielo con las alas combas,/ y son murmullo las airadas voces,/ y son susurro ls revueltas trombas.
Aquí en la altura se arrodilla el alma,/ y escucha el hombre con fervor contrito,/ el ritmo eterno, la implacable calma,/ y la sublime voz de lo infinito.
He subido a la cumbre./ El Padre Sol en el cenit se inflama,/ y son sus hebras de dorada lumbre / inmenso mar de creadora llama.
Cuando su luz desciende,/ pone un fulgor sobre las pardas rocas,/ y la tierra fecunda se abre y hiende / en grietas mil como anhelantes bocas.
En la falda del monte que se eleva,/ como un misal abierto / sobre el augusto altar de la llanura,/ corre por las encinas savia nueva,/ y hay un confuso temblador concierto / entre los pliegues de su sombra oscura.
En cada verde rama florecida,/ todo nido es un cáliz milagroso,/ donde se obra el misterio prodigioso / y el amor se hace carne y se hace vida. / El monte guarda amor: en su penumbra / rompe la plenitud de tod germen,/ y el polvo de oro de la luz alumbra / secretas ansias que en los seres duermen.
Cada tronco jugoso,/ cada insecto que vuela rumoroso,/ cada brote fecundo, cada extendida fibra,/ es la cuerda de un arpa donde vibra / el alma universal madre del mundo.
Desde las altas cumbres de la tierra / y desde la granítica y segura / cumbre del pensamiento,/ todo se modifica y transfigura:/ la muerte es la sombra que no aterra / todo luchar una armonía
encierra,/ y todo tiene vida y movimiento.
Ante mis mudos ojos asombrados, / las azules montañas se aparecen / como tropel de monstruos encantados / los verdes montes que en su falda crecen,/ son cámara fecunda y recatada,/ por el amor bendita,/ y la parda llanura dilatada,/ por los surcos cruzada,/ ¡es una frente inmensa que medita!
¡Hosca llanura de mi tierra hidalga! / ¡Solemne panteón de glorias viejas! / ¡Dejad que a su recuento el verso salga como un enjambre zumbador de abejas!
¡Ay! ¡Cuántas veces al morir la tarde,/ cuando la última luz palpita y arde / con rojizo fulgor de oro fundido,/ tu voz severa, paternal y augusta,/ ha puesto sus palabras en mi oído,/ y la fe de mi poder ha revivido / amplia, triunfante, juvenil, robusta!
Porque tú eres la cuna de los fuertes,/ y en tus canciones viertes / como una llamarada de consuelo,/ la contextura recia de tu suelo,/ el severo rumor de tus crepúsculos,/ y el callar de tus noches bien serenas...
¡Eres la madre de las almas buenas,/ de los hombres austeros todo músculos,/ y de las hembras arrogantes, plenas!
El torbellino de la lucha, atrajo / tu espíritu en pretéritas edades.
¡Hoy eres un inmenso Tiberiades / calmado por el Cristo del Trabajo!
¡Página que recuerda eterna gloria! / ¡Manantial de purísima belleza! / ¡Eres un yunque!¿Sobre ti la Historia / fundió
el alma española en una pieza.
Al arrancar en el cordaje tenso / de la lira, mi canto a lalla nura,/ vigoroso e inmenso,/ no, no es de más si la pasión fulgura,/ si la voz tiembla y la mirada brilla,/ porque ella es la mansión de mis amores,/ y el vetusto solar de mis mayores donde quiero morir ¡Ella es Castilla!
Castilla, sí. Cuando su nombre brota / como vibrante nota / hay un fuerte temor de orgullo sano, y en comunión altruista y secreta / se abrazaban mis ensueños de poeta / con mi austero pensar castellano
¡Hogar de profundas rebeliones! / ¡Cuna de las arraigadas convicciones! / ¡Vestal de las sublimes libertades guardadas a través de las edades por su espíritu audaz, noble y entero!... /
¿Qué césar osaría esclavizarte,/ si cada castellano por guardarte,/ lleva en su corazón un comunero?
En el glorioso y secular camino / que recorriste con segura planta,/ con palio de laurel te ornó el destino,/y fuiste en el ayer tres veces santa.
Madre de un pueblo enérgico y valiente,/ fundiste a España en un brazo ardiente;/ y tu entereza, que jamás se doma,/ llevó a un virgen remoto continente,/ el fuego de tu Dios y el de tu idioma.
Hoy, nuevo Prometeo encadenado,/ encuéntrese tu espíritu enclavado / en la meseta, corazón de España,/ y no te falta un hijo que te ofenda / y como buitre mísero pretenda hundir su pico en tu sangrienta entraña.
Pero no te acobardes ni te asombres,/ y sobre las miserias de los hombres,/ vierte el agua lustral de tu cariño / que purifica y que redime todo...
¡Tu nombre pasa sobre el sucio lodo / impoluto y trunfal, como el armiño!
Piensa en lo porvenir, descorre el velo / que en su eterna labor forman las horas; / ¡en el ancho horizonte de tu cielo aun brillan para ti muchas auroras!
Oidme, peregrinos soñadores,/ los que traéis al mundo la sagrada / misión de convertir en gayas flores / todas las inquietudes y dolores / que cruzan vuestra frente atormentada;/ los que adoréis en la belleza pura,/ y a su armoniosa desnudez eurítmica,/ ponéis como flotante vestidura / el gran tesoro de la forma rítmica; / los que sabéis sondar en los futuro / con ojos de condores o profetas:/ ¡Escuchad mi consejo y mi conjuro!/¡A vosotros os hablo!¡Oid, poetas!:
No rindais parias a la musa exótica / que cruza los jardines autumnales / como una sombra pálida y clorótica rememorando ensueños virginales.
Sea vuestra rotunda poesía / como el acero vibrador y terso / y poned en la médula del verso / restallidos y chispas de energía.
¡Que haya en ella pasión! ¡Ritmar la estrofa / al compás de la sangre en vuestras venas; / y despierte doquier placeres, penas,/
odio, alegría, compasión y mofa!
¡Para los gritos que en el mundo oísteis / tened siempre una nota de consuelo,/ y alentad la esperanza y el anhelo / en la tierra bendita en que nacisteis!
Fundid el alma de Castilla entera, / y cincelada con martillos de oro,/ como Dios creador quiso que fuera:/ noble, meditativa, amplia y severa,/ todo arrogancia y material decoro.
Y aunque su historia es grande y ensalzada,/ no la orienteis hacia la edad pasada,/ -siempre todo pasado es algo muerto / -ni la dejéis vivir petrificada / como la muda Esfinge del desierto.
¡Ponedla cara al sol! Que haya en su frente / esa luz increada,/ a cuyo resplandor tiembla el creyente,/ y el ansia de avanzar en su
mirada,/ que todo lo adivina y lo presiente.
¡Orientadla hacia mundos ideales / donde todos los hombres son iguales,/ y la justicia en maternal abrazo / duerme a la humanidad
en su regazo;/ donde libre y tranquila la conciencia / bebe en las puras aguas de la Ciencia / la Verdad que la ensalza y la redime,/ donde nadie tiene hambre y nadie gime,/ donde la luz del bien crece y se aviva,/ donde el amor, excelso soberano,/ teje una universal guirnalda viva / con los hombres cogidos de la mano!
¿Hipótesis o ensueño? ¡quien lo sabe! / Acostumbraos a guiar la nave,/ como Colón hacia inseguros puertos;/ sed como nuestro padre don Quijote,/ y para desfacer torpes entuertos / llevad siempre la lanza en estricote.
¡Luchad, que nunca lucharéis en vano!/ y pensad en el vate castellano,/ que nos dejó al morir la rica ofrenda / de sus más adoradas ilusones; / pensad que aún vive y sin cesar os grita:
¡Sursum corda! Elevad los corazones / hijos nacidos de mujer.La senda / es escabrosa, pero no infinita.
Muy buen repaso a la sensibilidad y a la historia. " En los pueblos se conserva la sabiduría popular, el no saber quiénes somos, ...lo que fuimos, y el no saber lo que se ha tenido, nos condena a no saber lo que perdemos"
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