Castilla, un resurgimiento material necesario

Por un castellanismo contra la Agenda 2030

"Los que aseguran que es imposible no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo" (T. A. Edison).

sábado, 4 de marzo de 2017

Para el Estatuto Castellano

(1936)

Mi gracias a todos por tan generosa y hospitalaria acogida como han dispensado a mi escrito del 15 de mayo último, publicado en los periódicos "Correo" y "Heraldo de Zamora" del 20 y 22 respectivamente y mi sincero agradecimiento a don Julio de la Higuera, por su artículo publicado el "La Tarde" del 23, por la preferencia en que quiere colocarme.

Nada pretendo para mí, señor Higuera; si algo ganare, que será poca cosa, porque poca cosa soy, lo cedería gustoso a quien lo desee; nunca disputaré en este campo. Mis aspiraciones son, únicamente, las de lograr el disfrute de la satisfacción del deber cumplido, entre el bienestar del goce de todos los bienes a que tiene derecho a usufructuar nuestra amada patria.

Mucho se escribe y mucho se habla ya del Estatuto Castellano:; el ambiente cada vez es más cálido, inspirando halagadoras esperanzas de optimismo; por ese camino el Estatuto será pronto una realidad y convertidos en hechos todos nuestros deseos y todas nuestras aspiraciones.

Siempre hay que resolver dificultades en toda empresa y apartar tropezones. Hasta ahora no he visto más que alguna expresión antiestatutaria y un pequeño tropiezo.

A los antiestaturistas les recordamos:

El colosal imperio de los zares en Rusia, se derrumbó en dos horas; cosa que no hubiera ocurrido, si aquel imperio hubiera estado constituido por muchos estados autónomos federados, porque su despotismo y corrupción no hubieran llegado a donde llegaron. Por idénticas causas se destruyeron en Roma su gran república y su gigantesco imperio. Y no por distintos motivos fuimos perdiendo trágicamente los extensísimos dominios que, a España, dejaron los Reyes Católicos, cuya monarquía terminó en el reinado de Alfonso XIII, aquella buena tarde de abril de 1931, con aquel famoso ultimátum a todos aquellos poderes. "Si antes de ponerse el sol, no nos entregáis el poder, saldremos a la calle a recoger lo que el pueblo ha pedido". Aquella misma tarde se implantó la República en España.

¡Si, señores antifascistas!: tenemos que ser republicanos; y, para defender la República, el arma que más garantía nos ofrece, es la de ser regionalista. Además, en el fondo de este escrito, veremos lo inútil y perjudicial que para España y de una manera especial para Castilla, ha sido el poder estatal. España única, sí; pero regionalista-autónoma y autonómicos sus municipios.

Vamos al tropiezo:

En "Heraldo de Zamora" del 26 de mayo, aparece un artículo que firma V. Velasco, titulado "Acerca del Estatuto Castellano-Leonés".

No se ve, que el articulista se proponga otra cosa, más que echar agua fría a este fuego sagrado que arde ya en el corazón de Castilla en pro de su Estatuto. Compendiado refereido artículo, se reduce a lo siguiente:

Que ignora si Castilla ganaría o perdería con su autonomía; que en último término Castilla debía ser la última que lo pidiera; que antes había que conocer si Castilla tiene o no elementos propios para vivir; que primero hay que decidir por la extensión que debe comprender la región Castellano-Leonesa; que si ya, con alegatos picapleitos lugareños, haya quien reclame para sí la capitalidad de la región; que si la capitalidad debe ser para la región y no la región para la capitalidad; y que no ve la urgencia para pedir este Estatuto.

¡Oh, carísimo amigo Velasco!¡Qué pena nos produce verte pensar así!

Castilla tiene un tesoro de incalculable valor y es inagotable. Este tesoro, el estado unitario, apenas sí se ha ocupado de su explotación; y cuando se ocupa, lo hace muy lenta y perezosamente; forma que perjudica más que beneficia. Cuando desplegando las mayores actividades, en su explotación, sería no solo el porvenir de Castilla sino también el de toda España. Este tesoro es el río Duero con todos sus afluentes, que, pantanizadas suficientemente sus aguas y canalizados los terrenos que estas aguas pudieran regar, resultaría que Castilla la Vieja y León, no tendrían que envidiar nada a ninguna parte del mundo en producción agrícola, forestal y ganadera. Y después de regar toda esa gran zona quedarían aguas para producir energía eléctrica para satisfacer todas las necesidades industriales que España pudiera precisar.

En minas, cuenta la región Castellano-Leonesa con los filones más importantes de España en hierros y carbones, también los tiene de los demás metales, contando con abundantísimas canteras de yeso, piedras calizas, margas para cementos además de la diversidad y abundancia de silíceas, cuarzos, granitos y pizarras como también mármoles. En aguas minero-medicinales, nada tiene que desear.

Castilla constituida en estado autónomo, no tomaría menos interés en desarrollar estas fuentes de riqueza, luego nunca perdería por ser autónoma. En sus manos estaría desarrollar aquellas hasta el máximo de su producción.

Con este emporio de riqueza (hasta hoy abandonado), por la posición geográfica de Castilla y sus tradiciones, ésta no debe ser la última, debió ser la primera en reclamar su autonomía, para ejemplo de las demás regiones.

¿Qué más elementos necesitaría el señor Velasco, para concederle vida propia a Castilla, cuando, a simple vista, se ve que podría
tenerlos para suministrar todas las necesidades de España?

Si no fuera porque tenemos que respetar el nombre de Castilla, que es el título sagrado de nuestra lengua y la evocación de nuestras tradiciones, ningún nombre más apropiado para esta región que el de "El Duero y su cuenca".

Como la cuenca del Duero es indivisible, mientras el aprovechamiento de sus aguas no esté perfectamente distribuido y reglamentado, forzosamente, la región Castellana, tiene que ser constituida por todas las provincias comprendidas en la cuenca,  que son: Soria,Logroño, Burgos, Santander, León, Palencia, Valladolid, Zamora, Salamanca, Ávila y Segovia.

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