Castilla, un resurgimiento material necesario

Por un castellanismo contra la Agenda 2030

"Los que aseguran que es imposible no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo" (T. A. Edison).

martes, 21 de mayo de 2019

El Estatuto castellano

Por ELE

(Heraldo de Zamora, 22 de mayo de 1936, p. 1)


Se va haciendo ambiente regionalista en las provincias castellano-leonesas, espoleadas por la iniciativa de don Mauricio García Isidro.

Castilla, "la de las pardas onduladas cuestas", la cuna de las libertades que tuvieron en epílogo en Villalar, viene resultando la víctima de las demás regiones.

Y al amparo de la Constitución, lo que ha logrado Cataluña y van a pedir los vascos y Galicia y Aragón y Valencia, Castilla puede obtenerlo.

El artículo 11 de la Carta Magna de la República española, dice que si una o varias provincias limítrofes, con características históricas, culturales y económicas comunes, acordarán organizarse en región autónoma para formar un núcleo político-administrativo, dentro del Estado español, presentarán su Estatuto con arreglo a lo establecido en el artículo 12, pudiendo recabar para sí, en su
totalidad o parcialmente la defensa sanitaria en cuanto afecte a intereses extrarregionales, la policía de fronteras, inmigración, emigración y extranjería y fiscalización de la producción y el comercio de armas, sin perjuicio en el segundo caso de que puedan recabar todas, o parte de las restantes, por el mismo procedimiento establecido en el Código fundamental.

La iniciativa del señor García Isidro ha tenido la virtud de despertar la conciencia de Castilla, que estaba amodorrada. Precisamente, coincidió con la asamblea de Caspe y el surgimiento de los anhelos regionalistas de los vascos y de los gallegos. Los primeros, desaparecida la aspiración de un Estatuto vaticanista de los nacionalistas han sumado en favor de su causa a los elementos de izquierda.

Todas las regiones van siguiendo el ejemplo de Cataluña. El Estatuto es un privilegio y la Constitución reconoce la igualdad de todos los españoles ante la ley.

Sin embargo mucho nos tememos que aquí no cuaje la idea. Somos demasiado individualistas y extremadamente apegados al terruño.

Ya verán ustedes como se repetirá el cuento de la lechera. Gastaremos mucha pólvora en salvas y al final echaremos todo a rodar por la elección de la capitalidad o por otra futesa por el estilo.

De todas suertes, convienen iniciar el movimeinto regionalista castellano-leonés. Y ya se sabe que el movimiento se demuestra andando. Queremos decir que no basta con lanzar una idea. Hay que arrojar la semilla en el surco. Preparando el terreno lo está. Falta la propaganda activa. ¿No sería el propio señor García Isidro el más indicado para encauzarla?

Colaboradores eficaces, han de sobrarle. Entre ellos nosotros.

Madrid, 20-5-1936

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