Castilla, un resurgimiento material necesario

Por un castellanismo contra la Agenda 2030

"Los que aseguran que es imposible no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo" (T. A. Edison).

sábado, 30 de diciembre de 2017

Leyendas de la montaña de Castilla: La anjanuca blanca

Por Manuel Llano

(Castilla gráfica, revista semanal (Madrid), nº 29, 31 de agosto de 1924) 


A mi querido amigo el insigne novelista Ricardo León, enamorado ferviente de las cosas de la Montaña

"Eso sí que no, ¡recontras! Antes dejo espellejame vivu que pasar por las cueva de ias Anjanas esta noche tan oscura y vintiscosa... ¡Eso sí que no! Sinducu no pasa de anocheciu por la cueva de las Anjanas onque lo mande la mesma bula."                              


Era el filo de la media noche: una de esas noches del invierno montañés, "vintiscosa" y oscura como boca de lobo. A través de las montañas de nevadas cumbres, venía un viento que cortaba el rostro. 

Sinduco temblaba de miedo y de frío bajo los ruínes "melanes" que cubrían sus carnes. En sus ojucos negros se pintaba el temor de su espíritu. 

Cada árbol de los que bordeaban el angosto sendero, antojábansele al pobre cabrero "anjanas" gigantescas, que movían sus brazos enormes y amenazadores. 

Aquella tarde había tornado Sinduco a Quivierga, con media docena de cabras menos en su rebaño, y "tía Nela la bisoja" propietaria de aquella parte de recilla, que habia quedado en el monte temiendo que "daque lobón muertu de jambre o algún zorru indinu "encontrase regalado manjar en sus cabras" tresnas", había hecho al pobre Sinduco volver a la cuesta y "mirar toas las canalonas, torcas y cuevas" hasta dar con el paradero de las cabras extraviadas, entre las cuales se encontraba el "chivu viciosón" del rebaño. 

Sinduco, que me confiaba sus más íntimos secretillos, no hacia cosa alguna sin consultarla conmigo, y hétele en el "estragal" de la casa de mi güela, contándome indignado su cuita.  

"Asegúrete yo, Nelucu el míu, que esa viejona enroñecía ha de pagármelas toas juntas, ¡recolle! No ha de pasar muchu tiempu sin que la porra de Sindo la esboje daque cabra o la espeñe por un castru abaju, sin miajuca de pena... ¡Brujona y esmirriá de los demoños! Ahora güelve al monte, ya anochecíu y lluviendo, jechu una sopa y sin probar bocau... y rivienta, Sindo, que naide jará pucheros ni guitonás si te espeaza algún animalón... ¡Jioju con la tiona de los demongros!.. ¡Si juera tan amiga de jacer el bien como lo es del anisau!.."
    
El resultado de aquella visita de Sindo, fué que cerrando los oídos a las prohibiciones de la "probe mi güela" que tenía el "nietu más traviesu pecaju y tasugón de tou el indinu mundu, apegan a la ricilla como si viniera de casta de pastores", púseme una "pelliza", cogí la ahijá, calcé los "escarpines" y las albarcas pintas, y camino del monte, a la vera de Sindo, cantando siguidillas para espacir el miedo: 

"A la primer siguidilla" no la pude dar alientu, que al espenzar a cantar llevóme la voz el vientu"

Y para no cansar al lector con inútiles divagaciones, diréle que, después de algunas horas de peregrinación por aquellas cuestas resbalaízas, dimos tricha atrás y hétenos sin encontrar los picaros animalejos en las proximidades de la temida cueva de las Anjanas. Sinduco, que se dio cuenta de lo próximos que estábamos de la peña La Mena, dijome las palabras con que comienzan estas cuartillas, añadiendo acto seguido:  


"Vamos a metenos en el invernal de tiu Mesio jasta que pare de llover... Si quieres ver al probe Sinducu acaldau de un pitirriu en meta del camberón, no tienes más que jacer que pásale cercuca de la cueva y de alli al campusantu; digótelo de tou corazón. Vamonora esi invernal y jaremos lumbre У contaréte por qué no quiero pasar por esa cuevona endemoniá.

"Un güen día del inviernu diz que vinieron a Quivierga unos morones mu grandes, con unas anjanas mu majas, que eran las sus mujeres y las sus hijas. Vinian de Asturias, onde diz que los metieron una güena tullía... Ese sucediu pasó jaz muchos años, cuando la probe Quivierga era un puebluciu chicucu como Llendemozó y Fresnea. 


El casu jué que los morones y las sus anjanas escundiéronse en la cuevona de la peña La Mena, con toas sus riquezas, que diz que eran bien lucías. 

Los domingos y fiestas de guardar, cuando los vicinos iban a la misa, bajaban las anjanas y robaban las muy ladronicias las boronas qne las mujetes dejaban cuciendo en el lar; pero un día, una viejuca mu aguda discurrió dejar en el lar un ladrillu tapau con la ciniza y las brasas, y asi lo jicieron toas las mujeres. Las probes anjanas se alampaban las manos pero no soltaban el ladrillu, criendo que eran tortas. 

Las anjanucas diz que eran mu guapas, vestías de blancu, con unos pindientes grandones y reondos, de oru, y unas gargantillas relumbrantes. Ahora son unas viejucas enrreguñás que se apaecen de noche y se juntan a llorar en la brañuca de la peña. Van en ringlera con la cabeza agacha, llorando como unas desconsolás. 

Yo vilas una noche dende el coterucu del Verderu, y crií que me daba un relochiu... ¡Dios qué miedu! Al mesmu tiempu que las apaecias jacían la guitoná, el carabu que tíen el nial en la peña, daba unos quejios como un cristianu, que se le acababa el resuellu. 

A la anjana que yo mas miedu tengo, es a la anjanuca blanca... Diz que había en Quivierga un ovejeru mu guapu que una tarduca de truenos y relampaguíos asullose sin miedu a los morones en la entrá de la cueva. El tal pastor dicen los viejos que era el güelu del güelu del güelu de tia Tonina... ¡Cuántos años jará eso, recolle!.. Pos jue la cosa que salí" una anjana y alcontrose con el ovejeru y parlaron, y de aquello parla vino el enamoramientu; y toas las noches pelaban 1^ pava arrimaucos al acelal de la peña, dijéndose las querencias y las pitemitucas de los nuviazgos... Una noche mu oscura salieron unos morones y espeñaron a los enamoraos, que se estrellaron en las garnas de la canalona; y dende entonces toas las noches se apaez la anjanuca blanca blanca, dando unos gritíos con tou el griju.

Anjana, anjanueca, maja y guapuca; no jagas mal a la probe mozuca.

Toas las mozas cuando van a un coloñu de leña al monte los Maeros, dicen esi dichu. Los mozus tiene que quitase la boina y dicir por lo bajucu:

Anjana floría, es más güena que el pan de cada día.

Y cátate que el que no diz estas cosas es alampau por un mal que lu llaman el anjaneru, que no se quita jasta que se pasen tres noches seguías en el acebal de la peña y dijendo sin parar:

Peldá, peldá, anjanuca, ten piedá.

Y al mesmu tiempu que se diz esi rezu hay que tener los ojos cerraos pa no ver la salía de las anjanas viejas.

Y por no alcontrame con la anjanuca blanca, no paso de anochecíu por la peña de La Mena, mas que se pierdan toaslas cabras y chivos de Quivierga".

Sinducu cesó su parlar. Tumbados a la pampanarrota en la peña de hierba del pajar, dormidos el resto de la noche. Azotaba la vintisca y desgajábanse las cañas de las encinas y los cagigales...

Por el senderuco de la praería venía una moza madrugadora cantando:

A mí me gusta el labradorucu que se vaiga arar y a la media noche me venga a rondar con la pandereta, con el almirez, con las castañuelas que retumben bien... 

jueves, 28 de diciembre de 2017

Folk-lore Castellano

(Diario oficial de avisos de Madrid, 1 de diciembre de 1883, p. 3)

En la noche del 18 del pasado, segundo aniversario de la constitución del Folk-lore Andaluz, quedó constituido el Folk-lore Castellano, acordándose por unanimidad la candidatura que copiamos al pie de estas líneas, el nombramiento de varios socios honorarios de España y del extranjero, y un sencillo reglamento.

El objeto de esta sociedad es recoger, acopiar y publicar todos los conocimientos del pueblo castellano en los diversos ramos de la ciencia (medicina, higiene, botánica, moral, agricultura, etcétera); los proverbios, cantares, adivinanzas, cuentos, leyendas, fábulas y demás formas poéticas y literarias; los usos, costumbres, ceremonias y espectáculos y fiestas familiares, locales y nacionales; los ritos, creencias, supersticiones, mitos y juegos infantiles en que se conservan principalmente los vestigios de las civilizaciones pasadas; las locuciones, giros, trabalenguas, frases hechas, motes y apodos, modismos, provincialismos y voces infantiles; los nombres de sitios, pueblos y lugares, de piedras, animales y plantas, y en suma de todos los elementos constitutivos del genio, del saber y del idioma patrios contenidos en los monumentos escritos y en la tradición oral del pueblo de las dos Castillas, como materiales indispensables para el conocimiento y reconstrucción científica de la historia y de la cultura española.  


DOS CASTILLAS. 
 

Presidente. — Excmo. señor D. Gaspar Núñez de Arce.  Vicepresidente.—Sr. D. José Ferreras — D. Máximo Laguna. —D. Joaquín Same.

Vocales.—D. Alfredo Escobar. — D. Rodrigo Amador de los Ríos. —D. Francisco Giner. — Don Baltasar Ortiz de Zarate. —don Laureano Calderón. —D. Ignacio Bolívar. —D. Romualdo González Fragoso. — D. José Caso. — D. Pascual Vincent. — D. Manuel B. Cossío. — D. Gumersindo Azcárate. — D. Agustín Ondovilla. —D. Joaquín Costa. —D. Francisco Quiroga. —D. José Incenga. -D. Gabriel Rodríguez. —D. Leopoldo Ascensión.
Director—Sr. D. Antonio Machado y Álvarez.  


Director de excursiones. -Señor D. Francisco Martínez Arrúe.  Tesorero.-Sr. D. Manuel Angulo. 
Bibliotecario.—Sr. D. Francisco Durán y Sirvent.
Secretario general.—Sr. D. Eugenio de Olavarría y Huarte.
Vice-secretario.—Sr. D. Jacobo Laborda y López.

Simpatizadores del Folklore, vemos con gusto la constitución del centro regional de ambas Castillas, felicitando a la naciente Sociedad y excitándola a que llene cumplidamente su difícil misión.

domingo, 24 de diciembre de 2017

Turismo en Castilla

Por  A. de Torres


(Castilla gráfica, revista semanal (Madrid), 12 de octubre de 1924)


Con ser tan grandioso, variado y sin rival, nuestro tesoro artístico, portentoso museo de bellezas arquitectónicas, admirables joyas y de históricos monumentos, posee Castilla, además, muy amplios horizontes para el desarrollo fecundo del turismo... 


Nos referimos a sus bellezas naturales. 
 


Los amantes de la Naturaleza tienen muchos lugares donde podrán extasiarse ante la grandeza y sublimidad que encierran montañas, valles, bosques y ríos. Paisajes de variados contrastes, de bellezas sorprendentes, de admirables tonalidades. 
 


Determinar estos lugares, darlos a conocer, a nosotros mismos (es necesario consignarlo así, pues desgraciadamente, aún para muchos de los que viven a su lado son desconocidos) y a los de fuera, es tarea primordial, interesantísima, que no deben olvidar las juntas ya creadas y que se funden para el desarrollo del turismo, pues difundir estas bellezas naturales, en bien dispuestas propagandas, encauzar las excursiones, facilitar medios, crearlos (algunos carecen de ellos en la actualidad; otros son difíciles y penosos) para visitar estos deliciosos lugares, donde la Naturaleza prodigó sus grandiosas bellezas, que sorprenden y cautivan, será gbrir nuevas rutas al turismo, mostrando al propio tiempo, a los de fuera y a los propios, las grandiosidades que encierra el suelo patrio. 
 

Difundir estas bellezas, darlas a conocer, es además un sagrado deber de los pueblos que las atesoran y todos deben contribuir, con su esfuerzo, con sus iniciativas, con sus propios medios, a propagarlas, mostrándolas con legítimo orgullo a la admiración de todos... 

Y son muchos, muchos los lugares que atesora Castilla, en sus diferentes provincias, dignos todos de ser conocidos y visitados. 


Grata e imborrable es la impresión, que a todos producen las maravillas que encierran nuestras ciudades, catedrales, monumentos, castillos, etc. Unida las manifestaciones del arte las sublimidades de la Naturaleza, y estas sensaciones serán aún mayores para el excursionista... 



Aumentemos nuestras "guias" con estos nuevos datos; propaguemos nuestras bellezas naturales, que tan importantes factores son merecedores de ello...



No seamos parcos en el elogio. Ocupamos y poseemos un tesoro y una situación incomparable. Conviene no lo olvidemos, al laborar por nuestro turismo.

viernes, 22 de diciembre de 2017

Bajo el sol de la llanura (paisaje)

Por Mateo Santos Cantero

(Villanueva de los Infantes (Ciudad Real), 1890-México, 1964)


(Vida manchega, 23 de mayo de 1912, p. 4)



La luz se inicia en Oriente;

asciende el sol á la altura
y despierta sonriente
la llanura.


El resplandor matutino

sorprende a la gañanía,
que derrocha en el camino
su alegría.


Va la alegre caravana

cantando y riendo á coro.
Clonando nace la mañana
todo es oro.


Oro son los cascabeles;

de oro herrajes, cincha, hevilla...
Son los astros los troqueles
de Castilla.


La espiga esbelta y dorada

levemente el viento agita.
Canta el ave en la enramada
dulce cuita.


Verde el campo; azul el cielo;

todo es luz; no hay ni un celaje
que cubra de sombra el suelo
del paisaje.


Viene desde la ciudad

de la campana el lamento,
que rima en la soledad
con el viento.


Se escucha en la lejanía

un cantar recio y profano.
Es que va la Poesía
por el llano.


Va la luz agonizando

en la tierra y en el cielo.
El ave al nido, cantando
tiende el vuelo.


Al resplandor vespertino

regresa la gañanía,
sin que atruene ya el camino
su alegría.


El sol muere en Occidente

al descender de la altura,
y se duerme tristemente
la llanura.

Fuente de riqueza

Por A. de Torres

(Castilla gráfica, revista semanal (Madrid), nº 33, 28 de setiembre de 1924)

El magnífico, valioso y sin rival tesoro de formnidable riqueza artística, que posee Castilla, más conocido y admirado por extraños que por propios, es digno, y la «hora es llegada», de que todos dirijan sus miradas a este venero inagotable, verdadera fuente de riqueza, y estudien con la debida atención los medios, procurando organizar y encauzar el mayor desarrollo del turismo, para que se alcancen sus beneficios sin grandes sacrificios esfuerzos. 


Voluntad: esta es la única condición necesaria para lograr el éxito. Voluntad firme, decidida, aplicada con tenacidad para crear las organizaciones necesarias que, compenetradas de su patriótica y benéfica labor, la realicen con fe, amor y entusiasen beneficio de todos.


Diputaciones, Ayuntamientos, Cámaras, Comercio, Industria, Agricultores, Prensa, todos los organismos vitales, en sus varias manifestaciones, deben aportar sus iniciativas, sumando sus valores para conseguir prácticamente la realización de esta obra tan beneficiosa como necesaria. 


Confíen en sí mismos para ella; no esperen ni recurran, según la costumbre malsana, en la ayuda del Estado, que harto pesan sobre él atenciones y molestias cargas; interesen, sí, protección y facilidades para seguir el camino y no se desanimen por los obstáculos lógicos y naturales en toda obra que se empieza; no desmayen ante el cansancio de la jornada que hay que seguir... El triunfo es seguro. 



Solicítese en cambio, la eficaz cooperación de compañías ferroviarias, de la industria hotelera, de los poderosos, de la prensa, y en esos factores particulares y privados, reunidos, brotarán medios sobrados para conseguir la realización efectiva y práctica de esta obra tan útil y necesaria como beneficiosa en general Es una verdad amarga. En el extranjero se nos conoce, porque ellos nos descubren. Su turismo cunde y progresa porque ellos lo fomentan; nosotros, en cambio, salvo raras excepciones, poco o nada haremos para mostrar, no a los de fuera, a los de casa, el grandioso tesoro artístico que poseemos, de ¡insuperables bellezas, que debiera por sí sólo" ser timbre preclaro para nuesíro orgullo.


Y cuando estos extranjeros que vienen de lejanas tierras a contemplarlos, atraídos por esa propaganda difundida por ellos mismos, que les indica lo mucho y valioso que encierra nuestra patria; cuando los vemos admirados, absortos, ante las maravillas de arte de nuestros monumentos arquitectónicos, casi nos sorprendemos de ello y muchas veces ni aún sabemos satisfacer su curiosidad... 


¡Desconocemos esas admirables obras, que perduran en nuestras ciudades y que nos legaron los antepasados! 


Necesitamos esos centros de turismo; necesitamos esa propaganda que nos guíe y nos haga conocer el tesoro que encierran nuestras históricas ciudades castellanas. 

Realizar esta obra, es laborar por Casfilla, y los que a ella cooperen merecerán la satisfacción del deber cumplido y el aplauso de todos sus conciudadanos-.

jueves, 21 de diciembre de 2017

La Mancomunidad de Castilla

Por Ugidos

(Castilla gráfica, revista semanal (Madrid), nº 29, 31 de agosto de 1924)

En el número pasado de "Castilla Gráfica" el culto articulista "Dalmau", habla de "La Mancomunidad de Castilla"; y al hacerlo, dirige su mirada a Santander como ciudad importadora y exportadora de Castilla con relación al mercado extranjero. El representante de "Castilla Gráfica" en Santander no puede menos de agradecer vivamente al articulista las frases de elogio que prodiga a la capital de la Montaña. Ciertamente Santander progresa y a pasos agigantados. Castilla entera puede poner los ojos confiadamente en ella como en una halagüeña promesa. Porque Santander, a pesar de su cosmopolitismo, no deja de sentir en su espíritu el aleteo de Castilla. Santander será siempre castellana. Lo es ya por ética y lo será siempre por instinto. Santander está situada, como muy bien dice el articulista aludido, entre dos puertos de gran tráfico marítimo que, a la largo, restan valoración y energías. Pero Saniander cuenta siempre con la flexión espiritual de Castilla; y ella cree que, en igualdad de condiciones en sus tarifas, etc., será siempre la preferida. La Montaña estará en todo momento al lado de Castilla —omia para cuanto signifique progreso y emancipación. Por eso "La Mancomunidad Castellana" formada por la Nueva y Vieja Castilla y León, tendrá en Santander decididos propagadores y defensores. 

¡Vayamos a ella! Empecemos. Formemos opinión con nuestras plumas y lleguemos al corazón de los castellanos para que todos presten su cooperación a la gran obra de reivindicación y de progreso, Santander está dispuesta a ello; y si el resto de las ciudades castellanas contribuyen, ella se verá muy honrada con el concurso común, porque será al fin la más concluyente y palmaria prueba de adhesión y simpatía. ¡Castellanos! ¡Vayamos hacía la Mancomunidad de Castilla! Pero vayamos con tacto. Hagamos de ella solamente un medio para la afirmación étnica. No la convirtamos en arma política, que esta suele llevar a los pueblos a la desunión y a la ruina. 


N. de la R. 
Agradecemos en el alma esas palabras de ferviente castellanismo que V. Sr. Ugidos, en representación ahora, no de Castilla Gráfica, sino del pueblo de Santander, nos dedica con la exaltación propia de hijos amadísimos de la amadísima Castilla. Nunca dudó esta revista que simboliza y recoge todos los anhelos de la región por tantas cualidades gloriosa, del castellanismo de la montaña santanderina. Y en todo momento, y ya en otra ocasión fue dicho, para ayudar al florecimiento y esplendor de la bella ciudad de Santander, toda la Castilla llana se halla solicita como lo haría por cualquier otra hermana de la llanura. Del mismo modo Santander presta a la meseta su esfuerzo desde la montaña. Hoy más que nunca todas las provincias de Castilla se hallan prietamente unidas. Celebrémoslo y aprovechémoslo para lograr el mayor florecimiento. Pero como V. dice, hay que laborar con tacto, con cautela. Una Mancomunidad para realizar nuestros deseos, muestras justas aspiraciones, una mancomunidad que abarcando las dos Castillas y aun algunas provincias cuyos intereses económicos y espirituales son comunes y afines a los nuestros tuviera como único lema: el amor a Castilla y por ende, el afán inquebrantable de trabajar sin descanso, hasta dotarla del magnifico esplendor a que tiene derecho.

miércoles, 6 de diciembre de 2017

El Estado y la industrialización de los países pobres

Por Gregorio Fernández Díez

(Información comercial española, nº 203, julio 1950, p. 1016-1018)



Con menos celeridad que la que los patrióticamente impacientes deseamos, ello sin duda debido a impedimentos que exteriormente se nos crean, una tras otra, van convirtiéndose en realidades, una serie de grandes factorías industriales, de centrales hidroeléctricas o térmicas, amén de infinitas industrias más modestas que están cambiando la faz industrial de España.

La inauguración de las centrales térmicas de Puente de García Rodríguez y Ponferrada y del salto de Villalcampo sobre el Duero y la espléndida fábrica de La Cellophane Española en Burgos el pasado estío y ahora recientemente de las grandes factorías de "Nitratos de Castilla, S.A.", y de la Empresa Nacional del Aluminio, en Valladolid, son realizaciones que ponen de relieve el vidente incremento industrial de España y que auguran para en breve el instante en que nuestro país logre alcanzar el indispensable equilibrio agro-industrial que precisa.

De las citadas realizaciones unas corresponden a la libérrima acción e iniciativas privadas y otras son obra de empresas dependientes del Instituto Nacional de Industria, trascendental creación del señor Suanzes, a quien en justicia hay que reconocer como el gran impulsor de la industralización de España.

Jamás en la historia nuestro desenvolvimiento industrial ha tenido éste el empuje que en el último decenio. Díganlo el aumento de consumo de energía eléctrica, el número de industrias establecidas que se cuentan por miles, el de las sociedades anónimas y mercantiles en general constituidas en este período o el montante de los capitales invertidos en tales empresas y sociedades, todo ello revelador de la falsedad de que la iniciativa privada haya estado ni esté constreñida en nuestro país. Las autorizaciones se han prodigado y las denegaciones inexcusables, más bien han sido meros aplazamientos.

Mas, en el supuesto de que esa limitación de las iniciativas fuese cierta, cabe preguntar a los censores: ¿por qué no se realizaron ni se comenzaron siquiera esas iniciativas, esas industrias hasta 1936 cuando la libertad económica no era dirigida ni las iniciativas contenidas, según ellos?

Contestamos: Los exaltadores de la economía libre en España y de la libertad de iniciativa, no ejercitaron ésta o de otro modo no supieron acometer industrias que en otras naciones se han llevado a efecto. Y ahora otra pregunta: ¿quién ha impedido en España que se erigiesen nuevos altos hornos, se perforasen nuevos pozos carboníferos, se construyesen más barcos, se montasen fábricas de celulosa, de caucho sintético, de nitrógeno, de colarantes o bien 
factorías para la obtención de carburantes sintéticos? 

El Estado no fue; el Estado promulgó una Ley de Protección a las industrias y creó el Banco de Crédito Industrial en 1916 para ayudar las iniciativas, que ya estaban ayudadas con primas a la exportación, a la producción carbonífera, a la construcción naval, etcétera, etc.

Es concluyente, pues, la dedicación de que el Estado en España raya en la política económica a la altura de otros Estados; pero si la comparación se establece entre la economía española y la extranjera o entre la inicitiva industrial y técnica privadas de nuestro país y las de otros, las nuestras quedan... muy mal.

El Estado ha tenido que venir en España a ejercitar cometidos que ya, como luego veremos, realiza en todas partes. Ha tenido que planificar la economía nacional, en aspectos en los que no es autorizable la inhibición y a suplir la inacción privada, creando el Instituto Nacional de Industrias, que está dotando a nuestro país
de algunas necesarias a la defensa nacional y de otras básicas e indispensables a la nación.

El derecho y el deber de cada país de industrializarse es irrenunciable. Una serie de Estados pobres, mas con políticos cuya clara visión de las conveniencias y del porvenir de sus naciones han acometido esa industrialización, no sólo con medidas gubernamentales de política económica, sino montando directamente, el Estado, las industrias o indirectamente mediante corporaciones estatales subsidiarias semejantes a nuestro Instituto Nacional de Industrias.

El Japón era en 1868 una nación atrasada y pobre que hasta 1872 no inauguró su primer ferrocarril. En 1906 los electrificó todos. En 1914, en las fábricas, arsenales, talleres, imprentas y fábricas de tabaco el Estado ocupaba 140.000 obreros. Y es que fue el Estado en el Japón el que montó diversas industrias, directamente, como los altos hornos de Jawata, cuando la nación era pobre y retrasada, industrias que luego, en 1885, transfirió a sociedades privadas.

Rusia, la zarista, cuando era una nación pobre, creaba su Banco Nacional, mas hasta 1883 no amortizó el funcionamiento de la banca privada. Aquella Rusia, como la de ahora, en la que el Estado lo era casi todo, pudo un día fundar artificiosamente San Petersburgo, por razones estratégicas, e industrializar dicha ciudad y crear otro, también artificialmente, Lodz, la Manchester polaca, e instaurar en ella la industria textil y montar directamente fundiciones y fábricas de armamentos de Tula y aun promover una fábrica en Moscú de hilados y tejidos, que ya en 1913 ocupaba 20.000 obreros.

En la Rusia zarista fue el Estado quien, acometiendo directamente la construcción de la red ferroviaria, sostuvo las industrias francesas, belgas e inglesas siderometalúrgicas que se establecieron en la cuenca del Donetz. 

Ahí está Turquía, la anatólica, modernizándose bajo la acción directa del Estado, que estableció altos hornos en Karabuk y explota minas de carbón y ferrocarriles y hasta fábricas de curtidos, de celulosa, centrales hidroeléctricas y fábricas de cemento como en Siva. País de escasos capitales, más bien pobre, queriendo dejar de serlo, el Estado toma la iniciativa de transformar la nación.

La China nacionalista, no la semisoviética, tenía organizadas cuatro empresas estatales: la China Textil Cº, con cuatro fábricas; la China Marchands Steamers Cº; la Tainan Sugar Cº y la Tainan Paper Cº, ello sin duda porque pretendía salir de la pobreza y liberarse de la explotación extranjera.

En Bolivia el Estado pone una fábrica nacional de clavos y otra de hilados y tejidos y tuvo constituida una sociedad mixta con la Standard Oil Cº, si bien ahora los yacimientos petrolíferos son fiscales.

En el Brasil, además de la refinería de petróleos en montaje en Mataripe, el Estado tiene constituidas dos sociedades paraestatales, una de motores para la aviación con Fairchild E. and Aeroplane Cº, y otra la de los altos hornos de Volta Redonda con otra empresa norteamericana.

La Yugoeslavia presoviética tenía ya la fábrica de motores de aviación de Kralico, dependiente del Estado y de una empresa norteamericana.

En Venezuela, la fábrica de papel de Maracay y la de cementos de La Vega son del Estado.

En Perú los yacimientos de guano son del Estado, administrados por una sociedad subsidiaria. De otro lado la Corporación Peruana del Santu es una empresa paraestatal con 30 millones de dólares que acomete la explotación minera de carbones, hierros, monta acererías y construye saltos de energía. Su cometido es el de nuestro I.N.I.

En Chile son paraestatales una fábrica de deshidratación de frutas y otra de cubiertas y neumáticos, en Maipú, con la participación norteamericana. Además se ha creado la Corporación de Fomento, que cual nuestro I.N.I., esto es, ya por sí mismo o bien mediante empresas mixtas está desarrollando el plan de electrificación nacional, instalando fábricas de cemento, fundiciones de cobre y de estaño y los altos hornos de Bahía de la Concepción, éstos con la colaboración norteamericana, amén de otras actividades.

En el Uruguay la energía eléctrica es un monopolio del Estado; lo es la fábrica de papel del pueblo de Juan Lacaze; lo es el Frigorífico Nacional, ¿qué dicen a esto los detractores de la leve acción industralizadora estatal en España a través del Instituto Nacional de Industria? Lo probable es que lo ignoren. Nosotros conocemos, por el contrario, la satisfacción y el orgullo que tal acción industrializadora produce en aquellas naciones: sírvannos de ejemplo y espejo de conducta.

Mas, continuemos. En el Ecuador pertenece al Estado la fábrica de abonos de La Libertad.

En la República Dominicana, el Matadero Industrial Frigorífico de Trujillo es del Estado.

En Méjico, además de los yacimientos petrolíferos, son ahora industria estatal las fábricas químicas expropiadas  a las firmas alemanas Schering, Bayer, Bekririg y Merk.

En Holanda el Estado posee diversas industrias y explota cuatro minas de carbón en Limburgo.

En la República Argentina son propiedad del Estado las fábricas de tejidos de Hualcondo y de Resistencia; lo son los yacimientos petrolíferos fiscales; los yacimientos y altos hornos de Zapla (Palpalá), en Jujuy, y van a serlo otras manifestaciones industriales en virtud del plan quinquenal y lo es la fábrica de motores de aviación de Córdoba.

En el Indostán, el Estado de Trasvancore posee dos fábricas de su propiedad, una de motores de aviación y otra de rayón. Se ha divulgado que el Indostán tiene, no sólo planes de industrialización, sino de estatificación y acordada la creación de tres compañías navieras mixtas, con cien millones de dólares cada una en las que el 51 por 100 será suscrito por el Gobierno.

Recuerde el lector la invitación que un día ciertos beligerantes nos dirigían para que continuásemos cultivando olivares y viñas. Mas España, prefiere seguir su ejemplo a su consejo; queremos industrializarnos. Nuestra nación debe hacer lo que hacen las naciones mencionadas y nuestros gobernantes lo que hacen los de esos pueblos... y los de otros.

La Inglaterra prelaborista había ya construido estatalmente la red eléctrica nacional que aquí acomete la iniciativa privada; la Inglaterra prelaborista había convertido el Estado en comanditario de la Sociedad Británica de Materias colorantes, de la Anglopersa de Petróleos, de la Cunnard de Navegación, del Banco Comercial de Liverpool y de la Compañía del Canal de Suez. También poseía y explotaba minas de carbón en Nigeria, había creado una fábrica de magnesio, etcétera y montado otra para la obtención de gasolina sintética de Becingham-on-Teel. 

La Francia predegaullista había estatificado los yacimientos hulleros e instalaciones para la obtención de carburantes de Bethune.

En Suecia el Estado explota diversas industrias, centrales hidroeléctricas y los altos hornos de Jernenbeck en Norbattene, cosa que se repite en la Unión Sudafricana.

En los Estados Unidos. el Estado posee fábricas de magnesio de Nevada y California, instalaciones de obtención de gasolina y caucho sintético, diversas fábricas de aluminio y posee y explota las grandes centrales hidroeléctricas de Musle Schoals, de Bonneville y Grand Coulée con la fabricación anexa de nitrogenados y explosivos.

En Uruguay, la Argentina, el Estado Vaticano y Suiza cuentan con flota mercante estatal. ¿Para qué aducir nuevos ejemplos?

Si esta actuación industrializadora es loable en otras naciones, loable es en España. La siguen, como vemos, incluso naciones ricas de economia liberal, pero singularmente dicha trayectoria es la que acometen naciones pobres y escasamente industriales que pretenden elevar en nivel de vida. Y como éste debe ser el objetivo nacional, el Estado, el I.N.I. habrá de continuar su eficiente y patriótica obra de industrializar España frente al mundo y fomentar en el
área nacional industrias y actividades en las provincias y regiones menos ricas o más retrasadas en evitación de desniveles que trascienden desde lo económico a lo político.

Y esta doble trayectoria, la de convertir a España en nación industrial y realizarlo en todos los horizontes de la nación, tiene una tal consideración que abarca lo económico, lo demográfico, lo social, lo estratégico y, por suma, el gran problema político de aprestar el lazo entre todos los hombres y pueblos de España, cumpliendo con ello el Estado la máxima realización de justicia y equidad, porque si la unidad política conduce a la unidad económica,
la unidad económica consolida la unidad política eficazmente. 

jueves, 26 de octubre de 2017

En defensa de Castilla

(El Imparcial, 29 de junio de 1908, p. 2) 

MEETING EN SEGOVIA

Tiempo hace que la opinión castellana deseaba que de algún modo se hiciera constar en públicas reuniones su protesta contra la acusación catalanista y contra los denuestos de que la han hecho víctima la solidaridad y sus colaboradores.

El meeting celebrado esta tarde es el principado de una campaña de reivindicación y resurgimiento del espíritu castellano. Gran entusiasmo ha despertado en esta capital.

El meeting a las tres y media de la tarde comentó el meeting. Poco antes había llegado con automóvil el Sr. D. Santiago Alba con algunos de sus amigos. Se le hizo un caluroso recibimiento.

Preside el acto el senador D. Raimundo Ruiz. En el escenario están numerosas representaciones de los pueblos de la provincia y caracterizados elementos del partido liberal de Segovia.

El presidente saluda a los huéspedes y propone que se cree una Junta que defienda incesantemente las intereses de Castilla.

El Sr. Pedrazuela presenta al Sr. Alba, expresando la gratitud de los segovianos por su cooperación al acto. Dice que Segovia será enérgica y leal en la batalla emprendida.

D. Mariano Matesanz demuestra con ejemplos históricos el vigor de todos los segovianos en las empresas nacionales.

D. Enrique Gavilán, diputado provincial de Valladolid, saluda en nombre de aquella comarca a los segovianos, y ofrece el concurso constante de ella para todos los esfuerzos que conduzcan a la integridad de la patria y al mejoramientio del pueblo castellano.

Pronunciaron luego discursos muy elocuentes y aplaudidos e inspirados en los mismos ideales D. Vicente Gay, catedrático de Valladolid; D. Luis Carretero, concejal republicano; el Sr. Zaballa, catedrático de la Universidad de Madrid; D. Félix Gil, director del
Diario de Avisos; D. Higinio Arrivas, diputado provincial; D. Victoriano Llorente, y D. Manuel Torrequiza. Todos son muy aplaudidos.

Discurso de Santiago Alba

El Sr. Alba pronuncia excelente discurso, en el que aparecen condensadas las aspiraciones de Castilla, enfrente de la invasión predominante y absorbente halagada por todos los favores oficiales del movimiento catalanista.

Recuerda que hace tres meses, desde Palencia, en un acto público como el de ahora, pidió que en Barcelona se le concediera una tribuna en que defender la gran verdad castellana y española. El tiempo ha pasado, y aquella solicitud no ha sido acogida. Recuerda que al terminar una conferencia que dio hace poco en el Círculo Mercantil de Salamanca propuso a aquel Centro que invitase mpuso al Sr. Cambó a hablar en defensa de sus ideas en aquel mismo Centro. La iniciativa fue aceptada, y el Sr. Cambó habló en Salamanca, dicen que no como lo hace en Cataluña, y fue oído con respeto y hasta con aplauso. Véase la diferencia entre lo que se hace aquí y en lo que allí se ejecuta. Aunque sea menos gallardo y memos caballeresco, es más cómodo el prodedimiento de alejar al adversario, de evitar que se le conozca y de impedir que con su presencia y sus palabras se desvanezcan sus posiciones mentidas en que se funda toda una campaña.

Demuestra luego el Sr. Alba que el señor Maura, en su afán desmedido de atraerse a la derecha de la solidaridad, ha abandonado por entero la tradición gamacista, que tuvo a Castilla por cuna y que era la concreción parlamentaria y política de un estado de opinión de las muchedumbres campesinas.

Proclama luego el orador la reconstitución de la meseta distinguiendo lo que debe ser fruto de la acción privada de lo que hay derecho a pedir al Estado. Dice que en la ley de administración local que se discute, se ha olvidado por completo al Municipio secular y clásico, que es el pequeño Municipio rural, labrador y ganadero, para no ocuparse, mirando á Barcelona, sino del gran Ayuntamiento capitalista y urbano. Y mientras a éste se le brinda con facilidades y desenvolvimientos que pueden ser y son ya un principio de disociación y un comienzo de regresión medioeval, en la lengua y en la cultura. Se hace tabla rasa de usos y costumbres patriarcales, que a través de los siglos nos habían trasmitido la austera y democrática función de los gloriosos Concejos de Castilla. 

El orador protesta de que se suponga a esta región falta de toda iniciativa, petitificada dentro de su costra de tantos siglos. Señala el resurgir asombroso de la agricultura, abierta ya hoy en varias províncias a todas las novedades del cultivo moderno, y en el otden industrial cita, entre otros datos, el de que mientras Castilla va aprovechando todos los saltos de agua de que dispone, trasportando la energía a grandes distancias, el capital catalán repugna estas aventuras, los grandes estupendos saltos de la provincia de Lérida continúan inexplotados y Barcelona y su provincia consumen enormes cantidades de carbón y la crisis últinaa de sus finanzas salvadas al auxilio, no de los Bancos catalanes, sitio del Banco del Estado, del Banco de España, prueba cómo en el orden de la organización del crédito falta mucho camino que andar a los que protectoramente nos brindan su hegemonía.

El Sr. Alba hace después una crítica serena y documentadísima con cifras y datos de lo que ha signiflcado nuestra política económica en los últimos años. El pueblo -dice- mira con ceño torvo a políticos y generales a quienes supone causantes de la pérdida de las colonias. Y no se fija en la inspiración de todo nuestro régimien colonial salía no tanto de Madrid como de Barcelona. Al mantenimiento de una exportación artificiosa, desarrollada no por la bondad del producto ni por la baratura del precio, sino por medidas de Gaceta, se sacrificó todo, hasta la seriedad de la forma del Estado. La famosa ley de relaciones comerciales con Cuba no llegó a cumplirse. Y los que entonces para esto se envolvieron en la bandera española, hoy truenan contra el régimen, cuya principal culpa consiste en haberse preocupado más de eilos que de hacer a España querida y respetada, por la libertad política y económica, en Cuba y en Filipinas.

(...)

martes, 3 de octubre de 2017

Una visión castellana del desequilibrio regional

Por Fabiá Estapé Rodríguez
 

(Portbou, 1923-Navatejera (León), 2012)
 

(Serra d'Or, vol. 6 (1964), nº 2-3, p. 22-23 )


La transcendencia de la localización regional del desarrollo económico sobre el núcleo de los problemas que han dificultado el simple curso de la vida española fue recogida y subrayada por Gregorio Fernández Díez en su obra El Valor de Castilla. El ejemplar consultado contiene una convocatoria autógrafa que dice: "Para el maestro-filósofo don José Ortega y Gasset, con el propósito que la lectura de estas páginas le induzca a investigar mi tesis: los problemas nacionalistas de Cataluña y Vasconia son producto de su potencia económica, y, por tanto, a los problemas económicos no hace falta buscarles soluciones políticas. Castilla es la clave del abanico peninsular".
 

Fernández Díez parte de una tesis concreta: la localización industrial constituye una fuente de conflictos; el remedio consiste en la diseminación. "Las comarcas interiores de España, la España castellana, avanzando teorías que después hemos de fundamentar más ampliamente, necesitan industrializarse, no solamente para activar su vida económica, sino también porque conceptuamos que el desnivel económico que separa una regiones de otras, además de contribuir a plantear los pleitos regionalistas o nacionalistas, presenta también otro matiz, no exento de peligro en caso de invasión nacional. Este aspecto es el de la eficiencia de la defensa del territorio". Para esto recomienda la dispersión industrial: "las nuevas, especialmente industriales, deben recoger el lugar apropiado para su mejor desarrollo y distribuir algunas por toda la nación, porque su concentración o localización, en muchos casos, no es beneficiosa sino a la comarca o a la población donde radican, pero bien poco a la nación en general". "Y no produce el mismo efecto la diseminación que el agrupamiento, ni en el aspecto económico ni en ninguno. Además la dispersión de los pequeños centros industriales contribuye tanto a la difusión de la riqueza como de la cultura, si bien reconocemos que todo progreso material o cultural tiene su origen en los grandes centros industriales o en las grandes poblaciones. Estas consideraciones bastarían para dar importancia al estudio del problema de la diseminación industrial, que equivale a reducir a sus términos, a estudiar los medios de industrializar mucho o poco todas las provincias de España tomando como base para esto sus riquezas naturales".

¿Por qué la necesidad de modificar la localización industrial? Los motivos se encuentran en una esfera superior a la de los factores económicos. En opinión de Fernández Díez, la contraposición económica litoral-interior (con predominio de la actividad industrial en la zona periférica) es cosa de todos los países. La singularidad del caso español radica en las implicaciones políticas que han resultado del desnivel económico interzonal. Consideramos su punto de vista: "España está también sujeta a estas mismas leyes geográficas, pero el fenómeno que diferencia en todo lugar el nivel económico de unas regiones sobre otras tiene aquí un relieve singular y una característica peculiar, por tal es causa y motivo de un desequilibrio político, que es como decir de un pleito con desviaciones de orden secesionista, que así podemos conceptuar el problema autonomista catalán, e incluso el vasco. Quizá no es una diferente distribución de las energías y las riquezas nacionales la única causa y fundamento de tales pleitos, pero no hace falta decirlo, es, sin discusión, la más poderosa, la más efectiva, la que más fuerza da a la voluntad de sus aspiraciones. Y que es así, no cabe dudarlo. El problema se ha ido agravando, ha ido tomando extensión y fuerza a medida que Cataluña consolidaba su importancia
industrial. En los días en los que es celebrada la Exposición Universal de Barcelona de 1888 es cuando despega la idea, la aspiración nacionalista. El problema no es puridad de diferenciación de personalidad, ni de derecho, ni de raza, ni de idioma, porque la antigua personalidad de Cataluña fue reconocida en la historia y siempre fue la misma; el derecho foral siempre fue respetado, aunque en la práctica nadie haga uso del mismo; la raza era, hace cuatro lustros, más pura que ahora, mezclada de sangre y de apellidos catalanes, y el idioma propio, más hablado que ahora, en el que el pueblo domina el idioma extraño. Siendo así, se dirá: ¿por qué no surgió el pleito, y aparece ahora, de treinta años a esta parte? La respuesta es sencilla: el pleito autonomista o nacionalista catalán se desarrolla y arraiga su desarrollo económico, y crece al compás
del crecimiento urbanístico de Barcelona y de la instalación de nuevas industrias".

La extensa citación revela la percepción notable de las consecuencias profundas del desnivel económico regional. El avance económico relativo conseguido en determinadas regiones actúa como fuerza decisiva en el planteamiento del que Fernández Díez denomina el "pleito político". De esta manera, que los otros factores concurrentes no conseguirían repercusión importante -susceptible de convertirse en problema para la vida nacional-, si no contaban con el consentimiento y el estímulo que supone el factor económico: "Todas aquellas pretendidas diferencias étnicas, lingüísticas, de historia, etc., sino venían sostenidas por la riqueza industrial,
no de Cataluña, sino de Barcelona, la fuerza comercial y financiera de la cual es potentísima, carecerían de valor. Sin el peso que representa Barcelona, con el millón de habitantes, que es sin discusión, en diferentes aspectos, la primera ciudad de España,
nosotros, sin afirmar rotundamente que no hubiese sido planteado el pleito político, nos permiten dudarlo". Y todo esto porque "son las chimeneas del llano del Llobregat y del Besós, y los convertidores, los martinetes y los cargadores instalados cerca de la ría de Bilbao
el origen de la jactancia y aun de la distinta apreciación política en las cuestiones nacionales". 


El planteamiento de la situación y su dinámica traen a Fernández Díez a denunaciar la incomprensión total con que fue interpretado tanto en los órganos de decisión como en los de opinión. "Para ser sinceros, por tanto, hemos de significar que si se hubiese comprendido el verdadero carácter de pleito nacionalista, que no han comprendido a Madrid ni un solo gobierno, ni un solo político, ni un solo periódico; si hubiese sido comprendido donde radicaba la esencia y la potencia, quizá no hibiese tomado un desagradable cariz ni tanta importancia". La incomprensión domina igualmente en el
volumen La Autonomía catalanista ante el Parlamento Nacional, donde están reproducidos discursos de Antonio Maura, Niceto Alcalá-Zamora, José Gascón y Marín, Alfons Sala, Víctor Pradera y el conde de Romanones. A pesar de sus grandilocuentes -señala Fernández Díez-, no acertaban la clave: no acertaban la clave porque "un problema de índole esencialmente econonómica no puede ser resuelto con procedimientos políticos. Un problema que surge principalmente del desnivel que existe entre la riqueza media de Cataluña (diríamos mejor de Barcelona) o la de Vizcaya y la de otras regiones y provincias de la nación, no tiene otra solución que procurar elevar el nivel de la fuerza económica de aquellas regiones más modestas o, si se quiere, más pobres. La acción de los gobiernos debe ir encaminada resueltamente, no para llenar la "Gaceta" de estatutos y reglamentos de cualquier género, que probablemente serán una farsa más, sino a impulsar la riqueza de las regiones pobres fomentando la actividad mediante la construcción de ferrocarriles, pantanos y, en general, de obras públicas. Y todo el resto son músicas celestiales. Si tan solo en dos lustros podíamos convertir Zaragoza, Córdoba y Valladolid en poblaciones de 150.000 almas, y León, Albacete
y Burgos en ciudades de 100.000 habitantes, y al compás de la población acrecentar la industria, la faz de Españasería muy diferente. Solamente creando media docena  de poblaciones fabriles en el interior de España, la geografía económica y política  nacional sería alterada en unos términos que pronto dejarían aquellos cacareados problemas que son artificiosa realidad o realidad artificiosa".

He aquí un esbozo de la solución contemplada en una época particularmente importante para la economía entre 1920 y 1930, y que consistía en industrializar el resto del Estado con la finalidad de conseguir nivelar económicamente, una mayor homogeneidad en la distribuición espacial de la riqueza y de las actividades económicas. Es muy posible que el remedio parezca hoy excesivamente simple ante la amplitud y la profundidad del fenómeno: un fenómeno que posee, además de causas económicas, otras causas de tipo muy diverso. Pero importa consignar el diagnóstico. La escasa atención que mereció en su tiempo la obra de Fernández Díez deja de ser
sorprendente, si consideramos el carácter excepcional que ha tenido entre nosotros -los economistas- la comprensión del fenómeno de las desigualdades económicas del conjunto del Estado español. Finalmente, es justo dejar constancia del criterio conciliador de Fernández Díez, el cual en las última página del libro alude a las posibilidades que ofrecerá el nivelamiento económico para una política de mayor flexibilidad: "Aclarada esta premisa, la generosa aceptación de las diversidades peninsulares sería una solución sin peligro, por el gran hinterland que ventiséis provincias representan, hace falta esperar todavía mucho: lo repetimos". 

domingo, 3 de septiembre de 2017

Llanura

Por S. Valverde López

(Vida manchega, 28 de noviembre de 1912, p. 5)
 

Serrana, serranilla, /
que vas cantando, al hombro la gavilla /
y dejas la llanura /
donde todo su fuego el sol encierra /
buscando grata sombra en la espesura /
de la zarza florida de la sierra... /
En la apacible sombra del camino /
te agrada más el trino /
de un pájaro cercano, /
que el chirriar de las aspas del molino /
que clama victorioso por el llano.
 

Serrana, serranilla /
que dejas las llanuras de Castilla, /
llanos que, sin piedad, el sol caldea, /
y huyendo de ese fuego que derrama, /
buscas, lo que te brinda el Guadarrama /
la nevada casita de la aldea... /


El zagalón que un día /
te encontró en el sendero y muy garrido /
deslizó con suprema galanía /
palabras engañosas en tu oído, /
ya nunca te acompaña /
por el sendero gria de la montaña.
 

Aquel reír sonoro y abrileño /
de tu primer ensueño, /
ya no imita la fuente /
de música perlada, /
ni el agua bulliciosa del torrente /
ni el pájaro hablador de la enrramada. /
Todo pasó; la brisa /
no baja a la llanura /
el eco de tu risa; /
y ahora que vagas sola por la tierra /
llorando tu ventura, /
te aconsejo que dejes los pinares /
de las altivas cumbres de la sierra /
y bajea a los llanos de Castilla /
donde oirás placentera mis trovares /
pues para tí los hice, serranilla.

lunes, 31 de julio de 2017

Elogio de Castilla

Por Ángel Dotor
 

(Argamasilla de Alba, 1898-1986)
 

(Don Quijote y el Cid (viajes por Castilla)(1928), p. 7-14)
 

He aquí la región española célebre entre las célebres: la augusta Castilla. Todo un solemne estremecimiento nos invade al pronunciar su sagrado nombre, que suena, eufónico, como ancestral invocación: ¡Castilla! Sobre un prócer suelo han acaecido, en el decurso del tiempo, los hechos esenciales de la civilización y del espelendor de toda una raza. En su Historia, esculpida con los monumentos máximos de las Letras que producir pueden los ingenios soberanos, figuran las acciones heroicas, los sacrificios sublimes, las nobles realizaciones de patriotismo y de supremo ideal, dignos de ser diputados como la más prístina ejecutoria de nobleza de un pueblo.

¡Castilla! Desde la disposición que a su suelo dióle Natura, contextura que ya descubre la reciedumbre espiritual de los que en ella habitaron, hasta el carácter heroico de sus moradores, que se hecha de ver en ellos, apenas venidos a la vida de la civilización como núcleo de nuestra nacionalidad; lo mismo contemplando su larga cruzada contra el invasor, diferente a él en modalidades tantas y tan diversas, que inquiriendo el secreto de su suelo y de sus hombres en los valiosos tesoros de Arte que en su seno crearon; todo en Castilla es simbólico de fe y religiosidad, de patriotismo y civilización, de franca devoción a la hidalguía y la belleza. Escuchar o pronunciar el nombre de Castilla debe ser para nosotros como oír Reconquista, Renacimiento, Descubrimientos, porque Castilla dio la vida al Romancero y al Quijote, más allá de lo cual no hay nada.

Al continuar Castilla siendo la genuina tierra de la epopeya, seguimos creyendo grande a esta parte de nuestro suelo nacional. Antes era el noble guerrero, el esforzado paladín, el capitán valiente, quien reconquistaba lauros para la región inmortal, con las hazañas de su brazo prócer; hoy el héroe castellano es otro: el labriego humilde, digno de todos nuestros cantos, que luchando denodadamente -aunque no contra el invasor ni en aras de la religión, sino por el pan, por el denario con que subvenir a la subsistencia, para la que desde tiempo bíblico se le impuso el trabajo, el más noble de los deberes- también da vida y carácter a Castilla. Ved, pues, que la región inmortal guarda todo el encanto majestuoso y toda la arrobadora poesía de lo pretérito, hoy como ayer. Pensemos en la incalculable riqueza de su ubérrimo suelo -que no pasan a creer los de la periferia peninsular, por lo mismo que no la conocen-, y en la insuperable historia de sus gentes, en el recuerdo incomparable de su tradición y en el venturoso porvenir que le auguramos. Ello hará que destaquemos nuestras testas, que nuestra boca musite frases místicas de amor y entone estrofas dulces dulces y entusiásticas con que ponderar lo que sentimos por Castilla. ¡Castilla! ¡Bendita tú eres, que fuiste codiciada, en ininterrumpida serie de inavasiones, por fenicios, griegos, cartagineses, romanos, godos y árabes; que diste al mundo un Cervantes, un Lope y un Quevedo -magnífica trinidad del genio-; que sostuviste durante durante ocho siglos pelea inaudita en defensa de tu integridad y, con ella, de los principios de la moral y la cultura; que conservas en tu nombre el del idioma que creaste, el más armonioso y bello que articulan los hombres, pasmo y envidia de extraños, orgullo de la raza y vanagloria del saber! Tu destino se ve brillante, tu gran obra en la tierra fue ya gigantesca, y como realizaste esa inmensa labor, te toca recibir, en un próximo mañana -el día en que reine absolutamente en toda la tierra el amor y la fraternidad humanas como imperativos de conducta, con abandono de todo atávico reflejo de material interés, escollo hasta hoy de la paz y la armonía universales-, la devoción de todos los pueblos y todos los hombres.
 

¡Salve, Castilla, la de los extensos campos áureos de ondulantes mieses; la de los dilatados horizontes de ensueño; la del suelo ya seco, ya fragoso; la de las paramías interminables, hoy llenas de viñedos inmensos, que en ella constituyen ideal simbolización! Bien se necesita la inspección genial del consagrado para poder dar forma, en hermoso canto, a la admiración que todo pecho siente por tu historia, por tu riqueza, por tu paisaje. De tenerla, nuestro elogio sería lo dulce que marca tu hermoso campo, Castilla; lo político de tu sol, fulgurante sobre el cobalto del azur; lo legendario de tus hombres de ayer y de hoy, héroes siempre redivivos; lo entusiasta y consolador de sus glorias, tus monumentos y tu destino en la tierra. ¡Oh, Castilla! Por eso diremos, parafraseando al insigne poeta español con quien la rima alcanzó su mayor elevación, cuando reclamaba el poder divino para sus versos:

"Sí a mí, Señor, bajara tu espíritu inmortal
cantara y no tuvieran mis cánticos igual"

Tanto desde el Cantábrico a la antigua Bética, como desde las fronteras lusitanas hasta las tierras aragonesas y levantinas, en cuyos límites -más políticos que naturales- se extiende el área de su suelo, no hay un rincón que no marque alguna cualidad preciada de esa tierra augusta o algún hecho notable de los varones que la habitaron. Y sus triunfos y sus glorias encarnan los de todo el país, y la raza entera que el que el núcleo de Castilla comenzaron a formarse para ir acrecentándose prodigiosamente, cual providencial designio, venciendo siempre a la mágica sombra de la espada del Cid y de la péñola de Cervantes.

Hay que poderar en Castilla la excelsidad de sus tierras del Norte, allá por donde el padre Duero, azul y tranquilo, discurrir deja el incalculable caudal de su preciada linfa, en la dilatada faja de su llana cuenca, que llega a Portugal. La gran riqueza de la tierra de Campos, y el resto de las provincias de Palencia, Valladolid, Segovia y Burgos, copiosos en granos de todas clases, que atraviesa, en parte, y fecundiza la gran cinta del Canal de Castilla. La hermosura de los valles salmantinos y los oteros zamoranos que insuperablemente cantara el conspicuo bardo de El Ama. La majestuosidad de las cordilleras que la atraviesan, cual armazón óseo del gigante mitológico realizador de designios providenciales: Gredos, elevado y forestal; Moncayo, pintoresco, y la serranía ibérica, tan poblada de coníferas.

Y no hay que olvidar tender la vista por la parte meridional del suelo castellano, con esa región nunca bastante comprendida de la Mancha, que conserva en su esencia el secreto de la espiritualidad, con haber sido el campo recorrido por la hidalga figura del más ilustre de los caballeros andantes, que marcó con su historia el triunfo del Ideal abstracto. La Mancha, con su Guadiana y su Tajo, posee incalculables tesoros de energía, que harán abolir algún día el tópico de su proverbial aridez, ya que su suelo tiene poder latente como el que más para producir abundantes trigales, y que hoy vése festonado en trechos inmensos por las cepas de la lobulada hoja que proporcionan una rápida e incalculable riqueza productiva con su almibarado fruto.

Igual que la región norteña de Castilla la Vieja, y la meridional o Mancha, la Alcarria, de los declives suaves y la riqueza de sus solícitos insectos cuya producción de néctar es émula de la que criaba Himeto. Y también la selva de Cuenca, inmensa un día, atravesada por el manso Júcar, con sus millones de seculares pinos que hoy amenguan considerablemente, merced al sentido utilitario de la época. En todos los rincones de Castilla se encuentran siempre motivos de evocación pretérita y de simpatía actual.

¡Qué no decir de las ciudades castellanas! Toledo, la monumental, la [sic] Museo de Arte y pinacoteca de la Belleza; la de la catedral ornada de filigranas y tesoros; la de tantos y tantos monumentos; la primitiva gran capital de la Monarquía, allá por cuando, dado buen paso en la Reconquista, se echaban las bases de nuestro futuro poderío; la ciudad que con Garcilaso nos daba el oro del verso para la idea, y con sus espadas el acero de la defensa para la patria. Segovia, la ciudad castellana por antonomasia, la que con Toledo comparte el tirso del Arte español; la antigua capital española, en cuyo recinto acaecieron tantos y tantos hechos famosos; la urbe que guarda inmenso tesoro de monumentos de todos los estilos y épocas, singularmente románicos. Ávila la inmortal cuna de la mística Santa Teresa, doctora de la Iglesia, cuyo saber y amor no son de todos bien comprendidos. Valladolid, antigua capital de los Austrias, que en los tiempos modernos ha dado a la patria, entre otros tribuidos, el de sus dos hijos ilustres, Zorrilla y Núñez de Arce, gerifaltes de la Lírica. Y Burgos y Salamanca, que son por igual castellanas, aquélla con su catedral, que no halla rival en el mundo, dadas las filigranas de sus torres y las delicadezas de su ornamentación; Burgos, que guarda en su recinto las cenizas del Cid y, con ellas, la esencia insuperable del Romancero, y Salamanca, la sabia, la Atenas española, cuna y albergue por mucho tiempo de toda nuestra cultura, recinto de varias glorias que fueron honra nuestra, y cátedra durante tantos años para hombres nacionales y extranjeros, que lo mismo se congregaban ayer para oír la voz de uno de nuestros grandes místicos y poetas, fray Luis de León, que siguieron después a la sombra tradicional de la célebre Universidad. Ciudad Real, la ilustre capital manchega fundada por el rey Sabio, y Cuenca, la cuna de San Julián. Y cerrando esta lista, un tanto incompleto, Madrid, la gran capital de la nación que cuanta con tesoros artísticos incomparables y que hoy va figurando en todo a la altura de las mayores del mundo.

Y así como las grandes ciudades y poblaciones en que, por la razón que siguió la sociedad en su evolución secular, se congrega nuestra riqueza y nuestra cultura, guardando su patrimonio de castellanismo, los pueblos, los modestos lugares perdidas en la soledad de la llanura o en la aspereza de la sierra, cuentan también con motivos de agradable recuerdo y celebrada evocación. ¿Cuántos fueron o son estos lugares famosos? Innumerables. Uno, la Numancia de ayer, que dio al mundo el insuperable ejemplo de lo que puede y significa el heroísmo, y otro, la Argamasilla
de Alba de hoy, siempre evocadora de que su existencia marcó el leit motiv creador del Quijote. Uno es Belmonte, en donde nació el glorioso autor de La perfecta casada, y otro es Granátula, donde vino a la vida Espartero, ejemplo de lo que puede alcanzar, desde el más humilde origen, el trabajo, la voluntad y el espíritu superador, de consumo personificados. Y así, en interminable nómina que no prolongamos, encontraremos lugares célebres por los hijos ilustres que dieron, o por los hechos famosos que en ellos se realizaron, por las reliquias que encierran del pasado, o por el significado sublime que su existencia guarda en el Ideario, siempre vivo, de la Patria y de la Raza.
 

Y la Castilla de hoy es la de siempre. Precisamente hay que ver en el estado de atraso y abandono, en la falta de una aspiración de conciencia colectiva en que por mucho tiempo se ha encontrado sumida, la continuación invariable de su recio espíritu, el poder de su suelo y el individualismo de sus hombres. Ninguna otra región perduraría, pese a todo lo manifestado, como Castilla. El castellano, denodado y valeroso, da la nota de insuperable realismo a la región donde vive y a la cual simboliza. Siempre orgulloso de su abolengo, que sabe es inmarcesible, contento con su destino, satisfecho de su labor. Precisa proclamar, pues, que Castilla continuará siendo grande mientras sus hijos la amen, la admiren, la reverencien. Y el día en que a esta región sublime se la haga entrar definitivamente por los cauces de la cultura elevada y de la inmaculada espitualidad, llegará o ser la reina, la maestra, el Alma máter de la gran obra humana de redención y nobleza que inauguró otrora, y que por motivos tantos debe continuar.

sábado, 29 de julio de 2017

Un libro de Julián Torresano

Por Ángel Dotor

(Argamasilla de Alba, 1898-1986)

(Adelanto: diario político de Salamanca, año 48, número 14871, 13 de octubre de 1932) 

La bibliografía de espíritu e intención genuinamente castellanistas enriquécese hoy con la interesante monografía titulada “Apuntes para la Historia de Fresno de Cantespino”, por el gran escritor Julián Torresano, que acaba de salir de las prensas de "El Adelantado de Segovia". El articulista se complace en señalar su aparición, subrayando, aunque concisamente, el significado y mérito de tal obrita, cosa para él inexcusable dado lo dilecto del tema y su simpatía devota hacia el autor.

El tópico referente al desconocimiento que se tiene del sentido vital del alma española, del proceso histórico de la misma y obligadas directrices en el decurso del tiempo, manifestándose patente, en nuestro sentir,suscitado por la lectura de libros como el del señor Torresano. Subsiste, desgraciadamente, esa supina ignorancia acerca de lo que es y representa el pueblecito provinciano, sustrato del alma de la raza, y subsiste no sólo en el aspecto concretamente histórico, monumental o artístico, de costumbrismo, etc., sino en el otro, no menos amplio y representativo, que podríamos llamar concretamente sociológico,
de evocación de formas de la vida pretérita, perfectamente encajadas en resultantes del Derecho. En España se ha llegado, efectivamente, a olvidar tanto en este orden, que para los pocos que hoy muestran sincera curiosidad adentrándose en el estudio integral del pasado, el acontecimiento de la realidad del mismo constituye verdadera revelación. Esto en cuanto respecta al país y la raza en general, pues polarizando el leimotivo a Castilla, núcleo y solera de los mismos, nuestra apreciación resulta más concluyente toda vía.

La tan decantada renovación que opérase en el mundo, renovación a la que no se sustrae España, a juzgar por los radicales cambios en su organización colectiva, tiende, según proclaman tantos los cerebros dirigentes como sus ilusionados turiferarios, a elevar el nivel de cultura de la masa, haciéndola entrar en una era de indudable progreso mediante el desarrollo de las teorías democráticas. La sensación que ofrece el actual alborozo con que un sector tan considerable del pueblo español emprenda la que se tiene por nueva era reconstructiva, esta de no haberse tenido hasta ahora el concepto de verdaderas instituciones, y eso prueba paulatinamente ese desconocimiento de lo que fue y es en parte todavía Castilla, cuya vida pretérita -con sus Comunidades, con sus otras organizaciones comarcales, con su ejemplaridad de costumbres, etc.- constituyó un modelo de esa armonía de clases, de esas libertades tan ansiadas, las cuales allí subsisten en parte y cuya pujante supervivencia debería alumbrarse nuevamente, fomentándolas, con la convicción de que no resultarían anacrónicas, adunadas a los avances discursivos de la época.


Pero nos vamos apartando del comentario concreto “Apuntes para la Historia de Fresno de Cantespino”, monografía admirable tanto por su modo original como su autor sintetiza dentro de su reducido marco verbal cuando el pintoresco pueblo castellano evoca de su pasado y ofrece en su presente digno de ser narrado, como por su amenidad e interés en el orden puramente literario.

Julián de Torresano, destacado escritor que con tan meritísimas campañas sostiene en el libro y en la prensa el gonfalón del renacimiento castellano, propugnado porque se reconozca el valor insuperable de la región genitora como verdadera "alma mater" de la raza, ha conseguido en pocos años destacar su personalidad demostrando poseer valioso temperamento que le hace figurar hoy como uno de los más esforzados y meritísimos paladines del Castellanismo. Su manera, su estilo peculiares rebosan preparación y honradez profesional, pues no hay ninguno de sus escritos en el que no se manifieste haber precedido a la redacción del mismo un hondo y reposado análisis del tema, por virtud del cual los juicios y las apreciaciones que proclama con firmeza rotunda resultan tan certeros. Concretamente, en las cuestiones regionales es una de las contadas figuras que hoy día destacan, empero su juventud, en la cruzada exaltadora del sueño genitor de la nacionalidad y del verbo hispánicos, tan necesitado de comprensión amorosa hacia su significado y destino.

Hasta aquí, Torresano nos ha venido ofreciendo trabajos de varia índole, que se acreditan unos como cronista ameno, otros cual crítico jugoso y los más como sociólogo docto. No es de extrañar, pues, que en uno nuevo, como este que nos ocupa, haya sabido aliar tan admirablemente esos diversos aspectos y cualidades. "Apuntes para la Historia de Fresno de Cantespino" no ofrece, con efecto, todas las sugestiones que caben exigir en la exposición del asunto. La reconstrucción del pasado brillante del vetusto lugar se ha trazado, si bien siguiendo riguroso método cronológico, sólo por momentos a la luz de testimonios fidedignos, ofreciendo, en otros constitutivos de verdaderas lagunas históricas, aquel resultado posible de lograr únicamente a quien se halla compenetrado con el ambiente, posee gran cultura y se consagra tanto a considerar el valor del documento y la tradición como a apoyarse en reposadas deducciones. Dada la oscuridad de los orígenes fundacionales, y aun de grandes periodos remotos del pueblo segoviano de referencia, otrora Corte de Castilla por algunos años, un historiador erudito como Torresano ha de sentar apreciaciones originales, basadas en esa serena y entusiasta labor depuradora de que hemos hecho mención. Concretamente cabría citar varias muy interesantes, que contradicen juicios vertidos por sesudos varones de fama generalmente basada en el convencionalismo, tan corriente en España, apreciaciones como son las relativas al verdadero hombre de Cantespino; al verdadero emplazamiento de la célebre ciudad romana de "Clunia"; a famosas contiendas seculares libradas en su campo, etc., etc., en todas las cuales resplandece la gran limpidez hermenéutica peculiar de este escritor.

Un gran tributo patriótico, cultural y castellanista, en suma, es el que representa el nuevo libro de Julián de Torresano, verdadero modelo de esa bibliografía de vulgarización histórico-descriptivaque tanto se debiera intensificar, como fundamento no ya sólo de la necesaria corriente turística a infinidad de lugares poseedores de valioso patrimonio ancestral, sino del prístino concepto del patriotismo, o sea del amor al propio solar, que nunca tendrá realización efectiva sin basarse en el amplio, en el verdadero conocimiento del mismo.

Igual que la región norteña de Castilla la Vieja y la meridional o Mancha, la Alcarria, de los declives suaves y la riqueza de los solícitos insectos cuya producción de néctar es émula de la que la que criaba Himeto. Y también la selva de Cuenca, inmensa un día, atravesada por el manso Júcar, con sus millones de seculares pinos.