Por Ángel Dotor
(Argamasilla de Alba, 1898-1986)
(Adelanto: diario político de Salamanca, año 48, número 14871, 13 de octubre de 1932)
La bibliografía de espíritu e intención genuinamente castellanistas enriquécese hoy con la interesante monografía titulada “Apuntes para la Historia de Fresno de Cantespino”, por el gran escritor Julián Torresano, que acaba de salir de las prensas de "El Adelantado de Segovia". El articulista se complace en señalar su aparición, subrayando, aunque concisamente, el significado y mérito de tal obrita, cosa para él inexcusable dado lo dilecto del tema y su simpatía devota hacia el autor.
El tópico referente al desconocimiento que se tiene del sentido vital del alma española, del proceso histórico de la misma y obligadas directrices en el decurso del tiempo, manifestándose patente, en nuestro sentir,suscitado por la lectura de libros como el del señor Torresano. Subsiste, desgraciadamente, esa supina ignorancia acerca de lo que es y representa el pueblecito provinciano, sustrato del alma de la raza, y subsiste no sólo en el aspecto concretamente histórico, monumental o artístico, de costumbrismo, etc., sino en el otro, no menos amplio y representativo, que podríamos llamar concretamente sociológico,
de evocación de formas de la vida pretérita, perfectamente encajadas en resultantes del Derecho. En España se ha llegado, efectivamente, a olvidar tanto en este orden, que para los pocos que hoy muestran sincera curiosidad adentrándose en el estudio integral del pasado, el acontecimiento de la realidad del mismo constituye verdadera revelación. Esto en cuanto respecta al país y la raza en general, pues polarizando el leimotivo a Castilla, núcleo y solera de los mismos, nuestra apreciación resulta más concluyente toda vía.
La tan decantada renovación que opérase en el mundo, renovación a la que no se sustrae España, a juzgar por los radicales cambios en su organización colectiva, tiende, según proclaman tantos los cerebros dirigentes como sus ilusionados turiferarios, a elevar el nivel de cultura de la masa, haciéndola entrar en una era de indudable progreso mediante el desarrollo de las teorías democráticas. La sensación que ofrece el actual alborozo con que un sector tan considerable del pueblo español emprenda la que se tiene por nueva era reconstructiva, esta de no haberse tenido hasta ahora el concepto de verdaderas instituciones, y eso prueba paulatinamente ese desconocimiento de lo que fue y es en parte todavía Castilla, cuya vida pretérita -con sus Comunidades, con sus otras organizaciones comarcales, con su ejemplaridad de costumbres, etc.- constituyó un modelo de esa armonía de clases, de esas libertades tan ansiadas, las cuales allí subsisten en parte y cuya pujante supervivencia debería alumbrarse nuevamente, fomentándolas, con la convicción de que no resultarían anacrónicas, adunadas a los avances discursivos de la época.
Pero nos vamos apartando del comentario concreto “Apuntes para la Historia de Fresno de Cantespino”, monografía admirable tanto por su modo original como su autor sintetiza dentro de su reducido marco verbal cuando el pintoresco pueblo castellano evoca de su pasado y ofrece en su presente digno de ser narrado, como por su amenidad e interés en el orden puramente literario.
Julián de Torresano, destacado escritor que con tan meritísimas campañas sostiene en el libro y en la prensa el gonfalón del renacimiento castellano, propugnado porque se reconozca el valor insuperable de la región genitora como verdadera "alma mater" de la raza, ha conseguido en pocos años destacar su personalidad demostrando poseer valioso temperamento que le hace figurar hoy como uno de los más esforzados y meritísimos paladines del Castellanismo. Su manera, su estilo peculiares rebosan preparación y honradez profesional, pues no hay ninguno de sus escritos en el que no se manifieste haber precedido a la redacción del mismo un hondo y reposado análisis del tema, por virtud del cual los juicios y las apreciaciones que proclama con firmeza rotunda resultan tan certeros. Concretamente, en las cuestiones regionales es una de las contadas figuras que hoy día destacan, empero su juventud, en la cruzada exaltadora del sueño genitor de la nacionalidad y del verbo hispánicos, tan necesitado de comprensión amorosa hacia su significado y destino.
Hasta aquí, Torresano nos ha venido ofreciendo trabajos de varia índole, que se acreditan unos como cronista ameno, otros cual crítico jugoso y los más como sociólogo docto. No es de extrañar, pues, que en uno nuevo, como este que nos ocupa, haya sabido aliar tan admirablemente esos diversos aspectos y cualidades. "Apuntes para la Historia de Fresno de Cantespino" no ofrece, con efecto, todas las sugestiones que caben exigir en la exposición del asunto. La reconstrucción del pasado brillante del vetusto lugar se ha trazado, si bien siguiendo riguroso método cronológico, sólo por momentos a la luz de testimonios fidedignos, ofreciendo, en otros constitutivos de verdaderas lagunas históricas, aquel resultado posible de lograr únicamente a quien se halla compenetrado con el ambiente, posee gran cultura y se consagra tanto a considerar el valor del documento y la tradición como a apoyarse en reposadas deducciones. Dada la oscuridad de los orígenes fundacionales, y aun de grandes periodos remotos del pueblo segoviano de referencia, otrora Corte de Castilla por algunos años, un historiador erudito como Torresano ha de sentar apreciaciones originales, basadas en esa serena y entusiasta labor depuradora de que hemos hecho mención. Concretamente cabría citar varias muy interesantes, que contradicen juicios vertidos por sesudos varones de fama generalmente basada en el convencionalismo, tan corriente en España, apreciaciones como son las relativas al verdadero hombre de Cantespino; al verdadero emplazamiento de la célebre ciudad romana de "Clunia"; a famosas contiendas seculares libradas en su campo, etc., etc., en todas las cuales resplandece la gran limpidez hermenéutica peculiar de este escritor.
Un gran tributo patriótico, cultural y castellanista, en suma, es el que representa el nuevo libro de Julián de Torresano, verdadero modelo de esa bibliografía de vulgarización histórico-descriptivaque tanto se debiera intensificar, como fundamento no ya sólo de la necesaria corriente turística a infinidad de lugares poseedores de valioso patrimonio ancestral, sino del prístino concepto del patriotismo, o sea del amor al propio solar, que nunca tendrá realización efectiva sin basarse en el amplio, en el verdadero conocimiento del mismo.
Igual que la región norteña de Castilla la Vieja y la meridional o Mancha, la Alcarria, de los declives suaves y la riqueza de los solícitos insectos cuya producción de néctar es émula de la que la que criaba Himeto. Y también la selva de Cuenca, inmensa un día, atravesada por el manso Júcar, con sus millones de seculares pinos.
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