(Heraldo de Zamora, 28 de abril de 1930, p. 3)
Por Gregorio Fernández Díez
Las sucintas informaciones publicadas por la prensa castellana relativas a la Asamblea agraria celebrada en Palencia de Castilla, como ahora se le llama, nos parecen en verdad demasiado
escuetas atendida la importancia del gran acto al que vamos a dedicar un comentario.
En primer término, respecto del acto hay que hacer una afirmación y es que tuvo una doble significación, agrarista y al propio tiempo castellanista, agrarista, porque a la defensa de los
intereses agrícolas iba rectamente encaminado fundamentalmente pero también castellanista por la tendencia en el mejor sentido de la palabra puesto que logró reunir la plena representación de todas
y cada una de las provincias leoneso-castellanas en abreviación más efusiva: de Castilla, de la histórica Castilla.
Fueron a Palencia representaciones de los sindicatos agrícolas de "once" provincias asistidas del concurso de sus entidades agrarias, de sus ayuntamientos, de sus diputaciones, de las fuerzas vivas, en suma, de las mismas, han de lograr, no lo dudemos, cuando se propongan si se proponen con entereza, si la solidaridad es entre ellas efectiva, como no cabe ninguna duda que lo es.
Hoy el problema primordial de Castilla que es eminentemente agrícola pero también en su conjunto industrial acaso más de los que se cree, es el de su crisis agrícola y en particular el de su
crisis triguera, aunque no sea el único y por no ser el único no estaría de más que se plantearan solidariamente otras cuya solución afecta a la prosperidad o a la ruina de Castilla. Todo problema que afectase a "tres" de sus provincias cuando menos, deberíamos acostumbrarnos a plantear la vitícola sino que en todas las provincias interesadas el concurso de "toda" Castilla: ese es el camino del triunfo.
La gran cuestión del momento es la de la crisis triguera que afecta a casi todas las provincias castellanas aunque en distinto grado de intensidad. El lector ya lo sabe: hay exceso de trigo y por ello no solo se ha envilecido el precio sino que los mercados por falta de demandas se hallan encalmados y todo a consecuencia de haber consentido el Gobierno de la Dictadura grandes e innecesarias importaciones.
Pero el problema cada vez más agudizo lleva ya medio año sin que el antiguo ni el novísimo régimen, el anterior ni el actual ministro de Economía nos den, esto es, den a Castilla, no la solución, sino la ayuda, el auxilio necesario para que la solución apuntada antes de ahora sea tangible para la agricultura castellana.
En Palencia se ha hablado recio, enérgicamente, en una forma poco
corriente en Castilla que no vocea, que no es estridente, que medita siempre sus actos que no crea problemas artificiosos, pero que cuando toma actitudes y resoluciones no retrocede; en Palencia se ha dicho en alta voz que si es preciso dimitirán todos los ayuntamientos y diputaciones de Castilla y estamos seguros de que lo cumplirán si no se busca remedio a la crítica situación agraria de Castilla.
El problema triguero fue tema esencial de la discusión en la Asamblea, pero recayeron también conclusiones afectas al problema vinícola a instancias de Logroño, otras afectas a la ganadería e industrias lácteas por indicación de Santander y finalmente otras en solicitud de que se derogue el infamante Consorcio Resinero a instancias de Segovia.
La unanimidad fue absoluta, pero estará detrás de más que lo
concerniente a esos "tres últimos aspectos" no se descuide,
tanto para no romper la solidaridad de las once provincias, el "bloque castellano", como porque casi toda es ganadera y León en sus montañas tiene idéntico problema que Santander; porque no es solo la castellana Rioja la que tiene que resolver el problema -provincias de la Cuenca del Duero, la vid tiene su importancia y el problema estaba planteado por Salamanca y finalmente porque el Consorcio Resinero afecta no solo a Segovia, sino a Soria, a Burgos, a Ávila, en fin, puede decirse que es una cuestión exclusiva casi de Castilla.
Al principio hemos dicho que el acto había tenido significación
castellanista y lo corroboramos. En Palencia se han puesto en contacto once provincias castellanas, once provincias "hermanas", que hacía ya bastantes años que no se reunían y abrazaban sin duda porque sólo lo hacen en momentos de peligro refugiándose cada una después en su propio hogar.
Fue en diciembre de 1918 cuando se reunieron en Burgos y en enero de 1919 en Segovia esas mismas once provincias representadas por sus diputaciones y sus represntantes en Cortes para firmar solemnemente que no consentirán que se mermase un ápice la soberanía nacional otorgando autonomías integrales a ninguna región y como excepción menos. Castilla presentó entonces su Estatuto. Castilla cuando se muestra unida siempre vence. Por eso cuando pocas semanas atrás el jefe del Gobierno manifestaba a cierto político a cierto político republicano catalán que determina región era evidente que necesitaba trato especial, nos pareció que no "no era tan evidente", que la apreciación era una ligereza, y que Castilla gubernamental por principios de patriotismo, no consentirá nunca que se gobierne sin ella ni contra ella.
Por eso el acto de solidaridad castellana de Palencia, así desde el punto de vista agrario, económico, como político ha sido trascendente y lo ha sido porque a la vez que una voz reclamando atención y justicia también se dijo que en las próximas elecciones no podrán ser candidatos aquellos políticos que no
se solidaricen con la actitud de Castilla.
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