Castilla, un resurgimiento material necesario

Por un castellanismo contra la Agenda 2030

"Los que aseguran que es imposible no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo" (T. A. Edison).

martes, 6 de diciembre de 2016

Castellanismo

(Gente joven: semanario literario ilustrado (Salamanca), 8 de abril de 1905, p. 3)

Por Fernando Íscar

No estoy en el secreto. Ignoro los misteriosos acuerdos que se fraguaron en la reunión de periodistas castellanos.

Pero por transcendentales que sean y por mucha fuerza que tenga la prensa, sobre todo estando federada, no creo que "se haga Castilla" en pequeños conciliábulos.

Hay que empezar por convencerse bien y predicar a los demás lo que vamos a hacer.

Porque la palabra y la idea de regionalismo tiene o puede tener para cada persona un aspecto, y por regla general, cuando
miramos una cosa bajo el aspecto que se destaca más a nuestro entender, quedan oscurecidos los restantes y hasta queda 
oculta la relación que debe unirlos.

El Porvenir, sensato periódico vallisoletano, publicó un artículo sentido y hermoso, pero deja entrever que este regionalismo sano de Castilla coincide, por lo menos en el nacer, con el regionalismo disfrazado, con el egoísmo antipatriótico de los 
catalanes.

No hay que hablar de "grandioso despertar" cuando despierten unos cuantos que quizás nunca durmieron. Castilla no somos nosotros,
los que de una u otra hinchamos y discutimos la idea. Los periódicos son un voto, porque representan el sentir de muchas gentes, pero el periódico da la opinión refleja y es menester antes de cimentar este hermoso sueño, saber directamente lo que piensa Castilla.

Suena muy bien y levanta explosiones de entusiasmo la sonora frase de "hacer Castilla", pero hasta ahora no sabemos cómo hemos
de hacerla ni para qué hemos de hacerla.

Porque hablar de "unidad de pensamiento", de "comunidad de intereses", de "identidad de aspiraciones", es... hablar; mientras no sepamos dónde están nuestras nuestras aspiraciones, nuestros intereses y nuestros pensamientos.

Y podrá haber comunidad en aquello que signifique un bien o un mal que se extienda a toda Castilla, pero esos bienes y esos
males son los menos. Los pueblos creo que no progresan y no se hunden por igual; lo que es en los hombres la lucha por el progreso.

Y este aspecto, a primera vista insignificante, es muy digno de tomarse en cuenta antes de lanzarnos ciegamente satisfechos en esta hermosa aventura de "hacer Castilla".

Estas consideraciones de sentido común que nos hacemos diariamente antes de meternos en una empresa baladí y aislada, midiendo de antemano el lado bueno y el lado malo,que todo tiene en este mundo, debemos hacerlas con mayor motivo en esto que por la historia y la extensión de la comarca interesada, tendrá como todo, claridades, penumbras y tinieblas. 

El castellanismo que se haga con programas y que se pregone a trompetazos, será sincero si antes está arraigado en todos los pechos castellanos.

Y creo yo que si este amor y ese deseo de engrandecer nuestro solar está sembrado en los pechos castellanos, sin programas y sin ruidosos heraldos "haremos Castilla". 

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