En el manifiesto que varios jóvenes segovianos han suscrito se dice admirablemente que por medio del estudio y del amor a la región [Castilla deja de desconocerse a sí misma], pues para amarla es necesario conocerla.
Castilla es uno de los pueblos que viven más olvidados de su propio ser. A ello ha contribuido en los últimos años una literatura funesta, que simbolizaba a Castilla en unos cuantos hechos militares y unos cuantos nombres gloriosos; y eso no es toda Castilla. Hay que estudiar a Castilla en sus costumbres, en sus instituciones privadas, en la gran literatura, en sus organizaciones democráticas, en sus gremios, en sus luchas contra el poder de los Reyes en favor de las libertades populares, en su gran cultura política, en su comunismo agrario.
Hay que comenzar por conocer el pueblo castellano, porque del conocimiento surgirá el amor. Pero no creáis que esta obra es de biblioteca, ni de investigación. Hay que buscar la parte material, el efectivo económico de la vida castellana. Descuidad la parte material, y nunca obtendréis nada práctico.
El primer paso de Cataluña, según Prat de la Riba, fue solicitar autorización para comerciar con América. Ni el regionalismo vasco, ni el catalán es de navieros ni industriales; pero sin la
prosperidad económica de ambas regiones no existiría ni la pujanza política ni el espíritu idealista que se ha creado entre algunas gentes.
El espíritu práctico es común a todos los pueblos. Así, en el romance de "Mío Cid" se dice que el Cid Campeador guerreaba para obtener ganancias para su país; y cuando conquistaba lo hacía no sólo porconquistar nuevas perlas para la Corona de Castilla, sino porque los hijos del reino encontraran, en la tierra ocupada, rica herencia.
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