(Revista médica salmantina, nº 10, octubre 1908)
Muchas de las cosas que apuntaré en este trabajo se refieren se refieren a regiones que no son Castilla únicamente; otras
constituyen modos de ser del pueblo castellano que tiene su psicología normal y patológica propias. En Castilla, más que en otra parte quizás, repercuten usos y costumbres, vicios y rutinas exóticos. No investigo ahora si estas corrientes de endosmosis
moral responden a otras inversas exosmóticas; consigno hechos y procuro buscar sus entresijos y raigambre. Y a juzgar por lo que
veo en el teatro de mi observación, estoy dispuesto a afirmar que existe un análisis intelectual y moral, a través de la cual llegan a Castilla, al corazón de Castilla, más lo aparente de las virtudes y lo real y efectivo de las enfermedades y viciosde la civilización moderna, que sus beneficios y ventajas. Podría repetirse con Bravo Murillo: que allí seguimos "viviendo a la antigua y pagando a la moderna... Lo que ocurre con la tuberculosis como plaga social en la región patria a que aludo, me parece probar lo asentado.
La tuberculosis no es una enfermedad indígena de los campos de Castilla, sino esencialmente ciudadana. Ha ido a los campos por emigración de los misinguines de las capitales más o menos populosas. En el campo de Castilla, repito, no brota espontáneamente: necesita bisabuelos sifilíticos, abuelos escrofulosos o padres dartrosos, pues yo la reconozco una tan alta prosapia. Y entre los que tienen toda o parte de esa parentela, se descubre quién se llevó tal recuerdo... ¿cómo diré? somático, de la ciudad. En los que no tienen esos ancestros,
apenas si hay tuberculosis. A menos que llevasen del mercado de Madrid, quiero decir, de una capital,alguna vaca lechera con bacilos deKoch.
La tuberculosis es una enfermedad social. Lo aparente es el microbio; solo lo aparente. Su etimología verdadera es el pan a 35 céntimos, la carne a dos pesetas, los huevos y la leche y el pescado inasequibles, el hacinamiento fácil, las aguas potables sembradas de gérmenes, el drenaje de las urbes infecto e infestante, los baños materia de lujo, las tabernas sinecuras de comercio, el fraude y la mistificación de los alimentos sin castigo nacional ni remordimiento de condición.
La tuberculosis es el tributo de las "doradas medianías" de posición social o de posición orgánica. Abate a los pobres empleados que "tienen, que vivir en el centro, que tienen que vestir con decencia, que están obligados a alternar con los jefes y compañeros.
Abate lo mismo al obrero que por estar junto al taller o la fábrica se mete en zaquizamies indecentes, buhardillas o zahurdas, y es cliente seguro de la cantina del domador, por no decir dominador, patrón o arbitrista.
Abate, por fin, al infeliz caza-premios o conquista-becas de las Universidades que ayuda a sus padres llevándoles para casa en las vacaciones un diploma y un germen de tisis familiar.
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