Castilla, un resurgimiento material necesario

Por un castellanismo contra la Agenda 2030

"Los que aseguran que es imposible no deberían interrumpir a los que estamos intentándolo" (T. A. Edison).

sábado, 28 de abril de 2018

¡Castilla! Levántate y anda

Por Pedro Monge


(El Avisador numantino, 25 de mayo de 1932, p. 1)



No hace muchos días que en Eibar en una conferencia "nacionalista" dijo un hijo del naviero Sota "que si un castellano, con el crucifijo en el pecho,viniese a establecerse en Vasconia no lo admitirían".

Como se ve por lo expresado, ya se parte del supuesto de que todo "extranjero" (llaman así a quien no ha nacido en la patria que inventó Arana) hade ser expulsado de esta región.

Ignoro en qué leyes apoyan este ideal, desconozco los principios religiosos en los cuales puedan fundamentarlo, ya que social y moralmente tal ideología es aberración.

Pero no es esto solo; nacionalistas, tradicionalistas y carlistas, en sus conferencias, mítines, conversaciones y escritos no se limitan a defender un ideal casi siempre respetable, no; atacan a la noble Castilla y a sus habitantes con calumnias y diatribas vergonzosas, basándose en el principio falso de que Castilla tiene oprimida a la región vasco-navarra.

Los que por esta desgracia tenemos que estar en contacto con estos elementos, somos testigos de esa campaña infamante que por todos los medios se hace a nuestra nunca bien ponderada Castilla.

Lo raro, lo incomprensible y lo absurdo es que esa campaña de difamación sea hecha por las derechas. En cambio, las izquierdas demuestran en todos sus actos no solo tolerancia, sino la más viva simpatía por todo lo castellano. ¿Comentarios? Que los haga el lector, si sus nervios se lo consienten. Tal es la situación en esta región privilegiada con los mimos castellanos y favorecida con sus conciertos económicos. Así y a expensas del sacrificio castellano, ha podido su industria florecer, llenar sus provincias de carreteras y ferrocarriles y explotar las riquezas minerales para hacer de 
Bilbao una capital multimillonaria a costa del trabajador castellano.

Tiene que aprender Castilla estas lecciones y para lo futuro ha de cambiar de táctica. Seguir la misma trayectoria suicida sería dar al mundo la sensación de que hemos perdido la cabeza. Hay que rectificar, aceptamos los hechos consumados y lejos de sublevarse, encerrémonos en nuestra región, concentremos nuestras energías y sobreponiéndonos a la desgracia hemos de encaminarlas a producir lo que hoy se importa de las regiones separatistas.

Vengan iniciativas técnicas, industriales y agropecuarias, conviértanse los ríos en fuentes de energía, los eriales en prados artificiales, los castillos en fábricas de hilaturas y hágase de cada molino de viento -motivo para reírse de la pobreza castellana- un nuncio de nuestra futura grandeza industrial, para que con sus gigantescas aspas proclame la grandeza castellana que hasta en los reveses más amargos supo soportala y sostenerla con su temple caballeresco.

¡Adelante, castellanos! A unirse todos, ante el peligro común. Hay que transformar a Castilla, a esa Castilla que quizá no se ama lo suficiente hasta que no se está fuera de ella; amémosla en sus grandezas y en sus infortunios, en su decadencia y prosperidad y lavemos las ofensas que recibe con sudor de las altivas frentes con la fe en el porvenir y con la satisfacción que puede producir el que merced a un trabajo bien orientado pueda Castilla dejar de ser tributaria de regiones que hoy la deshonran.

Renovad las cenizas de nuestros antepasados, aspirad en ellas el aroma que su grandeza conservan y así proclamar la independencia de Castilla en el aspecto económico, cultural, industrial y agrícola con las pacíficas armas del trabajo y la cultura especializada.

Sed optimistas y pensad en que si lo queréis Castilla industrializada puede bastarse a sí misma y catalanes y vascos pueden ir pensando donde colocar sus productos.

Que sus capitales que hoy nutren el activo de los bancos se conviertan en máquinas industriales. Obreros técnicos no faltarán; en veinticinco millones de parados en el mundo hay donde elegir.

Sin rencillas, resquemores y diferencias a unirse todos. ¡Adelante, castellanos, adelante!

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