(Información comercial española, nº237, mayo de 1953, p.881- )
La economía nacional ha sufrido en estos díez o doce últimos años notoria y notable metamorfosis. Ninguna manifesación de nuesta riqueza ha quedado al margen en el cambio operado, ni exceptuada en este auge de la producción y expansión industrial ni una sola provincia.
Son evidentes las variaciones locacionales de los cultivos: nuevas zonas arroceras de Sevilla, Pals (Ampurdán), riberas del Cinca, Daimiel, Talavera de la Reina, etc.; nuevas algodoneras que se ven, incluso, en las riberas del Jarama y Duero; de tabaco, cultivado ya en cuarenta provincias, lúpulo en Galicia; de remolacha azucarera, cuya principal área se ha desplazado a Castilla la Vieja; de plantaciones forestales en Pontevedra, Santander, Madrid y Huelva; de diseminación de granjas hasta el punto de que en las cercanías de diferentes ciudades el paisaje, antes escueto, raso, se ve ahora salpicado de caseríos, casetones y excelentes fincas.
La transformación industrial del país no es menos visible. Desde 1940 hasta fin de 1952, según el Consejo Superior de Industria, han sido concebidas 64.000 autorizaciones para ampliación o montaje de nuevas industrias. Naturalmente, las medianas, pequeñas y las derivadas de la agricultura, dispersas, no se ven, mas se notan. Pero se notan y se ven y nadie las ignora, esas grandiosas factorías que la iniciativa privada o el I.N.I. han montado en diferentes horizontes del país, como esas magníficas centrales térmicas e hidroeléctricas que, repetimos, el I.N.I. o los capitales privados han instalado. El país se ha ido dotando de fábricas de fibras textiles artificiales de celulosa, de aluminio, de nitrogenados, de productos químicos y químico-farmacéuticos de celofán, de cobre electrolítico, de maquinaria agrícola, de motores de automóviles, de aviones, de armamento, etc.
El incremento de nuestra industria se ha operado, repetimos, no sólo en las provincias fuertemente industriales, como es natural, si que también en menor escala en nuevas áreas y localidades. Así, por ejemplo, Madrid es hoy indiscutiblemente la segunda ciudad y provincia industrial de España, y en muchos aspectos sobrepasa a las dos provincias juntas que le siguen. Sevilla ha sido muy favorecida por la acción oficial que habrá querido fomentar una metrópoli industrial en el Sur. Burgos y Valladolid son también dos ciudades cuya industrialización es evidente.
No se puede omitir el auge industrial de ciudades y localidades como Ponferrada, Torrelavega, Miranda de Ebro, Aranjuez, Getafe, Puertollano, Alcázar de San Juan, Flix, Sabiñánigo, Monzón de Cinca, Escatrón, etc.
Mas los avances apuntados son insuficientes... porque no han sido bastantes para operar el cambio fundamental en nuestra estructura económica o eonómico-industrial como con evidente acierto exponía el distinguido doctor en Ciencias Económicas don Emilio Figuerola en notable conferencia.
Operar ese cambio de estructura solo podría lograrse mediante una planificación estatal que incluye como mínimum las siguintes fases:
1.- Terminación inmediata de los ferrocarriles de Puebla de Sanabria a Orense y, posteriormente hasta Santiago; la del ferrocarril Cidad a Ontaneda, y la del directo Madrid a Burgos (en realidad complementario del anterior, cuya infraestructura está construida hace más de veinte años...); la construcción del ahora solicitado, que una Ciaño-Santa Ana por el puerto de Tarna con Riaño y Cisterna, porque la potenciación de Asturias bien merece dotarla de otra comunicación con Castilla. Es básico, por lo demás, comunicar los litorales con el interior de la Península. No haberlo hecho constituye una falla económicamente, y políticamente, una grave torpeza.
Idénticamente son indispensables el ferrocarril de Talavera de la Reina a Villanueva de la Serena, anexo al plan de industrialización de Badajoz que parte una malla de 22.530 kilómetros cuadrados y también el de Albacete por Alcaraz a Baeza, que dividirá una malla de 28.035 kilómetros cuadrados, espacio casi como Bélgica, hoy sin ferrocarril. Naturalmente, otros muchos necesita España, pero estamos
refiriéndonos a los que la urgencia reclama.
2.- Nuestro país precisa dotarse de mayor potencia energética. Los avances de nuestras explotaciones carboníferas no pueden dejarnos insatisfechos. No se constituyen nuevas sociedades carboníferas ni, en general, mineras. Habrá que pensar en promover alguna o algunas de economía mixta, por cuanto parece aumentar la producción de un millón de tonenaladas más supone una inversión de capitales de mil millones de pesetas. No han surgido nuevas cuencas. Ahora se están llevando a cabo investigaciones sobre la cuenca carbonífera burgalesa.
Han surgido, por fortuna, grandes centrales térmicas y también sehan inaugurado grandes saltos. Nuestra producción de energía eléctrica eléctrica ha alcanzado en 1952 la cifra de 9.840 millones de Kwh. Están por otra parte en construcción adelantada el pantano del Tranco de Beas (Guadalquivir), el de Yesa (Aragón), los de Entrepeñas y Buendía, comunicado a entre el Tajo y Guadiela, el de Cíjara (Guadiana), la serie de los del Sil y Miño, los de Saucelle y Aldeadávila en el Duero, en Salamanca, etc., etc. Pero con todo, los ya construidos y explotados, más los mencionados, no han influido ni podrán influir en un cambio de nuestra estructura económica nacional, si al pie de los saltos o en sus cercanías no se establecen fábricas de abonos nitrogenados, carburo de calcio y sus derivados de explosivos o de industrias electrometalúrgicas.
La trayectoria, esa política es la que se ha seguido en Suecia, en Noruega, Rusia, Francia, el Canadá (Árvida), Estados Unidos (SiusFalla, Pueblo, Little Falls, Keochuchs, Great Falls, etc.) y hasta Rodesia y Uganda, donde los grandes saltos han originado pequeñas ciudades industriales. ¿Seguirá esa política España? Tenemos el temor de que no será así. Por ello, repetimos, que esas nuevas centrales del Sil, del Duero, del Júcar, del Cinca o de las proyectadas en el Tajo extremeño, si no han de servir sino para generar energía y transportarla a los viejos de consumo, habremos desperdiciado, acaso para siempre, la oportunidad de favorecer la industrialización de áreas retrasadas y habremos impedido el progreso de media España. ¿Será mucho pedir que una parte de esa energía se aproveche in situ? No es lógico, es cruel, que Lérida, Zamora, Huesca, Cuenca, Guadalajara, Lugo, etc., provincias generadoras de energía eléctrica, permanezcan en un atraso industrial tan lamentable.
Bien merecen que las grandes centrales les compensen de alguna manera... con alguna industria.
3.- Además del montaje de la Empresa Nacional Siderúrgica en Avilés, de imperiosa necesidad, España necesita erigir nuevos altos hornos en Ponferrada. En las cercanías de Burgos y en el Pedroso o en Sevilla capital. Del emplazamiento en tales localidades de nuevos centros siderúrgicos se ha hablado mucho. La Sociedad Minero Siderúrgica de Ponferrada, como su nombre indica, se creó para explotar la cuenca de Villablino, un ferrocarril y el coto ferrífero "Wagner". Han transcurrido treinta y cinco años, los altos hornos, que llegó a cimentar, están todavía en proyecto proyecto que ahora revive, sólo que en lugar de utilizar el carbón, la factoría será electrometalúrgica, utilizando la energía del Sil y del Miño.
Hay otra zona óptima para erigir sltos hornos, y es Villafría, estación férrea inmediata a Burgos en la línea de Irún. De tal estación arranca un ferrocarril, hoy medio derruido, que fue The Sierra Cº y luego adquirió la Sociedad Ferrocarril y Minas de Burgos, filial del Banco Urquijo desde 1915. Dicho ferrocarril de 72 kilómetros de Villafría a Monterrubio, atraviesa la cuenca carbonífera burgalesa de Arlanzón a Ibeas, que ubica 22 millones de toneladas de carbón según el insigne ingeniero asturiano Palao, y térmica en la cuenca ferrífera Bezares-Monterrubio, que contiene 70 millones de toneladas de hierro, según los bilbaínos. Están pues, contiguos el carbón y el hierro, pero el atroz desprecio que en nuestro país se tiene a la geografía mantiene inexplotadas esas cuencas, que hace más de un siglo denunciara ya Madoz. Montar, pues, en las cercanías de Burgos, en el centro de Castilla, altos hornos, sería factible.
También hace unos meses ha sido solicitado por sociedad en constitución, permiso oficial para montar una industria electro-siderúrgica en Sevilla. Sin duda a base de hierro de El Pedroso, pero alimentando la factoría con energía eléctrica. Hay que convenir en que Sevilla está más cerca de Asturias que Cardiff que Sagunto... El Sur de España necesita sin duda un centro siderúrgico o electro-siderúrgico.
Confiamos en que los tres indicados centros, los tres emplazamientos de referencia, verán más o menos, pronto surgir tales factorías.
4.- Creación de oasis y combinados industriales diseminados por el país entero, como el medio más adecuado para activar hasta donde sea posible posible las áreas retrasadas de España.
Dejemos a las concentraciones industriales mineras y navales en las zonas periféricas crecer, pero dotemos a la España agrícola e interior siquiera de unos oasis que deberían establecerse en los diez o doce empalmes ferroviarios de primera categoría de España, como Monforte, Astorga, Venta de Baños, Plasencia, Mérida, Alcázar de San Juan, Baeza, Calatayud y los futuros empalmes de Aranda de Duero, Talavera de la Reina y Villanueva de la Serena. Medina del Campo, Zafra, etc.
Además de las mencionadas localidades fueron magníficas ciudades bajo los romanos. Sin necesidad de ser nudos ferroviarios fueron siempre estratégicos. Es un deber nacional revalorizarlas. La acción estatal debe fomentar en ellas abierta, decididamente, el emplazamiento de industrias y al mismo tiempo fomentar el acrecimiento de ciertos hitos en las que se han montado algunas y pueden montarse otras, tales Monzón de Cinca, Flix, Guardo, Sabiñánigo, Mataporquera, Barco de Valdeorras, etc.
Luego habría que estudiar (por organismos oficiales) qué fómula se integrase en combinados las industrias, por ejemplo, de Reinosa, Mataporquera, Barruelo, Guardo, Aguilar de Campoo, Cistierna, etc. y en la España Meridional, las industrias de Puertollano, Almuradiel, Baeza, Linares, La Carolina, Bélmez, Pozoblanco y Peñarroya con sus carbones, plomos, destilaciones, superfosfatos, metales no férricos diversos, industrias laneras, nuevo alto de energía (allí allá abajo carece de fábrica de carburos), etc. Esas comarcas, con excepción de Puertollano, con áreas en retroceso que preciso revalorizar, contenienno la emigración interior que allí se se produce.
5.- A las capitales siquiera de las provincias humildes o pobres, hay que dotarlas de algún elemento de vida, ya sea industria,ya centros dependencias, establecimientos, etc. oficiales, por razón de tutela nacional. Huesca y Teruel, Soria, Cuenca, Guadalajara y Ávila, Segovia y Orense, Cáceres y Zamora precisan protección estatal. Si las grandes ciudades subvencionadas con accesos, etc., las pequeñas también son acogedoras a cierta tutela. cabe en Teruel una fábrica de tabacos, y en alguna el presidio de Valencia, con sus talleres, y en Guadalajara rehabilitar la Hispano, y en Cáceres una nueva fábrica de armas, en Soria de pólvora, y en Zamora y Orense, de cerillas, etc., amén de intentar restablecer industrias que tales ciudades poseyeron. En España se ha hablado mucho del aspecto y hasta de la glorificación del pasado, de la tradición... pero no se ha hecho nada.
Nosotros vamos a decir que Ávila y Cuenca tuvieron hasta hace menos de un siglo, cuando no existía ferrocarril, fábricas de hilados y de tejidos de algodón; Valladolid y Burgos, fábricas de papel (restablecidas en la última); de seda tuvo Toledo...
Pero las industrias tradicionales, en algunas localidades decadentes y aun extinguidas, es un bien patriótico restaurarlas: Ezcaray, Pradoluengo, Astudillo, Alar del Rey, Sonseca, Daroca, Calamocha, Estella, Consuegra, es necesario protegerlas para que resurjan sus industrias textiles. Es necesario que resurjan las fábricas de papel de Antequera, Coín, Caravaca, Candelario, Torrecilla de Cameros, etc. y las de cristal de Aranjuez, Cebreros, Toledo, Candeleda, Recuenco, Arbeteta (Guadalajara), y los lavaderos de lana de Cáceres, de Barco de Ávila y las factorías de zinc y latón de Alcaraz y las fundiciones de campanas de Jubia y de hierro de Maella... para no citar otras. Las Comisiones de Planificación de Nuevas Industrias del Ministerio podrían considerar sobre la conveniencia y factibilidad de volver a vivificar tales localidades. Pensamos que ello posible al contemplar la realidad de los países que parecen definitivamente muertos, resurgen a la nueva civilización: Palestina, Egipto, Indostán, Irak. ¿Por qué no intentar que resurjan aquellas localidades citadas?
6. Aunque la extensión de los regadíos en España, en la España seca, que por lo menos comprende el 60 por 100 de su extensión, y la trasformación del secano es cosa lenta, habrá que acometerlos en mayor escala. Este aspecto está perfectamente planificado y cada Confederación Hidrográfica, sin excepción, desarrolla una gran tarea inteligente y acertada. Faltaban y creo que se han constituido ya las del Tajo y Guadiana. Solo en nuestro concepto los créditos o el montante de las obras a realizar parece justo que fuera más equitativo, esto es, que guardara cierta proporción con tres aspectos esenciales: extensión territorial de la cuenca respectiva, población que la habita y extensión del área regable en cada una. La del Duero tiene una superficie regable de 1.022.100 hectáreas; la del Ebro, 787.318; ésta riega ya 200.000 y la primera 80.000... sin perjuicio de que se continúe explotando el tópico de la aridez de Castilla... Pero, en fin, el acometimiento de los riegos es una realidad, y solo sorprende que cuando durante treinta años hemos estado oyendo hablar de los riegos del Alto Aragón, a intensidad sea ahora para los de Montijo.
Estos, como la trasformación de Badajoz, obedecen a un plan conjunto, o sea con el desarrollo simultáneo de otras obras, industrias agrícolas, mineras, diversas y ferrocarriles.
Pues este hecho, este método, esta conducta es la que debe seguirse, por lo menos, en un plan de urgencia, con una provincia por cada cuenca hidrográfica. Así como así, en hay por lo menos treinta "badajoces", esto es treinta provincias que necesitan su revalorización y una cierta industrialización. Ahora va a acometerse idéntica tarea en Jaén. Luego, según nuestro concepto, debería emprenderse en Guadalajara, en la cuenca del Tajo; en Soria, en la cuenca del Duero; en Huesca, en la del Ebro, etc, para que cada región tenga tenga una provincia oasis. Claro que el presupuesto para la trasformación de Badajoz tiene 21.000 kilómetros cuadrados y la extensión media por provincia es solo 10.000, y sobre la base de acometer la trasformación de sirte provincias simultáneamente y su realización en nueve o diez años, el presupuesto nacional precisa una cantidad de 1.500 millones. Pero esta tarea es básica, urgente e indeclinable.
En resumen: muchas otras cosas precisa nuestra Patria, pero para la transformación hemos señalado seis bases, esto es, seis tareas obligadas y primordiales: ferrocarriles que unan el litoral con el interior y crucen las grandes mallas interiores que carecen de ellos; que cerca de los grandes saltos de energía hidroeléctrica se monten fábricas de nitrogenados y otras electroquímicas o electrosiderúrgicas, porque la primera transmisión de la fuerza dejaría a las provincias respectivas pobres; la erección de los altos hornos de Ponferrada, Burgos y Sevilla, que engendrarían otras industrias auxiliares; creación de oasis industriales en los grandes empalmes ferroviarios, así como de ciertos combinados; protección a las pequeñas capitales de provincia y restauración de industrias y localidades que fueron históricamente de nombradía, y por último, acometer mediante plan de transformación agrícola e industrial, por lo menos de una provincia por cuenca hidrográfica, todo ello con prisa, con sacrificio y con entusiasmo. Entonces nadie podrá decir Hic fuit Hispania, sino Esta es España.